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DICTADOR DISFRAZADO DE
DEMÓCRATA
Miércoles 19 de agosto de 2020
Carlos Pérez B., Pbro.
"Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores" (Lucas 22,25).
El domingo 9 de agosto el gobernador
Corral publicó un nuevo decreto epidemiológico en el que determina lo siguiente
para las Iglesias, centros de culto y templos:
« Asambleas y
celebraciones suspendidas. Sin embargo, se permiten las citas
personales, realizadas con anticipación y sin tener gente en espera. Cumpliendo
los protocolos de higiene y sana distancia. »
Este breve párrafo no soporta una pequeña
exégesis o análisis: la palabra ‘asamblea’ por sí misma indica a una
aglomeración de gente, por lo cual lo entendemos, y nosotros mismos no queremos reunir a nuestra gente masivamente. Pero nosotros sabemos que tenemos que reunirnos de otras maneras. La palabra 'asamblea' o 'iglesia' es nuestra vocación esencial, si
no nos reunimos no estamos siendo fieles a la convocatoria del que nos ha llamado. La siguiente palabra es un error muy grave que comete el gobernador:
dice que las celebraciones también están suspendidas. Bien se ve que antes de emitir un decreto no consulta a los que saben, sólo a su yo, y por eso manifiesta su ignorancia. Escuchen: si un sacerdote va
a ungir a un enfermo, está celebrando con él un sacramento, aunque sólo esté
con él. Si un sacerdote celebra la misa aunque sea con una sola persona, está
realizando una celebración. Es más, si yo recito mis laudes frente al sagrario, aunque esté solo,
estoy haciendo una celebración litúrgica. ¿Es esto lo que el gobernador nos
está diciendo que está suspendido? Pues se excede en su autoridad.
Más adelante. Nos dice que están
permitidas las citas personales realizadas con anticipación. Así es que hasta
se está metiendo con nuestras agendas parroquiales y personales. ¿Yo sólo puedo
recibir a las personas que sacaron cita previamente? ¿Y eso de gente en espera? La gente acude a la parroquia cuando quiere, y nosotros la recibimos
libremente. Debo decir que sigo siendo un cura ranchero, las personas hasta en
la calle me detienen. / Es el colmo del autoritarismo. Se ve que ni siquiera
pensó en lo que iba a decretar. De la ignorancia no pueden salir buenos decretos.
Lo grave no son sólo los errores de
redacción sino lo que manifiestan esas palabras o ese decreto. Revelan a una
persona que no ha dialogado en lo más mínimo con los afectados, que son los
católicos, o con quienes los dirigen, los obispos. Y en realidad así proceden,
lo digo de paso, la generalidad de los políticos, especialmente en esta
pandemia. ¿Platican antes con los negocitos de las personas que viven al día o
sólo se presentan para clausurar? Una persona que antes de emitir un decreto no
dialoga con nadie sino sólo consigo mismo, es una persona egocéntrica. Y una
persona egocéntrica no tiene sentido del ‘otro’, de los ‘otros’. Todo lo razona
y lo decide a partir de su ego, y con ello, atropella los derechos de los demás.
Nuestro estado de Chihuahua entró en la
luz naranja del semáforo epidemiológico el 15 de junio (ya han pasado más de 2
meses), con lo cual, teníamos derecho, así lo estableció la secretaría de salud
a nivel federal, a abrir las puertas de nuestros templos para un 25% del aforo.
El gobernador no se quiso ceñir a esa determinación, sino que tomó la suya
propia, arbitrariamente, y dijo que no, que los templos iban a permanecer
cerrados hasta que pasáramos a la luz amarilla, afectando con esto a los
católicos, pero también a los hermanos no católicos y quienes profesan y
practican en grupo otras maneras de creer en Dios. Este cierre se prolonga ya
por cinco meses; primero la causa fue la pandemia, cuyos alcances
desconocíamos, pero luego los causantes no somos los creyentes, sino la
sociedad en general en muy diversos ambientes, y sobre todo nuestras
autoridades que no hicieron ni continúan haciendo su trabajo. Los que la
llevamos somos nosotros, las iglesias, y algunos sectores económicos. Para más
detalle sobre las torpezas y errores que han cometido nuestras autoridades,
pueden leer el artículo en esta misma página web titulado "Nuestros errores en
el manejo de la pandemia”.
Es de tomar en cuenta el contexto nacional
en el que estamos: los demás estados de la república que están en luz naranja,
ya tienen abiertas las puertas de los templos para una asistencia limitada,
incluso estados que hasta hace muy poco estaban en luz roja, como Nuevo León,
que permitió que las parroquias celebraran misas entre semana, y a partir del
15 de agosto también lo han podido hacer en sábado y domingo. Los estados de
Coahuila, Sonora, Durango, Sinaloa, Estado de México, Ciudad de México, entre
otros, ya tienen sus puertas abiertas, unos desde hace 2 meses, otros a partir
del 26 de julio. Incluso en la ciudad de México ya abrieron las puertas de los
cines. En esos estados hay diálogo
entre el gobernador y los obispos, y se toman decisiones en acuerdo recíproco, asumiendo responsabilidades; pero aquí en Chihuahua,
no, sólo una persona toma sus decisiones.
¿Cuáles son las razones que se pueden
aducir para hacer esta diferencia de nuestro estado con el resto del país? No
hay razón alguna, la única diferencia que nos distingue de los demás es la
persona que nos gobierna. Corral ha dicho que es mejor mantener los templos
cerrados porque ahí acuden más bien adultos mayores. Pero el presidente de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CEDH), Néstor Armendáriz Loya,
declaró el 15 de agosto: "Los negocios que nieguen el acceso a los adultos
mayores por considerar que son parte del grupo vulnerable por el covid-19, se
considerará discriminación y estos casos se canalizarán al Consejo Nacional
para Prevenir la Discriminación (Conapred)".
Cualquier argumento del gobernador para
mantener cerrados nuestros templos, carece de valor, porque, o vale para todos los estados o
no vale para ninguno.
Un ejemplo diferente lo tenemos en el
gobernador de Nuevo León, 'el Bronco': éste tomó un acuerdo con los obispos de
ese estado para que pudieran celebrar de lunes a viernes. Y luego, don Rogelio Cabrera,
arzobispo de Monterrey, le pidió que pudieran celebrar ya los sábados y
domingos, y así lo hicieron a partir del 15 de agosto.
Algo que abona en nuestro favor es que
nosotros mismos decidimos suspender las misas con fieles y reuniones de grupos
antes de que el gobierno nos lo pidiera. Desde antes les pedimos a las personas
que se sentían más frágiles que estaban dispensadas del precepto de misa
dominical. Recuerdo que el sábado 21 de marzo el intercambio de mensajes en el
chat de los sacerdotes se volvió frenético, unos decían que había que cancelar
toda celebración con la gente desde ya, otros que había que esperar un poco más.
Hasta que el obispo, a las 10 de la noche nos hizo llegar su comunicado en que
a partir del lunes 23 de marzo suspendíamos las misas con fieles, lo que nos
dio oportunidad de pasar a la gente el domingo 22 dicho comunicado. El decreto
del presidente López Obrador salió en el Diario oficial el 25 de marzo.
Dice el artículo 18 de la declaración
universal de los derechos humanos: « Toda
persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de
creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia,
individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. »
El ejercicio de un derecho es limitado por
las circunstancias, eso lo sabemos bien, pero es inviolable, es fundamental. En
el caso nuestro, a partir del 15 de junio que entramos en la luz naranja,
recuperamos ese derecho en su ejercicio externo, con algunas restricciones,
pero el gobernador nos lo está conculcando arbitrariamente. No estaría bien que
le pidiéramos a Corral que no conceda el favor de dejarnos abrir. No es una
petición, es una exigencia. Que respete los derechos de los demás. Si él tiene
conflicto con los obispos (el Estado de Chihuahua tiene 6 diócesis) por su
relación pasada con César Duarte, pues que resuelva ese problema con ellos. Él
está afectando en sus derechos fundamentales a más de 3 millones de católicos,
que ciertamente no todos asisten a misa los domingos, pero sí todos solicitan
un funeral o un bautismo cuando se les ofrece.
Por eso digo que en realidad es un
dictador con disfraz de demócrata. Entiende la democracia desde su ego, golpea
a los creyentes sólo porque está en el poder. Y no es que le interese la salud
de las personas, porque así lo ha manifestado. Recordemos que nuestro Señor
decía: "los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores". Con esto estamos volviendo a los tiempos de la
cristiada, cuando Rodrigo M. Quevedo, gobernador de Chihuahua de 1932 a 1936,
prohibió a los sacerdotes ejercer su ministerio en nuestro estado, limitando su
número progresivamente hasta quedar en 2. Cada quien escribe su nombre del lado
que quiere en las páginas de nuestra historia.