EL BUEN PASTOR SE INTERESA POR LAS PERSONAS
Domingo 4° de pascua, 30 abril 2023
Juan 10,1-10
Carlos Pérez B., Pbro.
El cuarto domingo de pascua
celebramos a Jesucristo nuestro buen pastor. La Iglesia nos ofrece por eso, las
parábolas de la puerta, del buen pastor y de las ovejas, en los tres ciclos
dominicales.
Tengamos presente que este
capítulo 10 de san Juan es continuación y consecuencia del capítulo 9, en el
que leemos que Jesucristo transformó radicalmente a un hombre ciego de
nacimiento. Por eso estas parábolas están dichas en plan polémico, no romántico
o dulzón.
Jesucristo se presenta como
la puerta por donde entran las ovejas. A nosotros, gentes de este siglo XXI y
habitantes de la ciudad, ya no nos resultan tan familiares y conocidas estas
parábolas del ambiente rural. En mis primeros 20 años de sacerdote rural, yo
podía hablar de las vacas, de los becerros, de las chivas que los campesinos
cuidaban con tanto esmero, porque no era ganado ajeno sino propio, porque no
eran ganaderos de grandes hatos sino en pequeño; incluso les tenían hasta
nombres a sus animales. Y bien que estaban alerta
ante la posible presencia de ladrones.
Ahora tendríamos que
utilizar otras imágenes para vivir más familiarmente las parábolas de Jesús. Se
me antoja usar la figura del papá o de la mamá, ya que está cerca el día de las
madres. Quizá nos podría servir la figura del perro o del gato de la casa, a los
cuales las niñas y niños (un abrazo por este día de ellos) estiman como
miembros de la casa y juegan con ellos.
Nuestro Señor Jesucristo se
encontró con este ciego de nacimiento que estaba tirado a la orilla del camino
pidiendo limosna. Pero, además de sufrir en esas condiciones, recibía el
desprecio de los demás. Los judíos pensaban que él o sus padres habían cometido
un pecado como la causa de haber nacido ciego. Pero hubo alguien que se le
acercó con compasión y no con desprecio. Ese Alguien se interesaba por las
personas antes que por las leyes, preceptos o las ideas o prejuicios de la
cultura, sociedad o religión. Con cariño, aunque no con la higiene de nuestros
tiempos, escupió en el suelo e hizo lodo con su saliva (el mejor ungüento de
toda la historia), se lo untó en los ojos y lo mandó a lavarse a la piscina de
Siloé. Pero luego, éste que había sido ciego y era considerado como nada, se
fue transformando, por la gracia de Jesús, en una persona hablante, pensante,
creyente. Y nos preguntamos todos los que leemos el evangelio, ¿por qué sus
líderes religiosos (no se diga los romanos) no habían hecho antes algo por este
hombre? La respuesta de Jesús a esta pregunta la escuchamos en el evangelio de
hoy: "Yo les aseguro que el que no
entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es
un ladrón, un bandido… Todos los que han venido antes que yo son ladrones y
bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado… El ladrón sólo viene a robar, a
matar y a destruir”.
En nuestra sociedad hay
muchos que, de una u otra manera, desempeñan un servicio ‘pastoral’ o de
conducción del pueblo: políticos, empresarios, maestros, médicos, periodistas,
influencers… también padres y madres de familia, obispos, sacerdotes. ¿Quiénes
miran al pueblo con cariño, quiénes se acercan a ellos como personas? A muchos
los mueve solamente su interés, porque cuentan como votos, como clientes o
seguidores, porque se pueden aprovechar de los pobres. Incluso permítanme hacer
referencia a algunos movimientos sociales en los que muchos se interesan sólo
por su ideología. Hay quienes hablan de los derechos de los homosexuales pero
no se acercan a ellos como personas, para escucharlos, para ofrecerles
orientaciones y apoyo. A nosotros los sacerdotes nos toca recibirlos y acogerlos
como personas. Hay quienes hablan de los derechos de las mujeres, pero no
sienten ni la más mínima consideración por los no nacidos. Son dos personas, la
madre y su hijo. Nosotros estamos seguros que Dios los mira a ambos como
personas, como hijos suyos. Y así podemos hablar de las gentes del campo, de
los indígenas, de los migrantes, de los pobres en general.
Jesucristo nos dice, y
sabemos que es absolutamente cierto: "Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. ¿Dios quiere este mundo de muerte que estamos
viviendo en muchos aspectos? El reino de Dios que Jesucristo predica y encarna,
es un mundo donde no haya excluidos o maltratados por ningún motivo.