Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





RELIGIÓN DE TEMPLO O SEGUIMIENTO DE UNA PERSONA

Domingo 3 marzo 2024, 3° cuaresma

1 Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

Los tres domingos que restan de la cuaresma, el 3°, 4° y 5°, vamos a proclamar-escuchar pasajes del evangelio según san Juan. Ahora escuchamos este polémico pasaje de la expulsión de los vendedores del templo de Jerusalén. El evangelista san Juan coloca este pasaje al comienzo del ministerio de Jesús, mientras que los otros tres, al final. La pretensión de los evangelios sinópticos es colocarlo como la gota que derrama el vaso del conflicto que venía sosteniendo Jesucristo con la clase dirigente de la religión judía, mientras que san Juan pretende que hagamos una lectura de todo el ministerio de Jesús en esta clave: él es el nuevo templo, el medio adecuado para relacionarnos con Dios. Así habremos de leer las enseñanzas, las señales milagrosas, los encuentros con la gente y hasta los conflictos que vivió Jesús. Desde luego que se trata de una lectura teológica de san Juan. Todo el Evangelio sustituye a esa estructura de piedra que, para los judíos, era la señal de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Así es que, nosotros nos preguntamos, ¿un templo de piedra o una persona?

En los otros evangelios, Jesucristo solamente predice la destrucción del templo, cosa que sucedió 40 años después de la muerte y resurrección de Cristo. En el año 70, el ejército romano lo derribó y hasta la fecha, a casi 2 mil años de distancia, el pueblo de Israel, los judíos, no han querido levantarlo. Solamente se conserva el muro de los lamentos y la explanada que quedó del templo. Dicen ellos que están esperando que venga el Mesías y les indique lo que han de hacer.

En cambio, en el evangelio según san Juan, Jesucristo no predice la destrucción del templo sino que les pide que ellos lo destruyan, y que en tres días él les levantará otro. El evangelista nos aclara que Jesús se refería al templo de su cuerpo, de su persona. Y lo que pide Jesús en aquel tiempo, nos lo pide ahora a nosotros, a todos los cristianos, a toda la Iglesia, a todos los seres humanos de las muy diversas religiones.

La ‘religión’ de Jesús es una completa novedad. Mientras que las otras, infinidad de religiones, consisten en la adoración de un dios, uno o muchos ídolos, en ofrecimiento de sacrificios, en rezos, alabanzas, devociones, etc., en un lugar o local determinado, la de Jesús consiste en el seguimiento de una Persona. Esta persona nos remite constantemente a la vida, porque ahí se juega la salvación-felicidad de este mundo.

El cristianismo, como bien nos lo recuerda la Iglesia en la aclamación previa al evangelio ("tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo”), es el asumir activamente el proyecto del reino de la salvación y de la gracia de Dios a través de la persona de Jesucristo, el Hijo. Por eso, lo primero y siempre que hemos de hacer los creyentes, es asimilarnos a este proyecto y a esta persona en el estudio de los santos evangelios, en la escucha del que es la Palabra hecha carne para luego participar activamente en la construcción del reino del amor, la justicia, la paz de Dios para todos los seres humanos. Conocer, amar y seguir a Cristo, es nuestra vida.

Bien nos ha relatado el evangelista, unos versículos antes, que Jesucristo llamó, convocó a sus primeros discípulos en su seguimiento, y desde ese momento se hizo acompañar por ellos en sus encuentros con la gente, en sus señales milagrosas, hasta su crucifixión y resurrección.

Esto es algo que hemos de comprender poco a poco pero decididamente los católicos, y darlo a comprender a toda la humanidad: nuestra verdadera relación con Dios es vivir el evangelio, de manera integral. No es la religión en sí misma, entendida ésta como prácticas externas, la que es salvación para este mundo, sino el Evangelio en Persona, Jesucristo.

Permítanme insistir: el evangelio no es un librito de rezos y devociones, de manera que alguien pudiera pensar que recitándolo ya con eso vaya a obtener su salvación. No. El evangelio es una Persona que va entrando en la vida de cada quien y de todos en conjunto, y esa Persona es capaz de ir transformando profundamente a toda la humanidad, tal como lo vemos en las páginas de los cuatro evangelios.

 

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