SE PUSO A SEGUIRLO POR EL
CAMIINO
Domingo 27 de octubre de
2024, 30° ordinario, ciclo B
Marcos 10,46-52.
Carlos Pérez B., Pbro.
Como todos los que realizó
Jesús, qué hermoso milagro escuchamos hoy, hermoso en todos sus detalles.
Convendría que nos detuviéramos en cada uno de ellos, pero sobre todo en su
significado e intencionalidad de amplia y profunda Buena Noticia, como un
Evangelio que hemos de llevar a todo mundo.
Jesucristo venía
caminando con sus discípulos desde Galilea. Jericó está casi a las puertas de
Jerusalén. Sólo hay que subir, del valle más profundo de la superficie de la
tierra hacia la cumbre del monte llamado Sión, donde está construida la ciudad
santa. Como Jesucristo es un hombre de la calle, de los caminos, por eso es
posible para los pobres y los sufrientes encontrarse con él. No sería tan fácil
si Jesús fuera un hombre de oficina o de sacristía. Por eso el Papa Francisco
nos llama a ser una Iglesia en salida.
San Marcos nos
describe a Bartimeo (hijo de Timeo): ciego, sentado al borde del camino,
limosnero. Estaba ciego pero no sordo ni mudo. Oyó que era Jesucristo el que
pasaba por ahí, entre la mucha gente, y se puso a pegar de gritos. ¿Qué podía
pedir este pobre hombre sino apelar a lo más propio del Hijo de Dios hecho
hombre? Su compasión. La gente que envuelve a Jesús como que le crea un muro
que le impide, o que parece que le impide a Jesús tener contacto con aquellos
para quienes ha venido. Así sucede con personajes de la Iglesia a quienes sus
cercanos les impiden ver y oír las realidades pastorales a las que están
destinados. Pero Jesús no se permite eso, se detiene y les dice que lo llamen.
Qué bonita reacción de quien pone toda su persona creyente en el Hijo de David.
¿Cómo supo este ciego que Jesús era de ese linaje regio? Eran los pobres los
que sabían que el reino de Dios había llegado a ellos. Avienta su manto (de
algo se tiene uno que desprender para llegar a Jesús) y de un salto se pone en
pie.
¿Por qué le pregunta
Jesús qué es lo que desea, acaso no se da cuenta de qué es lo que le hace falta
a este ciego que pide limosna? Era para que todo mundo se diera cuenta que el
ciego no le pide una limosna, como a todos los demás, sino lo que nos hace
falta a todos: "Rabbuní,
¡que vea!” Además de suplicarle a Jesús que tenga compasión de
nosotros, por tantas cosas, debemos pedirle que veamos. A todos los seres
humanos nos hace falta abrir los ojos, físicamente y los ojos del alma, para
que veamos las obras de Dios, para que veamos las necesidades de los más
sufrientes, para que distingamos el camino del Hijo de Dios, que no es
cualquier camino que nos trazamos nosotros. Los católicos tenemos que
reconocer, como el ciego, que Jesús es nuestro Maestro (Rabbuní), y ponernos
efectivamente a aprender de él. ¿Cómo nos va a abrir los ojos si no lo
estudiamos en los santos evangelios?
Aquí es donde vemos
toda la intención de fondo de este evangelio:
En Marcos 8,15ss,
Jesús nos había llamado a abrir los ojos, porque no veíamos ni entendíamos su
camino, su identidad, su misión: "Abran los ojos y
guárdense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes… ¿Aún no
comprenden ni entienden? ¿Es que tienen la mente embotada? ¿Teniendo ojos no
ven y teniendo oídos no oyen? … Y continuó: ¿Aún no entienden?” Enseguida Jesús le abrió los ojos al ciego de
Betsaida para que entendiéramos de qué se trataba. Tres veces nos anunció en el
camino su pasión, muerte y resurrección, pero nosotros nos resistimos a
entender y a entrar en ese camino de salvación.
Por eso finalmente, casi al llegar al lugar de su
martirio, se encuentra con este otro ciego, el de Jericó para que nos veamos a
nosotros mismos en él. Los ciegos somos nosotros. Este ciego abrió los ojos y,
a pesar de que Jesús le dijo, "Vete;
tu fe te ha salvado”, este hombre de ojos abiertos no se fue, sino que
comenzó a seguir a Jesús por el camino.
¿Conclusión?
Jesucristo no quiere en su seguimiento a gente de ojos cerrados, esa es otra
religión (y hay tantos grupos y movimientos, y sacerdotes, y obispos, etc., que
se encargan de que sus seguidores ni abran los ojos ni abran su entendimiento,
porque la gente cerrada de ojos y de mente da menos problemas, sino que obedece
a ciegas, no a Dios sino a sus dirigentes). Jesucristo quiere seguidores
de ojos y entendimiento abiertos a tantísimas cosas, como lo vemos en la
persona de Jesús.