Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
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ANTICLERICALISMO: PROVOCADO POR LA IGLESIA
Miércoles 10 de noviembre del 2010
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     En su reciente visita a España, el Papa se quejó del anticlericalismo "agresivo” que se da en ese país, y lo relaciona, según los medios de comunicación, con la etapa que vivió España en los años 30's, con lo que aparenta tomar partido por el franquismo. También varios obispos mexicanos se quejan de lo mismo, ante los embates de los intelectuales y algunos movimientos sociales que se levantan contra la Iglesia y su jerarquía, sobre todo en la capital de nuestro país, por temas como el aborto y el matrimonio de homosexuales.
     Ciertamente encontramos sentimientos negativos hacia todo lo que es Iglesia. Pero yo quisiera llamar la atención sobre el otro lado del anticlericalismo, sobre nosotros, sobre la culpa que tenemos de provocar esos sentimientos.
     Nuestra Iglesia tiene conciencia de ser la servidora de la salvación en Jesucristo. ¿Lo somos en verdad? ¿Qué es lo que ve nuestra sociedad en nosotros? Gran parte de la población, no sólo los intelectuales de buenas intenciones, lo que ven es lo que les presentamos exteriormente: una Iglesia poder, unos curas y unos obispos elegantemente vestidos, con buenas casas curales y curiales, con poder e influencia sobre las clases políticas. Somos un poder en el concierto de los poderes de este mundo: política, dinero y religión. En estos días se está queriendo enviar a la cárcel al obispo de Ecatepec por simular un préstamo por ¡130 millones de dólares! Si los tiene, eso es un escándalo mayúsculo; y si no los tiene, también es un escándalo de corrupción el que simule tenerlos.
     Por otro lado, en lo que se refiere a la Persona de Jesucristo, nos comportamos como los autores, creadores o propietarios del mismo. ¿No podríamos tomar distancia de él, y hacerle ver al mundo que una cosa es Jesucristo, su Persona, su obra, su coherencia, su palabra, su salvación, para que lo conozcan cuan bello, grande, fascinante como es, y no estorbemos con nuestras incoherencias, debilidades, fragilidades, pecados, como el de la pederastia y el encubrimiento de la jerarquía, por no hablar del dinero, comodidades, poderes humanos, autoritarismos, silenciamientos, complicidades, y un largo etcétera?
     Ante esa imagen que le presentamos a la sociedad, en vez de servir a la obra de Jesucristo, lo que hacemos es obstaculizarla.
     En vez de quejarnos del anticlericalismo de la sociedad y del que también se vive al interior de la Iglesia, mejor seamos una Iglesia de papas, obispos, sacerdotes y laicos pobres, humildes, sencillos, con capacidad de escucha, compasivos, aliados de las mejores causas de este mundo. ¿Que los hay? Desde luego que los hay, tantos misioneros nuestros, tantos ministros y servidores de nuestras parroquias, tantos sacerdotes y religiosas bien encarnados en sus misiones. Sin embargo, ellos no llaman la atención como los que usamos vestiduras elegantes y poderes clericales.
 

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