Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
EL QUE NO ESTÁ CONTRA NOSOTROS, ESTÁ POR NOSOTROS
Comentario a Marcos 9,38-48.
Domingo 26º ordinario
30 de septiembre de 2012
 
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
 
      La primera lectura de hoy, tomada del libro de los Números, está en sintonía con el evangelio, es decir, Moisés está en sintonía con Jesucristo. Aparecen aquí los celos religiosos y las prohibiciones tan propias de los sistemas religiosos. Pero Moisés, que era el hombre más humilde de la tierra, desearía que todo el pueblo de Dios fuera profeta, él no quiere la exclusiva.

      El salmo 19 (18) nos viene bien adecuado al cierre de este mes de la Biblia. Este salmo habla de las dos palabras de Dios, su creación y su palabra escrita en la Biblia. El creyente escucha a ambas con obediencia y con admiración, porque ambas destilan su sabiduría.

     El pasaje de la carta del apóstol Santiago merece un comentario aparte, o mejor, que ustedes lo repasen en su casa pausadamente: "Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan. Sus riquezas se han corrompido…” 

     En san Marcos continuamos proclamando la reacción de los discípulos ante los anuncios que les hace el Maestro de que será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará. El domingo pasado escuchamos que ellos no entendían, y el evangelista nos ejemplifica su falta de entendimiento en la discusión que sostienen sobre quién de ellos era el mayor. Es decir, ellos escuchan que el Maestro ha tomado un camino descendente, y ellos, los discípulos, quiere tomar el camino arribista, y ahora, el papel del autoritarismo. Juan, quizá en nombre de todos porque habla en plural, le comenta a Jesús que trataron de impedir que una persona expulsara demonios en el nombre de Jesús porque no andaba con el grupo. Todavía no les confía Cristo su obra y su Iglesia y ya ellos se dan el lujo de poner impedimentos o prohibiciones a los demás. ¿Se sentían los discípulos con la exclusiva en el uso del nombre de Jesús?

     Nuestro Señor es categórico en su respuesta y vale para todos los tiempos: "no se lo impidan”. Su enseñanza devela su mentalidad incluyente: "el que no está contra nosotros, está por nosotros”. Jesús incluye en su obra a muchos que no andan con el grupo. Todos los que están contra los demonios que atormentan a esta humanidad están en realidad a favor de Jesús: los que están contra el pecado, contra la injusticia, la violencia, contra todo mal. O al revés, están con Jesús todos los que obran el bien, la justicia, el amor, los que promueven los derechos humanos. Jesucristo no es excluyente, no ha venido a formar un gueto, un grupo cerrado en torno a sí mismo. Su Iglesia no será definitivamente eso. Este pasaje coincide con lo que leemos en Lucas 9,50. De todas maneras nos cuestionan las otras formulaciones que Mateo y Lucas ponen en boca de Jesús. Habría que analizar qué alcances tienen esas otras expresiones. Pueden ver Mateo 12,30 y Lucas 11,23.

     En la Iglesia estamos invitados a discernir nuestra mentalidad, de manera especial cuando nos toca ser autoridad. Sobre todo nuestra jerarquía eclesiástica tiene que ponerse ante la luz de este pasaje tan fuerte. ¿Somos una Iglesia de mentalidad abierta o cerrada? ¿Somos una Iglesia de prohibiciones o dejamos que las buenas iniciativas fluyan? ¿Nos sentimos acaso propietarios de la salvación, de la Iglesia, de la Sagrada Escritura, de Jesucristo mismo?

     En el espíritu de Jesucristo somos muchos los que confluimos en su obra, de una o de otra manera: por eso, sin renunciar a nuestras convicciones, ya no vemos con malos ojos a las personas de otras religiones o incluso no creyentes. Tampoco a los movimientos sociales. Ellos hacen más por el prójimo que nosotros mismos los cristianos. Hay muchas causas humanistas a las que nos tenemos que unir. Desde luego que nuestra presentación de Jesucristo es nuestra convicción fundamental.

     La siguiente sentencia nos sorprende viniendo de Jesús: es de las pocas veces que lo vemos lanzando una condena tan severa, en este caso a los que hacen caer a un pequeño. La palabra escandalizar viene de hacer tropezar. Tan radical debe ser nuestra oposición a hacer tropezar a un pequeño que sería preferible mutilarnos o que nos atáramos una piedra de molino al cuello y nos arrojaran al mar. Así de radical es nuestro Maestro. Y precisamente tenemos que aceptar que como Iglesia hemos fallado gravemente en este aspecto.
 

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