Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
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Lunes 1 de octubre del 2012
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
Me encontré este artículo de Arnaldo Zenteno en Internet con propuestas muy atinadas para que nuestra jerarquía eclesiástica abra y flexibilice nuestra liturgia a fin de que continúe con ese impulso que le imprimió el Concilio Vaticano II de encarnación y vitalización más acorde con los tiempos y las culturas. Las propuestas son sencillas. Muchos quisiéramos hacer propuestas más radicales para acercarnos más al espíritu de la última cena de Jesucristo, la pascua que es el origen de toda nuestra liturgia. Pero eso sería, por el momento, pedir demasiado. Lo que pide Zenteno nos parece más viable en esta Iglesia de hoy.
 
El desafío de una liturgia viva, encarnada y comprometida y muy lejos de la rutina
Arnaldo Zenteno S. J.
Sept. 27-2012
Enviado a la página web de Redes Cristianas
 
Introducción.-
     Desde el Concilio Vaticano II la Celebración de la Eucaristía y en general la Liturgia ha recibido un aire nuevo y un inmenso impulso renovador antes impensable. Un primer cambio fundamental fue el poder celebrar en la lengua propia de cada lugar. La invitación Conciliar a la participación activa, consciente y piadosa en las Celebraciones se ha concretado de muy diversas maneras, una de ellas es en la música y canto de las celebraciones.

Otro cambio ligado a otros aires renovadores del Concilio es el de la predicación más bíblica y menos moralizante. Sin embargo podemos preguntarnos si no nos hemos detenido a medio camino y si no hemos caído en la rutina. ¿Nuestras celebraciones son en verdad una liturgia viva, encarnada y expresión de una Fe comprometida? O ¿seguimos atados a un ritualismo y a la imposibilidad de hacer aunque sea pequeños creativos cambios? ¿Nuestra liturgia es tan universal y uniforme que se vuelve algo casi abstracto alejada de la vida concreta de nuestro Pueblo? ¿No se puede aplicar a nuestras Celebraciones lo que decía el Papa Paulo VI al final de la 2ª etapa del Concilio que un grave mal de nuestro tiempo es la separación, el divorcio entre la Fe y la Vida?

Esas son preguntas muy importantes y desafiantes que obviamente no pretendo responder en este pequeño artículo y que son preguntas que sobre todo las Comunidades y las Parroquias deberían ir contestando.

Ojalá los teólogos pudieran ir revisando la Teología y en particular la Cristología que está detrás o subyace dentro de los tradicionales textos litúrgicos. Lo que ahora pretendo es mucho más modesto. En 3 breves apartados les comparto mis reflexiones y preguntas. En una primera parte, como un pequeño antecedente histórico preconciliar, quiero compartirles mi experiencia personal respecto a la Celebración de la Eucaristía en mi juventud y en el tiempo de mi vida en la Casa de Formación y recién ordenado sacerdote.

En segundo lugar quiero dar continuidad al artículo de Marcelo Barros publicado en Christus sobre  la Celebración de la Eucaristía en las CEB en Brasil,y concretarlo en algunos ejemplos o experiencias de las CEB de Centroamérica. Y en tercer lugar a modo de conclusión quiero atreverme a formularles unas preguntas de cara a las Celebraciones de la Eucaristía en un ámbito más amplio que el de las CEB.

Son preguntas valederas para las Celebraciones en las parroquias, en las comunidades religiosas y en general para todas nuestras Celebraciones Litúrgicas.

1.- Así me tocó vivir las Celebraciones de la Misa antes del Vaticano II. !Qué bien que esto se cambió en la Iglesia, pero algo queda…!

En mi niñez las Misas eran en latín y con el sacerdote de espaldas a la Comunidad. Eso no me llamaba la atención, pues así se celebraba en todas partes y nadie hablaba de otra alternativa. Yo veía a las viejitas que durante la Misa les rezaban a los Santos en sus altares y me parecía normal. En aquel tiempo cosa que nos parecerá ahora increíble se insistía sobre todo en la obligación de la Misa bajo pecado mortal y casi no se hablaba de su sentido.

Y lo más increíble en relación a ese mandamiento es que se decía que la Misa valía con tal que llegara uno al Ofertorio. No importaba la Lectura del Evangelio ni la predicación. Como yo era joven buscaba a una Misa que duraba 20 minutos y en la que el sacerdote no predicaba. Como era muchacho deportista estaba yo cascareando el balón en el parque junto a la Iglesia y cuando oía que empezaba el Ofertorio me metía a la parroquia y así cumplía con la obligación de la Misa, de una Misa de 10 minutos.

Por la formación de mi familia le daba yo en la práctica mucha más importancia a la Comunión como un encuentro muy personal con Jesús, pero prácticamente separada de lo demás de la Misa. Por cierto nunca se hablaba en ese entonces de Eucaristía o de la Cena del Señor. Simplemente se llamaba Misa con una palabra cuyo sentido era desconocido.

Ya en el Seminario o Casa de Formación fui comprendiendo el sentido de la Eucaristía y ciertamente celebrábamos la Misa con mucho respeto y devoción, y con cantos muy hermosos y con cantos gregorianos en los días de fiesta. Era algo central en nuestra vida religiosa. Pero en la Misa de cada día que seguía siendo en latín no había predicación del Evangelio. Y si mal no recuerdo eso pasaba aún los domingos. Esto no es de admirar pues aún en teología el estudio de la Biblia era materia secundaria. Lo principal era la Dogmática y la Moral. Y obviamente en los estudios de Filosofía no teníamos acompañándolo alguna iniciación seria a la lectura de la Biblia. Como una novedad y algo no visto en clases, mi Tesis de Teología tuvo como título "Mensaje de Dios y palabra humana” como un pequeño ensayo sobre los géneros literarios.

En todos estos años dábamos Catecismo, el Ripalda o algo parecido, sin contenido bíblico. Que yo recuerde solamente en algunas charlas misioneros populares jesuitas nos hablaron más de la Biblia y de la necesidad de su difusión. Ya en Teología próximo a la Ordenación estaban los aires del Concilio, una Teología renovada y un estudio bíblico más a fondo y también en relación con las Escuelas llamadas protestantes y con más contenido histórico. Pero las Misas seguían igual.

Cuando termina el Concilio el primer cambio que sentimos y experimentamos en el

Teologado fue el de la Misa de la Juventud con excelente predicación adaptada a los jóvenes (Jorge Manzano S.J) y con un grupo musical (la Fauna) formado por estudiantes jesuitas y con ritmo y música profesional creativamente en sintonía con los jóvenes. Eso sin duda fue un avance. Pero creo que en muchos lugares el único cambio importante además del idioma fue la música y cantos ya sea para los jóvenes, o para la Comunidad en general. Algo muy distinto empezó en la Catedral de Cuernavaca donde Don Sergio juntó en la Misa dominical la música con los mariachis con una predicación muy profética y encarnada en la situación de México.

Como los cambios del Concilio llegaron poco a poco según se fueron autorizando, cuando me ordené la Misa se decía todavía en latín y de espaldas al pueblo. Aún ahora me duele ver las fotografías de mi Primera Misa de espaldas al pueblo. Empecé tímidamente a hacer unos cambios: en gran parte de la Misa me ponía de lado (en el Altar empotrado en la pared) para no estar de espaldas todo el tiempo.

También comencé a dobletear algunas oraciones de la Misa o sea la decía en latín y en español. Un compañero me animaba a decir casi todo solo en español, pero no lo podía hacer pues según nos enseñaban eso era pecado mortal. Como también era pecado mortal si te faltaba algún ornamento y las velas estaban apagadas. ¡No sé en qué lugar del Evangelio encontraron eso! Por 1965 fui a Chile y ahí antes que en otros países por autorización de los Obispos la Misa ya se celebraba en español.

¡Qué alivio! Pero la Consagración tenía que ser en latín como si fueran palabras mágicas.

Bueno aquí dejo estos recuerdos históricos. Pueden servir especialmente a los lectores que no vivieron todo esto para comprender y valorar mejor el cambio que nos trajo el Concilio, aunque ese impulso tal vez se quedó un poco frenado y en algunos casos se ha metido reversa. Dando un salto hasta los años 72 y siguientes, les voy a compartir algunos sencillos ejemplos de cómo procuramos celebrar encarnada y creativamente la Eucaristía en nuestras CEB de Centroamérica y México.

2.- La Celebración Eucarística en nuestras CEB.

Lo que el artículo de Marcelo Barros publicado en Christus nos expresa sobre la experiencia de las CEB de Brasil, lo vivimos en el cada día de nuestras Comunidades en Centroamérica. La encarnación y riqueza de símbolos se expresa especialmente en los Encuentros Nacionales y en los Encuentros a nivel Centroamericano. Esto se manifiesta desde el arreglo del local en que claramente se ponen fotos, murales, carteles de lo que estamos viviendo en ese momento a nivel país o región. Esto se

reafirma y expresa en las palabras de Bienvenida. Y tenemos entre otros este lema: La Misa y la Vida siempre Unidas.

Las diversas partes de la Eucaristía o se reparten por países si el Encuentro es Centroamericano o se reparten por las diversas regiones del país. Por ejemplo una región toma el Acto Penitencial y con símbolos y cantos, además del pedir perdón personal y comunitario, pedimos perdón por los crímenes y violaciones contra las y los migrantes, o por la guerra del narcotráfico o por la destrucción de la Pachamama.

Algo semejante se va haciendo repartiendo por regiones la preparación y comentario las Lecturas, la Acción de Gracias en torno al Prefacio y el hacer un Signo de Comunión antes de la Comunión. Además todas las regiones (o países) a partir de su vida preparan el Ofertorio con su propia ofrenda que todos hacemos nuestra. De la experiencia vivida quiero resaltar la riqueza con que las CEB de Guatemala nos expresan en sus celebraciones desde la cultura y sabiduría maya o la destrucción de la Pachamama (en el perdón) o el compromiso de cuidarla (en el ofertorio) o en la Comunión de la Humanidad con la Madre Naturaleza.

También es bueno notar que especialmente las Comunidades Juveniles expresan muy creativamente los signos de la Comunión antes o después de Comulgar. Y de diversas maneras todas las Celebraciones son muy encarnadas y muy comprometidas.

3.-Algunas preguntas mordientes. El desafío de una Liturgia viva, encarnada y comprometida, y muy lejos de la Rutina.

Empiezo con unas observaciones o preguntas tal vez un poco duras, pero que creo es necesario hacernos.

a) El pasado litúrgico antes del Concilio Vaticano II, en cuanto a participación era muy negativo, como recordaba yo al inicio: Misas en Latín y de espaldas al Pueblo. Para mi era una tortura celebrar así y por eso dobleteaba –en español y latín- las partes principales de la Misa. Y no lo podía decir en español, pues eso sería pecado mortal. El Concilio hizo un cambio radical no solo en lenguaje y cantos, sino en el llamado para que las Celebraciones fueran participativas. Entre las iniciativas

que brotaron muy pronto, fueron las Misas de la Juventud con predicación y cantos apropiados a la cultura y dinámica juvenil.

La pregunta es si hoy después de más de 40 años ¿en verdad nuestras Eucaristías-más allá de los cantos y de algunas ofrendas- son participativas para la mayoría de nuestro Pueblo? ¿En qué se manifiesta esto? Por cierto en las Ofrendas, sin que sea algo negativo, pero muchas veces solo se repite ofrecer la Biblia, el Agua, la Luz.

b- La Uniformidad estrecha con el pretexto de la Unidad y de la Comunión Universal.

Con sentido común y sentido pastoral podemos preguntarnos ¿Cómo puede ser totalmente igual y uniforme una Eucaristía celebrada en la Ciudad de México y en una Ranchería Campesina? Y aun dentro de nuestra megaurbe ¿Cómo puede ser totalmente igual una Eucaristía celebrada en el Pedregal de Sn. Angel o en Netza o en Contreras o en Tlanepantla? ¿Qué diríamos respecto a la riqueza y diversidad cultural de nuestras regiones Indígenas? Obviamente no propongo con atrevimiento desmedido que se cambien las partes sustanciales de la Liturgia Eucarística, pero en cuanto al lenguaje, símbolos, acentos, ¿qué se podrá hacer para que como dice el Concilio haya una participación activa,

consciente y devota de nuestro Pueblo?

c.- La Liturgia tiene un Rito, pero no es primariamente un Rito. Y la Liturgia se hizo para la Comunidad-para la Iglesia, y no se hizo la Comunidad para la Liturgia- recordando lo que Jesús nos dijo de la Ley del Sábado. Obviamente los Ritos son necesarios en muchos aspectos y dimensiones de la vida humana. Y es necesario que la Celebración de la Eucaristía tenga sus Ritos propios. El riesgo es que los Ritos dominen y hagan desaparecer u oculten la vida. El otro riesgo es que los Ritos sean tan rígidos que las Celebraciones pierdan su vitalidad, su sentido, su encarnación. San Pablo en la Carta a los Corintios nos da una luz muy fuerte e interpelante.

El nos dice con firmeza: Cuando en la Celebración se humilla a los que no tienen, esa no es la Cena del Señor. O sea aunque se dijeran las palabras rituales de la Consagración- que el mismo Pablo nos transmite, si hay esa humillación e injusticia, esa no es la Cena del Señor.

Y si pensamos en las palabras de la Consagración, obviamente no son una fórmula mágica. Como recordaba al inicio de este escrito aun antes de la aprobación Conciliar en Chile la Misa ya se celebraba en español autorizado esto por los Obispos y por Roma, pero las palabras de la Consagración tenían que ser en Latín. Desde 1966 y 1969 se autorizó entre nosotros la Celebración en español, pero en las palabras de la Consagración se tenía que utilizar el vosotros y no el ustedes. Y ahora después de tantos años viene desde Roma la autorización de emplear el Ustedes…y tuvo que venir desde Roma. Pero además se pone una traducción – creo que literal del latín- donde se nos dice que hay que decir La Sangre derramada por "muchos”, en lugar de por "todos” o por la humanidad. En traducciones serias de la Biblia, se dice que eso es un modismo que en realidad equivale a todos. Pero aun prescindiendo de esa explicación ¿quién de nosotros se atrevería a afirmar que Jesús no entregó su vida por todos, sino solo por muchos? ¿Eso predicaríamos y enseñaríamos en el catecismo? Y ¿Quiénes son esos muchos? ¿nosotros? o ¿los católicos devotos? Se podrían citar muchos estudios bíblicos que analizan muchos pasajes bíblicos que nos hablan de la salvación universal.

En ese sentido la interpretación de "por muchos.” hay que verla en ese contexto, y no como un texto aislado de discutible interpretación. Se puede consultar al respecto un estudio amplio y bien documentado de Noé Soto Valdez sobre la Universalidad de la Salvación de Cristo (pueden ver el resumen de este artículo en el No. 199 -2011de Selecciones de Teología) Pero ahondando más en esto. Cuando hacemos la Conmemoración de la Cena del Señor ¿simplemente repetimos con fe las Palabras que nos transmiten los Evangelistas y Pablo? O ¿queremos unir nuestra vida personal y comunitaria a la vida y entrega de Jesús?

En este sentido no solo Recordamos, sino Conmemoramos, queremos y pedimos la acción del Espíritu Santo para que ese misterio de Salvación se haga presente entre nosotros y no solo por lo que se suele llamar la transubstanciación del pan y del vino, sino también por el cambio y ofrenda de nuestra propia vida para con Jesús y en El ser pan, alimento, alegría y esperanza para los demás.

Cuando proclamamos: Anunciamos tu Muerte ¿solo anunciamos la muerte de Jesús-su ejecución y su entrega por Amor o también anunciamos la muerte de nuestro pueblo y todas y todos los que siguen siendo crucificados por hambre, por violencia, por muerte atroz, por abandono y desesperanza. Cuándo proclamamos su Resurrección ¿sólo proclamamos la de Jesús, o la fuerza de la Resurrección presente como nos dice Aparecida en toda lucha por una vida digna, presente en la vida de cada día y también en tantos testigos fieles del Evangelio aun con la entrega de su vida? Y esa fuerza ¿no está también presente más allá de las fronteras de nuestra Iglesia, y eso proclamamos?

Esto que vengo diciendo ¿no conviene expresarlo en una fórmula litúrgica o en una oración añadida a las del ritual actual? La Comunión tal como suele vivirse ¿no se convierte en un acto meramente individual de mi unión personal con Cristo? Esta unión personal con Jesús es esencial, pero en la Cena del Señor –que está en continuidad con su compartir la comida con todas y todos, sin excluir, y más bien con los excluidos- la Cena tiene otra dimensión también esencial.

Cito a una Mujer, Adriana Irún: El momento de la comida, como tan delicada y maravillosamente lo testimonia el mismo Jesús, es el momento de la comunión entre los presentes, donde se afianzan los vínculos entre todos sin distinción, para pasar a ser "un solo cuerpo” La comida es el símbolo primario del valor social. Cuando una sociedad valora a alguien, lo alimenta bien. ¡De esta manera alimenta Jesús a sus amigos!. Y como con toda claridad proclama Pablo: "Ya no hay diferencia entre quién es judío y quién es griego, entre quién es esclavo y quien hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos son uno solo en Cristo Jesús” Gálatas 3 28-29

Cuando se comparte el pan o se realiza un brindis, se convierten todos en iguales y luego en aliados. Compañero proviene del latín, "con” y "pan”, los que comparten juntos el pan. Pero hoy que la comida (o el hambre) de las mujeres ha pasado a ser una cuestión pública, sus porciones atestiguan y refuerzan su sentido de inferioridad social. Mientras se pida a las mujeres que se sienten a la mesa comunitaria con una mentalidad de autoprivación, la mesa nunca será redonda, con varones y mujeres sentados juntos, sino la tradicional plataforma jerárquica con una mesa plegable para las mujeres añadida a un extremo” (Adriana Irún. Escrito en Piel de Mujer).

Sin duda la Comunión en la Eucaristía no es solo un acto individual, ni menos individualista. Es en su sentido verdadero expresión de la Comunión en Jesús con toda la humanidad. Es expresión de Comunión entre mujeres y varones. Es expresión de comunión especialmente con los excluidos de la Mesa de la Vida. Es expresión de Comunión con la Naturaleza (que ofrecemos en el Ofertorio) y compromiso por quererla y cuidarla como nos enseña Jesús. Y todo esto ¿cómo lo vivimos o expresamos en nuestras Celebraciones de la Eucaristía?

d) Lo central en la vida Cristiana es el Seguimiento de Jesús en la construcción del Reino. Me pregunto y podemos preguntarnos ¿Cómo está presente el Seguimiento de Jesús y su pasión por el Reino en las fórmulas oficiales de la Liturgia y en el modo como celebramos la Eucaristía?

Había comenzado a pensar en estas conclusiones cuando me llegó un escrito de José Antonio Pagola en donde plantea algo semejante a esto último que voy diciendo y lo expresa de una manera sencilla y contundente:” Por eso, no hemos de permitir que los signos sacramentales que se celebran en el culto cristiano sustituyan a los signos liberadores del Reino que Jesús practicaba en la vida: signos de compasión, de justicia, de fraternidad, de acogida, denuncia o curación al servicio de una vida más humana y digna.

La iniciación a los sacramentos y a la doctrina religiosa no ha de suplantar a la iniciación al seguimiento de Jesús y a su práctica del reino. No se trata de minusvalorar la religión sino de entenderla con el Espíritu de Jesús al servicio del reino de Dios. Esta religión profética sólo es posible en comunidades enraizadas de manera nueva en Jesús. Hemos de aprender de nuevo a reunirnos en su nombre, aunque sólo seamos dos o tres, es Jesús resucitado quien ocupa el centro; él quien nos convoca, nos alienta y nos envía.

Hemos de celebrar cada domingo la Eucaristía haciendo Memoria de lo que fue Jesús, interiorizando su proyecto y comulgando con él. Hemos de introducir en la comunidad la dinámica del reino de Dios, recuperando el lenguaje, los gestos, las reacciones y actitudes de Jesús”. (Jesús creador de un movimiento profético de seguidores al servicio del Reino de Dios. 30 abril del 2011)

e) Quiero terminar estas conclusiones con unas preguntas a modo de ejemplo sobre algunas fórmulas litúrgicas que tal vez nos atreveríamos a cambiar sin cometer falta grave y para estar más de acuerdo con el espíritu de Jesús En la proclama tan importante Con Cristo, con El y por El…a ti Dios Padre Omnipotente todo honor y toda Gloria ¿No sería mejor en el espíritu de Jesús y como proclama Pablo en la 2ª.Corintios, decir: a Ti Dios Padre Misericordioso y Dios de todo Consuelo ¿Cuándo habló Jesús en esos términos de Padre Omnipotente? Y ya que toqué este punto me pregunto ¿nos atrevemos a decir en las celebraciones: Dios Padre-Madre?, y en lugar de Todopoderoso, ¿podríamos proclamar Dios Padre-Madre Todo Amoroso? Tal vez les parecerá que exagero, y puede ser exageración, pero es bueno decir lo que pensamos, ventilar diversos puntos de vista y aun atrevernos a ponerlo por escrito.

Respecto al "todo honor y toda Gloria” es bueno tener presente que cuando Jesús nos habla de la Gloria del Padre nos dice que consiste en que seamos auténticos discípulos suyos (Jn 15). Y en el espíritu del Magnificat, Mns. Romero proclama: La Gloria de Dios consiste en que los pobres tengan vida transformando lo que Sn. Ireneo proclamó en el siglo II – La Gloria de Dios consiste en que los hombres (hoy diríamos: los hombres y mujeres) tengan vida. Este modo de entender evangélicamente la Gloria de Dios ¿cómo lo expresamos en la Celebración de la Eucaristía?

Hay un punto muy delicado de tocar, pero que no podemos dejar de lado, es el del Credo. Como bien decían varios santos padres y como el teólogo y canónigo González Ruiz sintetizó en una frase, Creer es comprometerse -obviamente según el Reino de Dios. Pero-perdonen de nuevo el atrevimiento- tal como está formulado el Credo que proclamamos en las Eucaristías, aunque sin duda es verdadero y tiene una larga historia en la vida de la Iglesia ¿A qué nos compromete y qué tiene que ver con nuestra vida concreta?

Pensando en la realidad eclesial y que muchos católicos no va ni va a ir a Catecismo, ni a talleres de formación y que casi su única referencia es la Misa, la formulación del Credo que actualmente proclamamos ¿Qué mensaje les deja y qué omisiones importantes tiene? Si proclamamos- lo que es cierto: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra ¿Dónde queda el Padre Misericordioso y el Dios de todo consuelo que proclama Pablo? ¿Dónde queda Dios Amor de que nos habla Juan en su carta? ¿Dónde queda el Abba, Padre querido como invocaba Jesús? De paso les digo que unas 6 veces se habla en las fórmulas litúrgicas de Dios "Todopoderoso” o de Dios "Omnipotente” Esa insistencia ¿la hallamos en el Evangelio? En sus tentaciones mesiánicas Jesús rechaza expresamente la tentación del poder. Jesús entra a Jerusalén en un burrito, no en coche y grandes caballos como los poderosos de su tiempo. Jesús camino de Jerusalén y en la Última Cena critica esa ansia de poder de los discípulos y critica a los reyes que oprimen a los pueblos, se sienten sus dueños y todavía quieren que los llamen bienhechores.

Que no sea así entre ustedes, advierte Jesús a los discípulos. En ese contexto y en el contexto del uso y abuso del poder que se da en la familia, grupo, cooperativa, gobierno etc…. ¿Es conveniente o tiene sentido subrayar tanto al hablar de Dios decir que es Todopoderoso?

En un sentido semejante al referirnos a Dios, en el Yo confieso ante Dios Todopoderoso, eso más bien nos daría miedo. Es muy distinto si nos confesamos ante Dios nuestro Padre Misericordioso tal como nos lo muestra Jesús en la Parábola llamada del Hijo Pródigo.

Al proclamar nuestra Fe en Jesús- en esa formulación del Credo, aun diciendo verdades muy verdaderas, al común de los mortales se nos atora entender el "descendió a los infiernos”. Y sobre todo nos preocupa que su Misión Misericordiosa, su compasión salvadora no aparece, y sí se subraya el que ha de venir a Juzgar a vivos y muertos. Algo fundamental en la vida y predicación de Jesús es el Reino de Dios, y esto no aparece en el Credo que proclamamos cada domingo. Y nuestra fe en el

Espíritu Santo, se proclama simplemente "Creo en el Espíritu Santo” y no alcanza allí ni siquiera un adjetivo o algo que indique su Misión como nos la anuncia Jesús en el Evangelio y proclaman los apóstoles desde su predicación en Pentecostés.

Al invitar a orar antes del Prefacio decimos: Oremos hermanos para que este sacrificio mío y de ustedes sea agradable a Dios "Todopoderoso” para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. ¿No sería mejor decir sea agradable a Dios que es Amor, o a Dios nuestro Padre querido? Me pregunto ¿en qué pasaje del Evangelio Jesús nos dice que invoquemos a Dios como Todopoderoso? Y en lugar de terminar diciendo que sea para bien de su santa iglesia ¿no sería mejor decir para bien de toda la humanidad?

O al menos podríamos decir para bien de su santa Iglesia y de toda la humanidad. Son detalles, podrán decir, pero reflejan un espíritu, una teología y una mentalidad. Y reflejan también una práctica y un enfoque de nuestra pastoral.

Junto con Marcelo Barros (en su artículo publicado en Christus), me pregunto ¿por qué tantas veces en la Misa (al menos 9 veces) – pedimos perdón? Parecería que habría que arrancarle el perdón a Dios, pero el Evangelio nos habla que al Padre se le conmueven las entrañas y es el primero que corre a abrazar al hijo y darle su perdón. ¿No bastaría pedir perdón en el acto penitencial, en las palabras de la

Consagración del Vino y en el Padre Nuestro? Y además cómo evitar que algunas oraciones de perdón y el invocar el "sacrificio” de Jesús, den la impresión de que se hacen como para aplacar a un Dios justiciero.

Dejo para otros el analizar con calma teológica y pastoralmente otros textos del Ritual de la Misa. Pienso que convendría y sería necesario hacer cambios y/o complementos al texto actual, pero con realismo por ahora eso se ve como algo casi imposible. Me gustaría que algún teólogo y un pastoralista nos acompañara en la reflexión y análisis sobre la Cristología subyacente en muchos textos litúrgicos.

Me atrevería a decir que muchos textos dejan casi en la sombra la dimensión histórica de la vida de Jesús al que queremos seguir en nuestra historia concreta. Y al haber esa sombra o esa distancia, la reflexión que hacemos sobre el Evangelio y el seguimiento de Jesús en nuestras Comunidades-con demasiado atrevimiento- digo que queda como ausente o sin conexión con muchas formulaciones litúrgicas que casi solo invocan a Jesús a la derecha del Padre Omnipotente y sin relación con nuestra vida y el seguir fielmente y con pasión sus pasos.

Conclusión:

Espero no haberme excedido en mis preguntas y comentarios, y espero que se entienda el espíritu con que las hago. También quiero decirles que no soy ingenuo, y que soy consciente de que aun los pequeños cambios que sugiero, es casi imposible que se aprobaran de Roma. También es casi imposible que los sacerdotes y las comunidades parroquiales los fueran haciendo-como antes muchos sacerdotes usaron el "ustedes” en lugar del "vosotros” aun antes de que este gran cambio se aprobara.

También les pido que piensen lo que he expresado de cara a la gran cantidad de católicos que su único contacto con el mensaje de Jesús, es la Misa Dominical. En la práctica ese para ellos el único espacio en que de alguna manera van formando su visión de Dios, del mensaje de Jesús, del pecado y del perdón etc. Por eso mi pregunta es en el modo como celebramos la Eucaristía ¿Qué mensaje están recibiendo? No en teoría, ni solo por la predicación, nuestra celebración ¿es una invitación a recibir la Buena Noticia de Jesús? ¿Despierta la confianza en Dios nuestro Padre querido y en su perdón, quita los miedos, enciende la alegría y el deseo de Dios y su Reino de amor, justicia y solidaridad? Para esos católicos de domingo les queda claro y sentido que Dios es Padre Misericordioso y Dios de todo Consuelo ( 2ª.Cor) y que Jesús es nuestro hermano y que su sueño y pasión por el Reino de Dios, es por una vida Digna especialmente para los más pobres y excluidos?

Sobre lo que he escrito quiero decirles con sencillez que me anima a escribirlo el amor apasionado a nuestro Pueblo, su hambre y su necesidad de una evangelización y celebraciones encarnadas en su vida concreta. También me anima a escribirlo un amor muy profundo a la Eucaristía como centro de nuestra vida cristiana donde especialmente unimos nuestra vida, nuestra pequeña vida a la vida de Jesús, donde unimos nuestro pequeño y frágil amor, al inmenso Amor de Jesús y su pasión por el Reino, donde el pequeño pan que es nuestra vida, en Jesús se transforma en pan, alimento bueno para los demás y en particular para tantos excluidos de la Mesa de la Vida.

No sé si estén de acuerdo conmigo, pero como me apasiona vuelvo a lo que les decía anteriormente: cuando los domingos y en las grandes fiestas veo los templos abarrotados y pienso en la poca y débil evangelización con que muchas de esas personas llegan a la Misa, se me estremece el corazón con Jesús al ver a las multitudes y sentirlas como ovejas sin pastor.

Esas multitudes llegan buscando aunque sea vagamente a Jesús, y muchas llegan con mucha hambre de Jesús y de su Palabra de Vida y conviene preguntarnos: Tal cómo celebramos la Misa y con las oraciones que en ella hacemos, y tal como predicamos ¿Nuestras Celebraciones predomina el Rito o son en verdad alimento de vida para ellos? ¿Son el Encuentro que debería ser con Jesús y su Reino? ¿Son nuestras celebraciones un espacio de Comunión y encuentro fraterno? En nuestras Eucaristías ¿se realiza lo que proclamaba y soñaba el Concilio?: Que los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de la humanidad sean también nuestras y que en ellas hallen con plenitud el sueño, la plegaria y el compromiso por la vida digna, vida plena que Jesús quiere para nosotros.

Managua, Nicaragua. Marzo 2012.
 

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