Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
LA LEY SUPREMA ES EL AMOR
Comentario a Marcos 12,28-34 y Deuteronomio 6,2-6.
Lecturas del Domingo 31º ordinario
4 de noviembre de 2012
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
 
     Hay una oración que recitaban los judíos cada mañana y cada tarde, la llaman "Shemá”, que significa "escucha”. El comienzo de esta oración la escuchamos en la primera lectura, en el libro del Deuteronomio. Se le pide al pueblo que escuche a Dios y que ponga en práctica su palabra, sus mandamientos, por encima de todo. Sería bueno que los católicos acostumbráramos recitar esta oración y que la enseñáramos a nuestros hijos, tal como lo dice este libro sagrado; esta oración que invita al amor a Dios, entendido éste como escucha y como obediencia, no tanto como el cumplimiento de devociones. Escuchar a Dios en la Biblia es de las costumbres menos arraigadas entre los católicos.

     La Iglesia nos ha remitido al Deuteronomio porque precisamente esa fue la respuesta de nuestro Señor a la pregunta que le hiciera un escriba. Jesucristo estaba recibiendo la comparecencia de diversos grupos en los atrios del templo de Jerusalén: se acercaron a él los sumos sacerdotes, escribas, ancianos, los fariseos, herodianos, saduceos, y finalmente este escriba. Según san Marcos, este escriba se acercó para hacerle honestamente una pregunta, sin intenciones de trampa, sólo porque vio que había contestado muy bien a todos los anteriores. Y en este escriba debemos vernos reflejados nosotros mismos. Entre las muchas preguntas que le tenemos que hacer al Maestro está ésta, tan fundamental. Qué bueno que con frecuencia le hiciéramos preguntas a Jesús y él nos las respondiera cuando consultamos los evangelios.

     ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Cumplir mandamientos era la preocupación fundamental de todo buen judío. Y tenían tantos mandamientos, como nosotros los podemos ver abriendo las páginas del antiguo testamento. Nosotros también tenemos muchas leyes. Nuestras sociedades se hacen cada vez más complicadas. No conocemos esas leyes pero más o menos las cumplimos porque convivimos socialmente. También en nuestra Iglesia, tenemos muchos preceptos qué cumplir, pero hay uno, o mejor dicho dos, en los cuales se resume toda nuestra vida cristiana. Nuestro Señor no solamente dice que hay que amar a Dios y al prójimo, sino dice también la manera como hay que amar a cada uno.

     Primero, al responder, Jesucristo le recuerda al escriba y a nosotros esa oración que ambos recitaban a mañana y tarde: Escucha, Israel, el Señor tu Dios es el único Señor. Por aquí empiezan las cosas, antes de hablar de mandamientos hay que acomodar bien las cosas en nuestra fe: no hay más Dios que Dios, y él es el absoluto, el Señor, ninguna criatura comparte su señorío, aunque en nuestra vida sí sucede al contrario. Los seres humanos, aún los católicos, tenemos muchos señores a los que adoramos como si fueran dioses.

     Como Dios es el único Señor, sólo a él hay que amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas. Jesucristo le añade de su cuenta "con toda tu mente”, porque el Deuteronomio sólo trae tres "todos”. Para un judío amar a Dios consistía en escuchar su palabra y cumplir sus mandamientos. No había acto de adoración a Dios mayor que esa. Incluso se podían dar el lujo de no amar a los extranjeros a quienes no consideraban prójimos.

     Nuestro señor Jesucristo pone inmediatamente el amor al prójimo, que no está en la oración judía sino en Levítico 19,18. Y esto es lo típicamente cristiano. No se puede amar a Dios a quien no se ve, si no se ama al prójimo a quien sí se ve. Leemos esto en 1 Jn 4,20. Estos dos mandamientos, dirigidos a personas distintas, el creador y la criatura, no se pueden cumplir por separado, es lo que está diciendo nuestro Señor.

     El amor al prójimo tiene también su medida o su intensidad: como a uno mismo. Qué atinada es esta aclaración que le pone la palabra de Dios, para que no nos quedemos en el aire, para que no hagamos el amor al prójimo a nuestra medida.

Avisos.-
-  Nuestra parroquia de María Madre de Dios ha empezado, gracias a Dios, con la cimentación de nuestro templo parroquial. Agradecemos los apoyos económicos que nos hagan llegar.

 
 

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