Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
BIEN POR BENEDICTO XVI
J. 14 febrero 2013
Carlos Pérez Barrera, pbro.
 
 
     Si pudiera acercarme al Papa, entre muchas otras cosas referentes a otros asuntos que me gustaría platicar con él, en plan de confianza, le diría ahora con un abrazo: ¡te felicito, ánimo, es por el bien de la Iglesia!
  
     Hace más de ocho años muchos católicos, especialmente clérigos, no se habrían atrevido a pensar o a decir esto del Papa Juan Pablo II. Todos estaban de acuerdo con él que "no se debía bajar de la cruz", como él mismo decía. La verdad yo no pienso así de los que ocupamos un cargo de responsabilidad en la Iglesia. De la cruz de la que no debemos bajarnos es la de la fe, somos cristianos hasta el final, aún a costa de nuestra propia vida. Pero una cosa es la vida cristiana y otra es el cargo de responsabilidad que pesa sobre nosotros.
 
     El Papa seguirá siendo cristiano, y seguirá siendo obispo, podrá seguir sirviendo a la Iglesia en otros frentes, puede ser el de la reflexión teológica, escribiendo libros, o dándole consejos al nuevo Papa, o llevando una vida de oración por esta Iglesia que tanto lo necesita. Pero conducir a este rebaño de más de mil millones de católicos, requiere de una persona con más vigor, con más energía, con más visión. Juan Pablo II debió entenderlo así, de lo contrario, son otros los que aprovechan y gobiernan la Iglesia detrás del trono de un enfermo.
 
     Al dimitir el Papa esta Iglesia no se queda huérfana, porque son muchos los que pueden ocupar la sede de Pedro. Si el Papa actual fuera el único, entonces habría que pedirle que ni siquiera se le fuera a ocurrir morirse. Pero no, no es así. No debemos desconfiar de nosotros mismos, ni mucho del Espíritu de Dios.
 

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