Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
DARNOS TIEMPO PARA ESCUCHAR AL MAESTRO
Comentario al evangelio del domingo 16º ordinario, 21 de julio del 2013
Lucas 10,38-42.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     En su camino a Jerusalén, Jesucristo va teniendo diversos encuentros con personas: recordemos aquellos tres que se propusieron seguirlo ante su llamado; luego compareció el maestro de la ley, y ahora Martha y María lo reciben en su casa. Jesucristo, el Maestro que es toda sencillez, sabe hospedarse en las casas de las gentes, esto es buena noticia. La escena personalmente me trae muy bellos recuerdos en mis andanzas de cura rural, aquellas casas del municipio de San Lorenzo, de las rancherías de La Perla, de Ojinaga. El hospedarse en una casa brindaba la oportunidad de entablar una relación más directa y profunda con las personas, una relación que nos ayudaba a hacer llegar el evangelio más al corazón, para que no se quedara en la superficie, como generalmente se queda en nuestras celebraciones, reuniones y en el ministerio ordinario de tantos sacerdotes. Ahí en la casa, Jesucristo tenía oportunidad de palpar la vida ordinaria de las personas, los conflictos caseros, que no pasan a mayores, pero que son una oportunidad excelente para que la buena nueva que era y portaba Jesucristo, llegara a la vida real de las personas, familias y colectivos. Piensen ustedes en los detalles de su casa, cómo se relacionan, cómo se pelean por cosas sin importancia, cómo hay roces personales: "no estás ayudando en la economía de la casa”, "no visitas a los papás enfermos”, "me dejan sola con ellos”, "esposo y esposa no compartimos parejo los quehaceres de la casa”, "yo trabajo fuera y dentro de casa”… y no se diga cuando se viene encima la repartición de herencias, asunto que nos toparemos más delante, en este evangelio de san Lucas, el domingo 4 de agosto.

     En la hospitalidad ante la visita de Dios, es en lo que pone el acento nuestra Iglesia al ofrecernos el pasaje de la primera lectura: Abraham atiende con solicitud a estos tres mensajeros (Gn 18). La visita de Dios se realiza de muchas maneras, en acontecimientos y sobre todo en personas. El creyente debe estar atento para distinguir esa visita y no dejar que Dios pase de largo.

    Martha tenía derecho a presentarle su queja a Jesús. Y nosotros podríamos tomar partido por ella, tenía toda la razón, el trabajo hay que compartirlo en partes iguales. En lo que no tenía razón, y ahí es donde Jesucristo la evangeliza, y de pasada a nosotros, es que ese no era el momento de ponerse a hacer quehaceres. La visita era demasiado importante como para perder el tiempo en las cosas de todos los días. Atención a esto. Los pendientes, las preocupaciones, los quehaceres… todos los días hay tiempo para eso. Si en un momento especial de la vida se mete uno a eso, la verdad hay que decir que se pierde el tiempo, se deja ir la oportunidad. Jesucristo estaba en casa y había que estar con él, dedicarle todo el tiempo a él. María así lo entendió, así lo vivió y esa era la mejor parte, la única parte que ameritaba.

    Los seres humanos en general, empleamos mucho tiempo en cosas que hacen falta, pero que resultan un desperdicio de tiempo cuando hay otras cosas más importantes. Pienso por ejemplo en la formación de los hijos. Qué bueno que papá y mamá tomen nota. Hay que trabajar, procurar el alimento, el vestido, la escuela, pero es indispensable dedicar tiempo a los hijos, a estar con ellos, a platicar con ellos, a enseñarles a ser personas, a ser cristianos. Lo mismo hay que decir de los amigos, de los familiares. Pero sobre todo de las cosas de nuestra fe. Los católicos en general están poco dispuestos a dedicar tiempo a cultivar su fe, su relación personal con Jesús, a escuchar su Palabra, sobre todo esto último, que tanta falta nos hace, a la oración, al apostolado. Son tantas cosas que hay que hacer, incluidas las diversiones, que la gente con facilidad dice que no tiene tiempo. Pero la espiritualidad no es cosa menor en la vida, al contrario, es lo más importante para los que nos decimos creyentes. Insisto más, sentémonos a los pies de Jesús para escuchar su enseñanza, para sentir su presencia. Dediquen tiempos especiales en su semana para estudiar la Palabra de Jesús en los santos evangelios, con pausa, con obediencia, con cariño, con el amor de María, la modelo del discípulo de Jesús.

     Imagínense con esa actitud repasar los diversos pasajes del evangelio de san Lucas: las bienaventuranzas, el amor a los enemigos, el abandono en la providencia de Dios, el llamado de Jesús a seguirlo, la pregunta por la vida eterna, la parábola del samaritano, el milagro de los panes, la proclamación de la llegada del Reino de Dios, etc. Cuántos católicos no han leído nunca el evangelio de san Lucas, ni los otros tres.

 

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