Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
PROCLAMEMOS CON NUESTRA VIDA LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Comentario al evangelio del domingo 27 de abril del 2014
2º de pascua
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     Jesucristo ha resucitado. Todo lo suyo ha surgido a la vida nueva de Dios: su vida y su forma de vivir, sus milagros, sus enseñanzas, su oposición a los sistemas e instituciones humanas que no salvan, que no nos humanizan más, que no nos acercan a Dios; ha resurgido el proyecto del Reino de Dios, toda su Persona. Esta frase, ¡Jesucristo ha resucitado!, no debe ser en los cristianos una frase carente de contenido, como una cantaleta que solamente se repite para que llegue a ser verdad. Este es el peor favor que le podemos hacer a Jesús y su obra. Nuestra manera de vivir es la que acredita nuestras palabras. Por eso san Lucas vio necesario platicarnos la manera de vivir de aquellos primeros cristianos.

     Para los primeros cristianos el ser católicos no consistía simplemente en oír Misa los domingos y fiestas de guardar. San Lucas en su libro de los Hechos de los Apóstoles da cuenta de la vida que ellos llevaban. Quizá, como comentan algunos biblistas, se trataba más de un ideal de vida cristiana que de una realidad. Pues precisamente, si es un ideal, en ese proceso estamos nosotros.

     Nos resistimos a pensar que sea algo anacrónico que quedó definitivamente en el pasado, que en estos tiempos modernos ya no se puede. Lo que pasa es que la resurrección del Señor necesita impactarnos tan profundamente para convertirnos desde el corazón a la vida comunitaria, al desprendimiento de nosotros mismos. Si debemos estar dispuestos a dar hasta la vida como nuestro Maestro, pues las cosas materiales es mucho más fácil compartirlas.

     Así es que ¿cómo vivían aquellos primeros cristianos la vida nueva que les había comunicado el Resucitado? Lo escuchamos en la primera lectura de hoy: "todos los hermanos acudían asiduamente a escuchar las enseñanzas de los apóstoles, vivían en comunión fraterna y se congregaban para orar en común y celebrar la fracción del pan. Toda la gente estaba llena de asombro y de temor, al ver los milagros y prodigios que los apóstoles hacían en Jerusalén. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común…”

     No se trata de la propuesta de un sistema totalitario como los comunismos fallidos que vivimos en el pasado, se trata de la consecuencia necesaria de creer en el Resucitado y en su enseñanza evangélica. Si no vivimos de esa manera, es que no hemos comprendido a Jesucristo. Y en verdad que es así. Por ahora estamos "creyendo” en una imaginación de Jesucristo, nuestra predicación sobre Jesús se ha hecho angelista, se ha quedado en las nubes. Necesitamos volver al evangelio para encontrarnos con el Jesucristo verdadero, el que nos dijo: "vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres… luego ven y sígueme” (Marcos 10,21).

 

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