Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
 
LA RELIGIÓN CATÓLICA CONSISTE EN SEGUIR A JESÚS
Comentario al evangelio del domingo 26 de junio de 2016
13º ordinario. Lucas 9,51-62.
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     El evangelio de hoy nos ilumina claramente en este aspecto: hay dos maneras de entender y vivir la religión. Una consiste en cumplir con una serie de rezos y celebraciones, con una serie de comportamientos que se consideran más o menos pasables o normales, con una serie de cumplimientos, todo eso que da una sensación de satisfacción.
 
     La otra manera es la que nos indica Jesucristo, a la que nos llama él. ¿En qué consiste? En seguirle los pasos a él. Esta religión se va haciendo día tras día. No se puede hacer una lista de cosas como cuando uno va a salir a sus mandados, de manera que le puede ir poniendo palomita a cada cosa cumplida: ya recé en la mañana, ya me persigné al salir de casa, ya saludé a los vecinos y compañeros de trabajo o de escuela, ya me porté amable con los de mi casa a mi regreso; de vez en cuando nos podemos enojar y gritar pero al rato nos contentamos. ¡Ah!, y también me pongo palomita cuando voy a la misa dominical, aunque sea de vez en cuando.
 
     En el evangelio escuchamos, sólo por ponernos unos cuantos ejemplos, que tres personas se le acercan a Jesús. Uno se puede anotar pero es Jesús el que llama, y el que pone sus condiciones. Al primero le hace ver su condición de despojo e indigencia. En cualquier otra instancia o institución le pueden ofrecer a uno prestaciones, gratificaciones. Jesús sólo nos ofrece su persona. ¡Para qué más! En esto la Iglesia se ha alejado mucho, muchísimo de Jesús. En la Iglesia sí hay puestos, ascensos, carreras, títulos dignatarios… al menos en las altas jerarquías. En la base de la Iglesia sí se vive con más gratuidad el ministerio y el servicio.
 
     Al segundo, Jesús lo llama: Sígueme. Éste le pide tiempo para enterrar a su padre. No debemos entender que el papá de esta persona ya estaba tendido en la funeraria. Lo que debemos entender es que al papá la faltaban algunos años, quizá bastantes, para dejar este mundo. A Jesús hay que seguirlo independientemente de las cosas que uno vaya a dejar pendientes.
 
     El tercero también pone el pretexto de despedirse de su familia. No veamos a Jesús como un inhumano que no nos permite realizar alguna que otra despedida, como de hecho se da en nuestros tiempos. Seguramente no se trataba sólo de un beso de despedida y vámonos detrás de Jesús. Debemos pensar que se trata de uno que no quiere romper las ataduras con el pasado. Hay que poner por eso el acento en la mirada al frente y no hacia atrás. Eliseo, en la primera lectura, nos da el ejemplo de quemar las naves para no tener medios de volverse atrás: mató a los bueyes con que andaba arando y asó la carne con la leña de su arado. Cortemos con nuestras seguridades mundanas para seguir a Jesús. No dudemos en lo que dejamos, nuestra seguridad es Jesús.
 
     Con este pasaje no pensemos sólo en las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. El llamado de Jesús es universal, es a todos: para ser catequista, servidor de la caridad, de los enfermos, de la pastoral obrera o universitaria, de la pastoral de los derechos humanos, etc. Jesús nos llama para ser verdaderamente cristianos, colaboradores de su obra.
 
     Para seguir a Jesucristo es necesario irlo conociendo progresivamente en el estudio de los santos evangelios. No se puede conocer a Jesús a partir de las ideas o conocimientos que tradicionalmente hemos recibido. No. Es necesario ir a los santos evangelios, porque el Cristo verdadero nos lo predican los evangelistas, ésa es la enseñanza recibida de los primeros testigos, de los testigos privilegiados, es la enseñanza que nos hace ser Iglesia apostólica. Los santos evangelios nos ponen en contacto directo con la persona de Jesús: sus parábolas, sus milagros, sus prioridades, sus preferencias, sus enseñanzas verbales, su forma de vida, su transparencia, su libertad, su espiritualidad, sus conflictos, su entrega de la vida, etc., etc.
 
     No nos confundamos. No leemos los santos evangelios para cumplir con un mandamiento de Jesús o de la Iglesia. De ninguna manera. Estudiamos los santos evangelios para que Jesucristo continúe cumpliendo su tarea de ser maestro de nosotros que somos sus discípulos. Si no escuchamos su Palabra, ¿cómo podemos considerarnos discípulos? Estudiamos los santos evangelios para que Jesucristo continúe dándonos forma, formándonos, moldeándonos a su gusto no al nuestro. Estudiamos los santos evangelios para seguir a Jesucristo, paso tras paso, con creatividad ante los tiempos que nos ha tocado vivir, sin ingenuidades ni anacronismos.
 

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