SEGUIR A JESÚS POR EL REINO
Comentario al evangelio del domingo 22 de enero de
2017
3º ordinario
Mateo 4,12-23.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Jesucristo se presentó en
Galilea con la proclamación que acabamos de escuchar: "Conviértanse,
porque ya está cerca el Reino de los cielos”. Todos nosotros, discípulos de este Maestro, debemos tener bien claro,
al menos hasta donde nuestra espiritualidad nos lo permita, que la primera y
más fundamental convocatoria de nuestro Señor fue la cercanía del Reino de los
cielos. Y como buenos creyentes, debemos preguntarnos ¿qué es eso del reino de
los cielos? El reino de los cielos es un misterio que no podremos entender a
cabalidad, por muy inteligentes y creyentes que seamos. Pero aún así, siendo un
misterio tan grande de Dios, es su propuesta para este mundo. Jesucristo es el
portador de este que podríamos llamar el proyecto de Dios para la humanidad. Lo
que Dios quiere para nosotros está comprendido en esta expresión: reino de los
cielos.
Por tratarse de un misterio al que estamos
convocados a entrar y comprender de manera paulatina, se requiere de todo un
trabajo espiritual. Lo primero que tenemos que hacer es aceptar la invitación
de Jesús a hacernos discípulos suyos. Nos dice este pasaje evangélico de hoy que
Jesucristo llamó inicialmente a estos cuatro pescadores: Simón, Andrés,
Santiago y Juan. Su llamado era éste: Síganme.
Estos dos datos son la base de nuestra
identidad de cristianos: el Reino de los cielos y el discipulado. Jesucristo, a
lo largo de los santos evangelios, nos irá exponiendo este misterio de Dios
llamado Reino por medio de parábolas y de milagros. Muchas de ellas comienzan
precisamente con estas palabras: "el
Reino de los cielos es semejante…”. Nuestro discipulado consistirá en el
dinamismo de seguir a Jesús por los lugares de Galilea que nos conducirán,
tanto al Maestro como a sus discípulos, hasta Jerusalén, hasta la entrega plena
de la vida en una cruz.
Todo el evangelio, los cuatro, toda la Palabra
de Dios, toda la persona de Jesús son en realidad la clase, la exposición o
enseñanza de Dios acerca de su proyecto, que es un proyecto de vida para todos,
de inclusión, de gratuidad, de amor, de justicia, de paz para todo este mundo.
De nosotros este proyecto de Dios exige
conversión. Hay que preferir esta palabra a otras que utilizan nuestras biblias
para traducir el original griego: arrepentimiento, penitencia, cambio de vida,
etc. O mejor, hay que incluirlas a todas. La palabra conversión, en el sentido
evangélico, en labios de Jesús, consiste en un cambio radical de vida, de
mentalidad, de criterios, de mecanismos sociales, de estructuras
político-económicas, de leyes y procedimientos humanos, un cambio profundo del
corazón de cada uno de los seres humanos, un cambio de orientación de nuestras
vidas, algo que él mismo nos irá explicando a lo largo del evangelio.
El Reino, por ser un misterio tan grande, es un
don gratuito que sólo Dios nos puede conceder. Pero lo maravilloso es que
estamos involucrados profundamente en este proyecto de Dios. Él nos invita en
su Hijo Jesucristo a construir ese Reino de la inclusión para todos. El
seguimiento de Jesús no lo podremos reducir de ninguna manera a ciertas
devociones, al cumplimiento de ciertas prácticas religiosas, a ir a Misa los
domingos, a rezar mucho, etc., todas estas cosas muy buenas y necesarias en la
vida de un cristiano, pero que no pueden sustituir el seguimiento de los pasos
de nuestro Maestro.
Seguir a Jesús es caminar detrás de él. Seguir
a Jesús es alimentarse cada día de su Persona, es decir, un católico ha de
estudiar todos los días los santos evangelios, al menos un pasaje pequeño, como
nos invita el Papa Francisco frecuentemente. Seguir a Jesús es llevar a la
práctica lo que uno aprende en el estudio de los santos evangelios. La buena
noticia de Jesús que encontramos en los santos evangelios no es ni de lejos una
legislación como la de Moisés. No leemos los santos evangelios para cumplir
unos mandamientos de manera exteriorista y superficial, como cumplir con la
circuncisión, con el sábado y todas las reglas de pureza del AT. No. Lo de Jesús
es una buena noticia de salvación para el mundo en la que nosotros tenemos que
trabajar. Ningún cristiano se debe limitar a trabajar sólo por su salvación
personal, rezando mucho por sí y por el mundo, portándose bien para no irse al
infierno. Así no. El cristiano, siguiendo a Jesús, debe saber que sólo
trabajando de manera muy activa por la salvación de todo nuestro mundo,
estaremos siguiendo los pasos de nuestro Maestro. Por la salvación del mundo
estaremos dispuestos a llegar a la entrega de la vida en una cruz como Jesucristo.
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