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APRENDAMOS A SER POBRES
Jueves 26 de enero de 2016
Carlos Pérez B., Pbro.
A propósito del
evangelio de este próximo domingo, y por la incertidumbre que estamos viviendo
por las agresiones verbales y los mandos ejecutivos del presidente del vecino
país, habría que proponernos llevar a la práctica las enseñanzas de nuestro
Señor y Maestro: "bienaventurados los pobres en el espíritu”.
Si aprendiéramos
a ser pobres y equitativos, podríamos compartir el frijol y el maíz que produce
nuestro rico suelo en el que el Creador nos colocó a los mexicanos, y nos daríamos
cuenta que es suficiente para todos y hasta nos sobra, y que no sólo producimos
frijoles y tortillas, sino también peces y ganado, y muchas frutas y verduras. Pero
si tenemos aspiraciones de vivir como ricos, con todos los adelantos tecnológicos
que nos vienen del extranjero, aunque la inmensa mayoría no lo pueda hacer,
pues entonces sí vivamos en la angustia. ¿Qué será de nosotros si al Sr. Trump
se le ocurre recoger todas sus empresas maquiladoras que sólo dejan aquí ínfimos
salarios? ¿Qué será de nosotros si Estados Unidos nos regresa a los millones de
mexicanos que están allá sin documentos y su muro va a impedir que sigan
pasando otros?
Si aprendiéramos
a ser pobres, como Jesús, nada nos preocuparía. Suena muy romántico y
espiritualista, pero es la verdad más profunda de Alguien que precisamente más
sabe de humanidad: "No anden preocupados por su
vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida
que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no
siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las
alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?”
(Mateo 6,25-26).
Si aprendiéramos a ser pobres, además de ser felices, diríamos que el
Sr. Trump resultó ser una bendición para nosotros.
Como asunto aparte: esa terquedad del Sr. Trump de que los mexicanos debemos pagar el muro, nos parece un soberano disparate, como si uno dispusiera que mi vecino pagara la barda con la que yo quiero cercar mi casa. Yo estaría culpando a mi vecino, sin ningún juicio previo, investigación ni dictamen de un juez, que él es el culpable de que los ladrones se me estén metiendo a mi casa. ¿Eso es lo que este señor nos está diciendo? Así acostumbra lanzar culpas sin ningún fundamento.
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