Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





MOMENTO DEL ACTUAR.-

             ¿Qué propósitos sacan ustedes al estudiar este tema?

             En la reflexión escuchamos la pregunta: ¿Qué cosas nos regala Dios? Respondan esta pregunta en su casa, hagan un repaso de las muchas cosas que nos regala Dios.

             Preguntamos también por las exclusiones e inclusiones de nuestro mundo. ¿Te sirve este tema para abrirte a las personas que son diferentes? Trabajamos por un mundo sin exclusiones.

       Comentar este tema con los de mi casa y leerles las citas bíblicas.  Puedo hacerlo también con algún vecino o conocido.

 

Oración final.-

Los que gusten pueden hacer algunas peticiones.

(Luego se dice): "Pidamos el Espíritu Santo para que nos guíe y nos fortalezca en este tiempo de cuaresma para que sepamos abrir las puertas de nuestro corazón a los débiles y a los pobres, de modo que podamos participar de la victoria de Cristo, entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

 

Avisos y canto final.- Dar el día, la hora y el lugar del próximo encuentro. Entonar algún canto cuaresmal o un canto de acción de gracias.

 

4o. Encuentro: EN ESTA CUARESMA JESUCRISTO CONVOCA A ESTE MUNDO A SALIR DE SU CEGUERA Y ABRIRSE A LA LUZ DE DIOS.-

ORACIÓN Y CANTO.-  Reciten alguna oración al Espíritu Santo y/o algún canto.

 

MOMENTO DEL VER.-

        En nuestro barrio ¿hay algunas personas invidentes o con alguna otra discapacidad?

        ¿Qué trato reciben de los demás estas personas con alguna discapacidad?

        ¿Qué medidas ha tomado nuestra sociedad para que las personas con alguna discapacidad se puedan conducir y valer mejor entre nosotros?

        ¿Qué hace la Iglesia, de la que nosotros formamos parte, para salir al paso de las personas que padecen alguna discapacidad?

MOMENTO DEL PENSAR  Ó  ILUMINACIÓN.-

(Material: Una imagen de Jesucristo curando a un ciego).

Leamos Juan 9,1-41. (Se puede leer el pasaje una segunda vez pausadamente).

        Al ver al ciego ¿qué le preguntan los discípulos a Jesús? Debemos quedarnos con la interrogante de por qué piensan que el ciego es un pecador.

        ¿Cuál es la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos?

        Jesucristo le devuelve la vista a este ciego y vemos que se arma la controversia por esta señal milagrosa. ¿Cuántos dimes y diretes expresan los fariseos? ¿Hay algunos que se alegran por su curación?

        ¿En algún momento se nota que el ciego se arrepiente de haber recibido la vista?

        Jesucristo nos deja al final una pregunta: ¿Quiénes son los verdaderos ciegos?

Complementación.-

Camino de la pascua, la Iglesia nos ofrece esta obra admirable de Jesucristo: la transformación de un hombre que yacía postrado a la orilla del camino, un ciego y limosnero. No se trata meramente de la curación de un enfermo. Jesucristo no se muestra aquí como un cirujano oculista de los mejores, como los encontramos hoy día. No. La vista no es lo único que recuperó este hombre. Veamos.

Jesucristo tiene los ojos de Dios para mirar a este pobre hombre. Con esa mirada él ve lo que otros no alcanzan a ver, Jesús ve la obra de Dios en él, mientras que los demás sólo ven el pecado encarnado en una persona privada de la vista. Si los demás no alcanzan a ver a Dios en él, es que también están ciegos.

Es sábado, el séptimo día de la creación. Los judíos pensaban que Dios se tomaba el sábado de descanso. Jesucristo, en cambio, estaba convencido que para prodigar gracia y salvación Dios no descansaba ningún día (vean Juan 5,17). Es más, Dios había decretado el día de descanso como un derecho de los seres humanos, especialmente de los más pobres. Era un derecho, no una obligación, era un día para re-crear el cuerpo, re-crear el espíritu, recrear a todo el ser humano. Y esto es precisamente lo que hace Jesús, re-crear a este hombre. Lo toma en sus manos para hacerlo nuevo. Y eso quiere hacer con todos nosotros, a eso ha venido. Con su saliva hace lodo para untárselo en los ojos. Se parece cuando el Creador, con sus manos, formó a Adán del barro de la tierra.

Jesucristo no sólo le abre los ojos, le abre también la mente y los labios. En sus discusiones este hombre resulta más pensante que los mismos fariseos, razona mucho mejor. Un pensador religioso se rinde ante la evidencia, y eso hace el que era ciego. Vean el versículo 25: "sólo sé que era ciego y ahora veo”. Y su lógica religiosa es mejor que la de ellos: "Sabemos que Dios no escucha a los pecadores… Si este no viniera de Dios, no podría hacer nada”. Más todavía, este hombre, acostumbrado a ser visto como nada, como un ser despreciable, adquiere un valor y una valentía para enfrentarse a ellos, se arriesga a ser expulsado de la sinagoga, que para un judío equivalía a ser excluido de la gracia de Dios.

El último paso en la transformación de este hombre es la apertura de su espíritu, lo que nosotros llamamos fe. "¿Tú crees en el hijo del hombre?”, le pregunta Jesús. "Creo, Señor”, responde él, y se postra ante él. Ha sido transformado por Jesús en un creyente.

Esta obra maravillosa de transformación del ser humano no está exenta de conflictos. Así funciona el mundo. Lo que podría realizarse con el gozo de todo mundo, se topa con resistencias. Lo vemos cuando los indígenas, las mujeres, los obreros, los laicos, los extranjeros, los excluidos por cualquier causa o motivo, se liberan, no faltan mentes cerradas que se opongan a ello. Jesucristo pronuncia sentencia en el capítulo siguiente contra esas mentes cerradas que se oponen a la recreación del ser humano.

Todos debemos tomar conciencia de lo que subraya el evangelista al final de este capítulo: "¿Entonces también nosotros estamos ciegos?” Sí, en este mundo todos debemos ser conscientes de que, si no estamos completamente ciegos, por lo menos sí tenemos una mirada muy corta, y necesitamos que el Hijo del hombre nos abra los ojos, nos unte lodo con sus dedos y su saliva para que podamos ver lo que él mismo alcanza a ver, las maravillas de la vida de Dios en cada uno de los seres humanos, las cosas más profundas de nuestra existencia. El verdadero creyente no es un fanático religioso, todo lo contrario, es una persona con los ojos, la mente y el corazón bien abiertos. Esta obra es la que queremos vivir esta próxima pascua y siempre.

 

MOMENTO DEL ACTUAR.-

        ¿Qué propósitos sacan ustedes al estudiar este tema?

        Debemos proponernos reconocer con toda humildad que tenemos nuestros momentos de ceguera, porque cerramos los ojos a la verdad de Dios ya que pensamos que no nos es favorable, que nos incomoda, como incomodó los fariseos de aquel tiempo. Sería bueno que cada quien en su casa hiciera un repaso sobre las propias cegueras.

        Debemos proponernos también reconocer que hay otras personas que ven lo que nosotros no alcanzamos a ver, y nos cuesta aceptarlo. ¿Quiénes en este mundo y en la Iglesia nos ayudan a ver?

        Comentar este tema con los de mi casa y leerles las citas bíblicas.  Puedo hacerlo también con algún vecino o conocido.

 

Oración final.-

Los que gusten pueden hacer algunas peticiones.

(Luego se dice): "Pidamos el Espíritu Santo para que nos guíe y nos fortalezca en este tiempo de cuaresma para que sepamos abrir las puertas de nuestro corazón a los débiles y a los pobres, de modo que podamos participar de la victoria de Cristo, entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

 

Avisos y canto final.- Dar el día, la hora y el lugar del próximo encuentro. Entonar algún canto cuaresmal o un canto de acción de gracias.

 

5o. Encuentro: LA PASCUA ES LA FIESTA DE LA VIDA DE DIOS.

ORACIÓN Y CANTO.-  Reciten alguna oración al Espíritu Santo y/o algún canto.

MOMENTO DEL VER.-

        ¿Cuáles son los hechos o signos de muerte que encontramos en el mundo de hoy?

        ¿Qué señales de vida, y de esperanza de vida, contemplamos en nuestro tiempo?

        ¿Quiénes dan su vida para que los demás tengan vida? Digan nombres de personas de nuestros tiempos: unos que dedican su vida a servir a los demás, y otros que arriesgan su vida por los demás.

MOMENTO DEL PENSAR  Ó  ILUMINACIÓN.-

(Material: Un crucifijo y una imagen de Cristo resucitado. También se puede tener la imagen de Cristo Levantando a Lázaro del sepulcro).

En la Semana Santa vamos a vivir y a celebrar el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.  ¿Cómo llegó Jesús a estos momentos?  Nosotros quisiéramos ver en Jesucristo a un superhombre, a alguien que estaba por encima de las fuerzas meramente humanas.  No es así.  Jesús se hizo verdaderamente hombre y por eso llegó a la cruz y a la muerte.  Como él, todos los demás seres humanos contamos con la fuerza de Dios para llegar al mismo punto a donde llegó Jesús. Él les enseña a sus discípulos quién es el que los puede sostener en la persecución y ante la muerte: lean Lucas 12,11-12.  Esto que les enseña a sus discípulos él mismo lo puso en práctica, se dejó conducir fielmente por el Espíritu.  Toda su vida se distinguió por esa fidelidad al Espíritu de Dios y en este último momento de la verdad no podía ser diferente.

 

Leamos Juan 11,1-57. (Se puede leer el pasaje una segunda vez pausadamente).

        Recuerden los nombres del pueblito donde vivía esta familia y de cada uno de estos tres hermanos.

        ¿Qué sentimientos tenía Jesús hacia estos tres hermanos?

        Jesucristo dice que esta enfermedad no es de muerte sino ¿para qué? Vean el versículo 4.

        ¿Qué consecuencias le trae a Jesús darle vida a Lázaro? Esta es la conclusión importante a la que nos quiere conducir el evangelista, como lo vemos en la siguiente reflexión.

 

No veamos a éste como un mero milagro de Jesucristo de regresar a un muerto de la otra vida o de la corrupción de la carne. Se trata de una señal, como lo llama este evangelista. A una señal hay que entenderla, con amplitud, con profundidad. ¿Qué mensaje nos quiere dar Jesús con sacar a Lázaro de la tumba?

En un suburbio de Jerusalén, diríamos hoy, a unos tres kilómetros, en Betania vivían estos tres hermanos: Martha, María y Lázaro, una familia a la que Jesús amaba, tres discípulos entre los muy dispersos que tenía. Seguramente Jesucristo se hospedaba con esta familia en sus viajes a la ciudad santa. Lázaro cae enfermo de muerte, una realidad muy humana y muy frecuente. Jesucristo ve más allá de la enfermedad y la muerte. Como con el ciego, Jesús ve la gloria de Dios, no sólo por el milagro inmediato que es obrado en estas personas, sino porque toda vida humana habla de la gloria de Dios. Sólo los verdaderos creyentes tienen esa mirada profunda.

Jesucristo se toma su tiempo. Las cosas de Dios no son de emergencia, son serias pero calmadas. No se trata de hacer a última hora lo que no se hizo desde antes como acostumbramos los católicos. El apuro de Martha y María no era que Lázaro no se había confesado. Jesucristo tampoco entraba en esas emergencias. La situación de Lázaro era sólo la enfermedad. Había que salvarlo, pensaban sus hermanas: "si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”, le reclaman ambas por su tardanza. Pero el trabajo de Jesús va más allá que sólo curar a un enfermo. Y esto es lo que el evangelio pretende que comprendamos: el trabajo de Jesús es dar la vida a los muertos, en todos sus sentidos, la vida plena, la vida eterna.

En Lázaro vemos personificado a todo este mundo de muerte. No se trata sólo de levantar a un muerto, sino a todo este mundo, porque este mundo está todo moribundo: social, personal, ecológicamente; en todos sentidos. Y Jesús es la vida en plenitud. Nosotros nos identificamos con Lázaro, estamos tan graves como él, tan inmersos en este mundo de muerte. Y también nosotros somos amigos a quienes Jesús tanto ama.

La obra del Padre, nos había dicho Jesús desde el principio, es dar la vida a los muertos (vean Juan 5,21: "Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere”). Eso mismo ha venido a hacer el Hijo. Es de llamar la atención que mientras que Jesucristo trabaja dando la vida, el Sanedrín, la cúpula religiosa y política de los judíos, se va a reunir para decretar la muerte de Jesús. Vean los versículos 47-53 de este capítulo: "Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: « ¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación. » Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: « Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación. » Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte”. Como vemos, no sólo planean la muerte de Jesús sino hasta la del mismo Lázaro, recién sacado de la muerte.

El diálogo con Martha es más que interesante y revelador. ¿Podríamos poner a cada católico en el lugar de Martha? Martha por lo menos cree firmemente en la resurrección del último día. Muchos católicos ya no lo creen así. Sin embargo, Jesucristo hace sus precisiones sobre la vida: "yo soy”, no seré, dice Jesús. Jesucristo es la vida ya, presente, perenne. Quien cree en Jesús ya no puede morir, la muerte ya no existe (veamos 1 Corintios 15,55), sólo existe la vida. Por eso Jesucristo se enfrenta a la muerte tan decididamente, por eso tantos mártires de Jesucristo.

Esta convicción es la que hace que cambie nuestra manera de vivir. Le decimos a los jóvenes, a todas las personas, a todo mundo: ¡vive la vida con generosidad, vive la vida no para ti sino para los demás, vive para Dios! Vive la vida intensamente, como Jesucristo. Si lo hacemos así, es que hemos entendido la señal de Lázaro. Esto es entrar en la pascua de Cristo. La fe es entrar en la óptica de Jesús.

 

MOMENTO DEL ACTUAR.-

       ¿Qué propósitos sacan ustedes al estudiar este tema?

       Debemos proponernos revisar nuestras vidas, nuestros comportamientos para tomar conciencia de si estamos siendo factores de vida o de muerte en nuestro entorno familiar y social.

       Dispongamos nuestras personas y nuestras familias para vivir el misterio de las Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.  Proponerles a los de la casa el apagar ruidos y diversiones que nos distraen del espíritu de la Semana Santa.

       Preparémonos a celebrar la Semana Santa junto con toda la comunidad. No solamente asistamos a los oficios, sino que estemos dispuestos a prestar servicios en la preparación y realización de las celebraciones. Tengamos a la mano y en lugar visible de la cas los horarios de los oficios de semana santa.

       Tengamos presente que la Pascua es la Celebración más grande de los cristianos, y que es una celebración en tres días: el jueves por la noche, el viernes en el oficio y el sábado por la noche.

        Comentar este tema con los de mi casa y leerles las citas bíblicas. Puedo hacerlo también con algún vecino o conocido.

 

Oración final.-

Los que gusten pueden hacer algunas peticiones.

(Luego se dice): "Pidamos el Espíritu Santo para que nos guíe y nos fortalezca en este tiempo de cuaresma para que sepamos abrir las puertas de nuestro corazón a los débiles y a los pobres, de modo que podamos participar de la victoria de Cristo, entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

 

Avisos y canto final.- Dar el día, la hora y el lugar del próximo encuentro. Entonar algún canto cuaresmal o un canto de acción de gracias.