EN EL DESIERTO JESUCRISTO AFIRMA SU MISIÓN
Comentario al evangelio del domingo 5 de marzo de
2017
1º de cuaresma
Mateo 4,1-11.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
El
primer domingo de cuaresma proclamamos y contemplamos cada año a Jesucristo en
su tiempo de desierto. Escuchamos el relato en el evangelio según san Mateo
pero es mucho más lo que debemos entender que lo que las solas palabras nos
dicen. Esta escena de la vida de Jesús nos revela la condición de los seres
humanos. Las tentaciones de desviarnos del camino de Dios están siempre al
acecho. Aquí el evangelista nos habla de tres que engloban a todas las demás.
Fijémonos
que las tentaciones que enfrentó Jesucristo no son tan simples como a veces las
queremos ver desde una moralidad simplista. Por ejemplo, no se habla aquí de
las tentaciones sexuales, que son en las que este mundo siempre piensa, y que
tanto nos atraen, y que tantos dividendos les reportan a los medios que se
dedican a eso. Tampoco están las tentaciones de otros pecados capitales como la
gula, la envidia, la ira, etc. Tampoco están los pleitos, del mal carácter, del
robo.
Las
tentaciones que el diablo le pone a Jesús en el desierto y cada día, hay que
entenderlas en su contexto bíblico. La primera tentación dice textualmente así:
"Si tú eres el Hijo de Dios, manda que
estas piedras se conviertan en panes”. El tentador no le está pidiendo a
Jesús que coma de más, o que se coma unos panes robados. No es el pecado de
gula, porque Jesucristo tenía cuarenta días sin comer. La tentación que el diablo le está presentando a Jesús consiste en tratar de desviar su condición y
su misión. "Si eres el Hijo de Dios”. Jesucristo podía salir de sus apuros
personales recurriendo a su divinidad. Convertir piedras en panes cuando sienta
hambre en cualquier momento, o en agua cuando sienta sed, o en ropa cuando
sienta frío, etc. Entonces Jesucristo no terminaría siendo un verdadero ser
humano si fuera a recurrir a su divinidad. También a nosotros, ante tantos
apuros y problemas a los que nos enfrentamos, nos gustaría hacer uso de súper
poderes, en vez de aceptar nuestras limitaciones para hacer uso de nuestra
creatividad humana. Y lo más grave, consiste en que el diablo tienta a Jesús en
orden de desviar su misión verdadera. ¿Cómo tiene Jesús que demostrar su
condición divina? No por la vía del poder sino por la vía de la misericordia,
de la entrega de sí mismo, de la humillación, de la obediencia a Dios no al
diablo o al mundo, por la vía de la salvación de la humanidad. Jesucristo
responde a esta tentación con la Palabra de Dios: "No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale
de la boca de Dios” (Dt 8,3). Convendría que repasáramos este pasaje del
Deuteronomio para entender mejor la respuesta de Jesús.
Esto
nos tiene que llevar a nosotros a reflexionar en orden a vivir el llamado que
nos hace Jesús para ser sus discípulos. O vive cada quien para sí mismo, o
vivimos para el proyecto de Dios que es la salvación del mundo. ¿Para qué nos
dio Dios la vida? ¿Cómo vive cada uno de nosotros su vida? ¿Nos preocupamos más
por nosotros mismos que por los proyectos de Dios? Contemplemos a Jesucristo.
¿En
qué consiste la segunda tentación? Igualmente el diablo tienta su divinidad,
pero ahora retándolo a que se arroje desde la parte más elevada del templo de
Jerusalén. ¿Cómo la ven ustedes? En esta ocasión incluso el diablo hace uso de
la Palabra de Dios tomada del salmo 91. Para que veamos que incluso hay quienes
buscan hacer caer a los creyentes utilizando mal la sagrada Escritura. Debemos
repetir que toda la Biblia sólo se entiende mirando la persona de Jesús. No se
puede aplicar sin más ni más a la vida o al comportamiento un versículo de la
Biblia tomado aisladamente.
¿A
qué situaciones de nuestra vida corresponde esta tentación? Yo digo, además de
las que ustedes alcancen a ver también, que corresponde a esa tentación que nos
aparta del Dios verdadero, de buscar una protección de tipo mágico de parte de
él. Por ejemplo, pensar que la religión sirve para salvarse de los peligros de
este mundo, de la inseguridad pública, de las tragedias naturales, de los
accidentes, desgracias, problemas económicos, etc. Esto es, que pensemos que
entre más católicos practicantes seamos, más seguros podemos sentirnos en este
mundo. Esto desde luego contradice la cruz de Jesucristo, y el martirio de
tantos hermanos nuestros. Jesucristo responde con otro pasaje del Deuteronomio
(Dt 6,16). Este libro está llamando al pueblo a no ser rebeldes ante Dios. El
diablo quiere que busquemos nuestra seguridad y comodidad por encima de los
planes de Dios. Qué grande tentación.
La
tercera es un ofrecimiento muy tentador para cualquiera. Es el poder, la
riqueza, el honor humanos. El ser humano es capaz de muchas cosas con tal de
acceder a todo esto. Se rebaja, se humilla ante las bajezas, se sacrifican
valores y personas. Jesucristo dijo ‘No’ de manera contundente con la Palabra
de Dios: Dt 6,13. Mateo colocó esta tentación como tercera para cerrar con
broche de oro: sólo a Dios hay que adorar y servir, a nadie más. Jesucristo
coloca esta respuesta en el corazón de todo creyente. La cuaresma nos tiene que
conducir a esto.