QUÉ BIEN QUE AHORA SÍ SE
HABLA DE ESO
Martes 21 de marzo de
2017
Carlos Pérez Barrera,
Pbro.
Este martes
tuvimos los sacerdotes reunión de formación permanente. El tema era la
pederastia clerical. El expositor, un miembro de nuestro presbiterio de
Chihuahua, el p. Daniel Portillo, que ahora está en la Universidad Pontificia
de México, en la ciudad de México.
En este tema se
habló ya con claridad de que efectivamente se dieron y se siguen dando los
casos de abuso sexual de menores por parte de clérigos. Nos costó mucho trabajo
aceptar que en nuestro seno se dieran esas cosas que contradecían intrínsecamente
nuestra misión. No costó aceptar que hubo cerrazón de ojos, falsos respetos
humanos, encubrimiento, complicidad, mentalidad clericalista. Al estar escuchando esta exposición tan
claridosa, de un problema muy viejo, tristemente hay que decirlo y que apenas
hace unos 40 años se destapó, con las consiguientes resistencias de quienes
dirigían la Iglesia universal y las iglesias locales, yo pensaba a cada momento
en la manera como abordamos, como presbiterio y como Iglesia diocesana, el
problema que tuvimos hace casi 14 años (que desgraciadamente no fue el único).
Con cuánta opacidad se manejó. Cómo sufrimos algunos el hostigamiento no sólo
del obispo, hasta amenazas de castigo canónico, sino también el hostigamiento
de algunos miembros del presbiterio y el silencio de los demás.
Hoy se habla
de castigo a los culpables, porque nuestra realidad ya no la podemos seguir
negando. Se ha castigado removiendo a algunos obispos encubridores. Lo que no
se ha hecho es castigar a todos los cercanos que ayudamos con nuestro silencio
tan anticristiano a que las cosas no se abordaran con más valentía a favor de
las víctimas.
Yo quisiera
que fuéramos, ahora que estamos en cuaresma, lo suficientemente humildes para
aceptar el papel tan cobarde que jugamos en aquel entonces, y que si no
cambiamos, lo seguiremos jugando en adelante.
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