¡NO
SEAMOS INSENSATOS!
3er. domingo
de pascua, 30 abril 2017
Carlos
Pérez B., pbro.
Cada evangelista, cada una de las comunidades y cada
discípulo, ha vivido el encuentro personal con Jesucristo de maneras muy diversas.
Los cuatro evangelios nos cuentan estos encuentros, cada uno a su modo y a
partir de su propia experiencia cristiana. El relato de hoy es exclusivo de san
Lucas. Este evangelista nos presenta el encuentro con el Resucitado de los dos
discípulos que caminan a Emaús, como el primer encuentro de la comunidad,
porque ni las mujeres que fueron al sepulcro vieron a Jesús, ni tampoco los
apóstoles. A ellos se les presentaría hasta más tarde. Así es que esta es la
primera experiencia de encontrarse con el crucificado que ha resucitado, y es
un encuentro modélico.
Se trata del camino. Todos andamos de camino, a no ser que
tengamos un estilo de vida muy estacionario, que se vuelve más preocupante
cuando la inmovilidad toca nuestra fe. Estos discípulos caminan tristes y
desanimados hacia su pueblo. Es como el regreso a la vida de antes una vez que
se ha fracasado en una grande ilusión. Jesucristo los había llamado y los había
entusiasmado con su prédica y con sus milagros. Habría que repasar en este
momento todo el evangelio, todo el andar del discípulo tras los pasos de Jesús.
El proyecto del reino de Dios, tal como lo presenta Jesús, no como un programa
de gobierno, sino como un programa de salvación, de felicidad para esta
humanidad que empieza realizándose a partir de los más pobres y desamparados de
la sociedad; un proyecto que nos entusiasma a todos, o por lo menos a las
gentes de buena voluntad. Y Jesucristo nos atrae especialmente por sus
milagros, no como acciones que nos llaman a la admiración, no como actos de
magia, sino porque a través de ellos vemos que palpablemente está llegando su
reino a este pueblo pobre.
Pero qué desgracia más grande: los poderosos atraparon a
Jesús, nuestro maestro, lo condenaron a muerte, lo ejecutaron como a un
criminal. Y de esto han pasado ya tres días… ¿No hemos vivido en otras
ocasiones momentos de grande frustración porque algo pasa y ya no hay remedio?
Por ejemplo la muerte de un ser querido, un accidente, un robo que nos despoja
de lo que habíamos ahorrado a lo largo de años, la pérdida de un empleo... Pues
ahora nuestra frustración es mucho mayor. Nos han arrebatado a Dios que se
había manifestado a nuestro favor.
Esta es una situación que se repite infinidad de veces en
nuestra vida, al menos para aquellos verdaderamente militantes en la obra de
Dios. Este mundo parece salirse con la suya. Los caminos del mal, la maldad
misma parece imponerse con éxito sobre los mejores planes para la humanidad.
¡No puede ser! Mejor apaguemos nuestras ilusiones y dediquémonos a vivir como
todos los demás.
Pero Jesús se presenta como nuestro acompañante, más que
mera compañía, como nuestra fuerza, como la luz que nos ilumina; él nos hace
entrar en una espiritualidad más honda. Nos explica la Escrituras. La Palabra
de Dios escrita encuentra su centro y su sentido pleno en la persona de Jesús.
Al adentrarnos en las sagradas Letras con esta nueva óptica, tomamos conciencia
de que esta obra tan maravillosa como es la salvación de este mundo, no es de
nosotros, es obra de Jesús que vive, que actúa, que levanta, que salva.
Los católicos, ¿ya estamos estudiando la Biblia a partir de
los santos evangelios, a partir de Jesucristo? En la Iglesia de veras que somos
tardos para entender. Hablamos de animación bíblica de toda la pastoral, pero
no deja de ser una mera frase bonita y ahora hasta repetida, pero nuestra
pastoral aún no se anima a animarse a partir de la Palabra de Dios.
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