Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     




¿QUIÉNES SE PREOCUPAN POR EL PUEBLO?

4º domingo de pascua o del Buen Pastor, 7 mayo 2017

 Juan 10,1-10.

Carlos Pérez B., pbro.

 

Después de sanar y transformar por completo a un hombre ciego de nacimiento (capítulo 9 de este mismo evangelio según san Juan), y después de la polémica que se armó por esa señal obrada en sábado, Jesús concluye la señal y la polémica con esta fuerte denuncia que al mismo tiempo es una revelación de sí mismo y de la obra de Dios.

Se vale de unas parábolas para que quede claro el papel que desempeña cada quien de cara al pueblo: la puerta del redil y el pastor de las ovejas. La comparación ya no le resulta familiar a la gente de nuestro tiempo, y menos para la gente que vive en la ciudad. Habría que traducir ésta a otras comparaciones. ¿Quién cuida con más esmero y cariño a los hijos: la escuela, la calle, los compañeros, la delincuencia, el crimen organizado, o los papás?

Así sucedía en aquellos tiempos y lugares de Jesús. Los pastores guardaban sus ovejas en rediles comunes. Llegaba el pastor para sacar a pastar y beber a sus ovejas, y el portero le abría la puerta. El pastor llamaba a sus ovejas por su nombre. Las ovejas reconocían su voz y se acercaban, así el pastor juntaba las suyas y se las llevaba.

Los animalitos efectivamente tienen esa capacidad de reconocer la voz de su dueño. Así por ejemplo el perro de la casa, el caballo y las vacas del vaquero. Cuando vayan a visitar un rancho, comprueben esto y acuérdense de esta parábola de Jesús. En ella habla de ladrones y bandidos. Se refiere a los sumos sacerdotes, a los ancianos, fariseos, escribas. Ellos consideraban a los ciegos, a los demás enfermos, y a los pobres en general, como pecadores, como personas a las que Dios no quería, que por eso padecían tantos males. Eran como los bandidos que entraban al redil por otro lado, sólo para maltratar a las ovejas, así como los ladrones que se meten por la ventana, o por la puerta de atrás, o fuerzan la puerta del frente, cuando nadie los ve. ¿A qué entran? A robar, a destruir, a hacer daño. El pueblo pobre, enfermo y oprimido no encontraba en sus líderes atención y cuidados, más bien maltrato, exclusión, desprecio, condenación; en cambio, en Jesús encontraron todo lo contrario: compasión, ternura, cuidado, salud, salvación, vida.

En nuestro tiempo las cosas desgraciadamente no son diferentes. ¿Cómo han sido los políticos, las gentes del poder y del dinero, el crimen y la delincuencia? Preguntémonos también por los eclesiásticos.

Jesucristo se permite decir que ‘todos’ los que han venido antes eso han sido: ladrones y bandidos (v. 8). Es que está verdaderamente enojado porque la religión de aquel tiempo, y de otros tiempos, no servía para salvar a la gente sino para condenarla. Ejemplo de esto es el ciego de nacimiento. ¿En quién encontró salud, entereza, dignidad? Sólo en Jesús.

Jesús es el buen pastor, Jesús es la puerta que siempre está abierta. Sólo los que no quieren no entran por ella, pero Jesús nos invita a todos a entrar. La de Jesús es una fe y una religión incluyentes. La de aquellas gentes era una puerta cerrada y excluyente.

Miremos nuestros tiempos. ¿Cómo es nuestra Iglesia, cómo somos los católicos, como son nuestros sacerdotes y obispos, cómo son los padres de familia? También preguntémonos cómo es nuestra economía y nuestra política. ¿Buscan el bien de los más pobres? Muchos sólo buscan su interés privado, hacer dinero y más dinero sin importar el daño que le hacen a las personas y a la naturaleza. Qué tristes y dolorosos casos tenemos hoy día de gobernadores que ha sido exhibidos por su corrpución extrema. ¿Qué no se tientan el corazón por el pueblo? Por eso nuestra acción es abrirles los ojos a todos, ésa es la obra de Jesús.

 

 

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