OBRAS
SON AMORES
6º domingo
de pascua. 21 mayo 2017
Carlos
Pérez B., pbro.
Comentaba el
domingo pasado que volvemos a sentarnos a la mesa de Jesús, su última cena
con los discípulos, con una mirada y un espíritu pascual. Jesucristo ha resucitado, y con esa luz
de vida nueva volvemos a esta cena para comprender un poco mejor lo que Jesús nos
había enseñado. Según san Juan son muchas las cosas que Jesús compartió con
nosotros en esa cena. Cinco capítulos dedica este evangelista al momento de la última cena, víspera de su muerte en la cruz, cargados de muy variadas enseñanzas, muy fuertes por ser mensajes de despedida. Si me permiten poner un ejemplo vulgar, en aquel momento
hicimos lo que las vacas, nos aturramos de alimento para luego sentarnos a rumiar
pausadamente esa cantidad de enseñanzas que nos regaló el Maestro. Y con esta intención lo
hacemos con frecuencia, porque Jesucristo continúa alimentándonos con su
Palabra y con toda su Persona, que lo quiere hacer con todo nuestro mundo.
Hoy Jesús nos
dice algo fundamental: "si me aman, cumplirán mis mandamientos". ¿Por qué nos dice esto? Porque es muy fácil hablar de amor, como lo hace todo mundo, en la casa, en la calle, en la tele, en las canciones. Y nosotros nos hacemos parte de esas frases bonitas pero baratas, vacías. Es fácil decir 'te amo', aunque con ello se exprese un sentimiento sumamente superficial, que muy pronto se puede volver indiferencia o hasta odio.
Así nosotros, con qué facilidad le decimos los católicos a Jesús que lo amamos, que él es lo principal, que él es todo. Pero detrás de nuestras palabras puede haber un gran vacío. ¿Cómo dices que amas a Jesús si tu vida, de manera real y efectiva, está puesta en la tele, en el dinero, en tus diversiones, en tu materialismo, en tus placeres? A eso le dedicas tu tiempo y tus energías, ahí está tu corazón y eso es el objeto de tu amor.
Seamos sinceros. A Jesús no lo engañamos. Por eso lo repite: "El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama". ¿Cuáles son los mandamientos de Jesús? En la última cena nos ha enseñado que su mandamiento nuevo es que nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado. Lo leemos en Juan 13,34 y en 15,12. Pero sabemos bien que sus mandamientos son en realidad los cuatro evangelios en su conjunto. Habría que preguntarnos, ¿aceptas los cuatro evangelios? ¿Aceptas el amor a los enemigos, el amor a tu prójimo, el amor a Dios por encima de todos los demás amores? ¿Aceptas perdonar hasta 70 veces siete? ¿Aceptas que felices son tanto los pobres como los pobres en el espíritu? ¿Aceptas la pobreza y el despojo de Jesús? ¿Aceptas la salvación y la gracia de Dios en este galileo artesano de Nazaret? ¿Aceptas todas sus llamadas a la conversión, aceptas todas sus llamadas de atención? Etc., etc.
El amor no es una frase hueca. El amor es una realidad tanto hacia Jesús como entre nosotros. El amor, aceptemos también esto de parte de Jesús, el amor no es cosa de nosotros, el amor es un don que nos viene del Padre. Nosotros no amamos a nuestros hermanos porque seamos la octava maravilla del mundo. Humildemente debemos de reconocer que el amor nos viene de Dios, y amamos porque estamos en la obediencia de ese amor que recibimos gratuitamente. Amamos a los más pobres y desamparados de este mundo, no como un mérito nuestro, sino como una gracia de Dios.
Agradezcamos este inmenso don de Dios en la Misa a la que asistamos.