NO
TEMAN A LOS QUE MATAN EL CUERPO
Domingo
12º ordinario. 25 junio 2017
Mateo 10,26-33.
Carlos
Pérez B., pbro.
El domingo
pasado escuchamos el llamado y el envío que hace Jesús a los doce discípulos,
todo esto como producto de su compasión por las multitudes. Una vez que Jesús los
llama y los envía, les da varias instrucciones, advertencias y ánimos para su
misión. Hoy domingo no las leemos todas, que están en los vv. 5-42, sino sólo
del v. 26 al 33.
Son necesarias
estas palabras de ánimo porque les ha anunciado, casi prometido, persecuciones
y hasta muertes por causa de la misión. Se lo advierte con estas palabras: "Cuídense de los hombres, porque los
entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas; y por mi causa
serán llevados ante gobernadores y reyes… no serán ustedes los que hablarán,
sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes. Entregará a la muerte
hermano a hermano y padre a hijo… serán odiados de todos por causa de mi
nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará”.
Hay personas
que dicen que sólo leen la Biblia cuando se sienten tristes o cuando tienen
algún problema. Qué bueno, también la Palabra de Dios es una palabra de ánimo
en diversas situaciones por las que atravesamos a nivel personal. Pero no
olvidemos que estas palabras de ánimo, nos las brinda nuestro Señor para la
misión, para que vayamos a curar a las gentes, para que vayamos a extirpar los
males que anidan en los corazones de los seres humanos.
Y estas
palabras de ánimo y de fortaleza (la luz y la fortaleza del Espíritu Santo) las
necesitamos porque la misión es difícil; difícil pero tan necesaria si pensamos
en nuestro pobre mundo. Jesucristo nos ha dado poder para sanar males corporales
y espirituales. ¿Por qué nos encerramos los creyentes: o en nuestra
indiferencia, o en nuestras necesidades personales o en nuestras devociones? Es
mucho el trabajo que hay que hacer, es urgente estar saliendo y yendo al
encuentro de nuestro mundo y de nuestra sociedad. Jesucristo nos lo decía con
aquellas tan conocidísimas palabras que escuchamos el domingo pasado: "la cosecha es mucha pero los trabajadores
son pocos”.
Quién sabe qué
tan profundo nos lleguen estas palabras de consuelo y de ánimo de nuestro
Señor: "No tengan miedo a los que matan
el cuerpo pero no pueden matar el alma”. ¿Nos tranquilizan en este ambiente
de violencia y de muerte que estamos viviendo? Como somos muy materialistas,
nos preocupan más las cosas del cuerpo. Las del alma, pues esas ya veremos
después (así pensamos), cuando inevitablemente tengamos que dejar este mundo.
Por lo pronto, aseguramos lo que tenemos más a nuestro alcance: nuestra
seguridad personal. Yo creo que debemos meditar pausada y constantemente e inyectarnos
estas palabras de Jesús en nuestro corazón. Para quienes han perdido a un ser
querido en esta situación tan convulsionada, es verdaderamente un consuelo que los
sicarios y señores de la muerte no pueden matar el alma de las personas. Se
estarán matando a sí mismos su espíritu, pero no el de los demás.
En estos
tiempos difíciles por los que atraviesa nuestra Iglesia, con tantas
incoherencias, con tantos intereses no tan evangélicos, nos debe de llegar muy
al corazón y al alma el llamado que nos hace Jesús a la transparencia: "No hay nada oculto que no llegue a
descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de
noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las
azoteas”. A obispos y sacerdotes, a la curia romana, habría que dejarles de
tarea que escribieran muchas veces en un cuaderno estas palabras de Jesús que
deben de imponer marca en la manera de ser de nuestra Iglesia.
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