"Éste es el principio del Evangelio de
Jesucristo, Hijo de Dios”.
Así comienza bellamente este evangelio según san Marcos, el prototipo o modelo
del evangelio. Esta palabra, ‘evangelio’, significa en griego ‘buena noticia’,
‘buen anuncio’, ‘buena novedad’. La comunidad evangélica de san Marcos nos está
diciendo que Jesucristo es la buena noticia. En el pregón de navidad nos vamos a hacer eco de estas palabras
anunciando con toda solemnidad el nacimiento de Jesús: ‘les anuncio una buena
noticia’. Según san Lucas, el ángel del Señor les anunció a los pastores de
Belén el nacimiento del Hijo de Dios diciendo: ‘les anuncio una gran alegría
que lo será para todo el pueblo’. Y así comenzó Jesucristo su ministerio,
anunciando la buena noticia de la cercanía del reino de Dios. Lo leemos en este
mismo capítulo 1º de san Marcos: "marchó
Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido
y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva”
(Marcos 1,14-15).
San Marcos comienza con esas palabras, y
luego nos desglosa esa buena noticia a lo largo de sus páginas. La buena
noticia es una persona, Jesucristo, con sus enseñanzas, con sus milagros,
incluso con sus conflictos con las autoridades de la religión judía. La pasión
y la muerte de Jesús en una cruz son consideradas por este evangelista como una
buena noticia. Por eso, el centurión romano, al verlo morir de esa manera, se
atrevió a decir: "Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15,39). Y la resurrección de Jesucristo lo
es con mayor razón.
Queremos vivir este
tiempo de adviento con el corazón bien puesto en esa buena noticia. El centro
de este tiempo litúrgico no es la austeridad o la penitencia, como nos invita
la Iglesia a vivirlo, no son nuestros actos sino la buena noticia de Jesús.
Tampoco lo son los regalos, las cenas, las compras y los adornos navideños.
Todos los signos litúrgicos y los sociales deben apuntar hacia Jesús.
Ahora preguntémonos
y respondamos con toda sinceridad y objetividad: ¿es Jesucristo buena noticia
para nosotros, para el mundo de hoy? Es posible que Jesucristo sea un mero
nombre vacío, un adorno más de este tiempo de navidad, o peor aún, el ausente
de la navidad. En Estados Unidos, en muchos ambientes, se celebra la navidad
como algo meramente cultural, social. Las figuras de esa navidad son el
santoclós con su trineo, el mono de nieve, el arbolito navideño, pero Jesús no
aparece por ningún lado. Algo parecido sucede en muchas de nuestras reuniones
navideñas: el centro es la cena, el pavo, las bebidas alcohólicas, también el
santoclós, los reyes magos, los regalos. En una diócesis de España se lanzó una
campaña que se titula ‘yo pongo el Belén’, para invitar a la gente a poner el ‘nacimiento’,
como le llamamos nosotros, que es la mejor imagen de la navidad, pero desde
luego si nosotros mismos entramos al portal de Belén como lo hicieron los
pastores en aquel tiempo.
El adviento es el
tiempo de la esperanza, de la utopía, del sueño del futuro. Por eso nosotros
decimos que sí, que Jesucristo es la buena noticia, la buena noticia para toda
la humanidad. Jesucristo ha llegado para transformar nuestras vidas, desde la
profundidad de nuestro ser, desde lo hondo de nuestro corazón. Pero sobre todo,
nosotros vemos y vivimos la vida, el mundo, la sociedad, la historia de
diferente manera. La vivimos con optimismo. La vemos desde el futuro, desde su
destino. Así como en aquel tiempo apareció Jesús en Galilea y las cosas
empezaron a cambiar en torno suyo, así lo vivimos nosotros. En Jesús cambian
todas las cosas. Pero este mundo no se abre de par en par a él. Se dice
católico nuestro mundo, nuestra sociedad en general, pero no abrimos nuestro
corazón a su gracia, a su fortaleza, a su salvación.