GUARDABA TODAS ESTAS COSAS…
Lunes 1
enero 2018
Lucas 2,16-21.
Carlos
Pérez B., Pbro.
Para continuar en este ambiente de navidad, de
natividad de Jesús, les decíamos ayer, la Iglesia celebra varias fiestas en
estos días: los santos inocentes, la sagrada familia, la maternidad de María,
la Epifanía del Señor, el bautismo de Jesús. La navidad para nosotros los
católicos no es solamente un día, sino un tiempo litúrgico: desde la Noche
Buena hasta la fiesta del Bautismo del Señor, que este año la celebraremos el
lunes 8 de enero. Y desde luego que quisiéramos que todo el año fuera navidad,
en ambiente de alegría, de salvación, de gracia de Dios, de su amor, de
fraternidad y sororidad de todos los seres humanos.
La
fiesta litúrgica de hoy es la maternidad de María. La virgen María es la madre
de Jesucristo, Hijo de Dios desde la eternidad. En él no podemos separar la
naturaleza divina de la humana, Jesucristo es uno solo. En Jesucristo
contemplamos y acogemos a todo un Dios enterito, el Padre y el Espíritu Santo.
El Hijo de Dios quiso hacerse hijo de una mujer, como lo menciona san Pablo en
la segunda lectura. A veces, por contemplar al hijo nos olvidamos de la madre
que lo dio a luz. No queremos hacer eso con María. Hay un afecto especial por
ella en la Iglesia católica y lo expresamos con varias fiestas en su honor a lo
largo del año. De esta jovencita tan sencilla como admirable tomó el Hijo de
Dios su cuerpo maravilloso, que lo fue entregando día con día
misericordiosamente en atención a los enfermos, los pobres, los excluidos, los
pecadores. En esta dichosa creyente, como la llamaría Isabel en sus primeras
semanas de embarazo, nos queremos contemplar a nosotros mismos, para acoger a
Jesús como ella, en la alegría, en el amor, en la humildad, en la obediencia al
Padre de los cielos.
Éste
es el primer día del año 2018. El comienzo de un año civil es algo meramente
convencional. Sabemos, como lo repetimos cada año, que en realidad el año nuevo
astronómico, es el 25 de diciembre, que es cuando la tierra, nuestro planeta le
ha empezado a presentar, poco a poco, el hemisferio norte. Pero, aún cuando el comienzo
lo celebre toda la sociedad este primero de enero, nosotros los creyentes
queremos aprovechar para darle gracias a Dios por todas las bendiciones y
favores que derramó sobre nosotros en estos 365 días. Si sufrimos alguna
penalidad, pesar o sufrimiento, también hay que agradecérselo a Dios. Los
cristianos asociamos nuestra vida a la cruz de Cristo, así sabemos que se
convierten en salvación, tanto para uno como para todo el mundo. No perdamos de
vista que el Padre eterno cumple en cada uno de nosotros y todo nuestro mundo
lo que decía Jesucristo en su sermón de la montaña: "¿Qué vamos a
comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas
cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe su Padre celestial que tienen
necesidad de todo eso” (Mateo 6,31).
Cada año los
invito a que hagamos un repaso del año transcurrido, de aquellos
acontecimientos que más nos han marcado como creyentes, aún cuando parezcan
insignificantes, pero que en ellos sentimos de manera especial la presencia de
Dios, tanto los gozosos como los tristes, porque en todo, nuestro corazón se
quiere encontrar con Dios. Si nos vamos educando en este repaso, y vamos
educando a los hijos en eso, cada día seremos más creyentes. Porque el
verdadero creyente es aquel, aquella que capta el paso de Dios por su vida, y
se compromete con su obra de salvación. María, nos dice el evangelio de hoy, "guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. Aprovechemos la Misa de hoy para
agradecerle a Dios todas sus bendiciones, para pedirle perdón por nuestros
errores, para ponernos en sus manos para el año que comienza.
El primer día del año civil, el
Papa nos convoca a vivir una jornada por la paz del mundo, que se prolongue por
el resto del año. El lema de este año es: "Migrantes y refugiados: hombres
y mujeres que buscan la paz”, para hacernos volver nuestra mirada hacia
aquellas personas y familias, y en ocasiones hasta pueblos enteros, que dejan
atrás su tierra por muy diversas circunstancias: la falta de trabajo, la
pobreza, la guerra, la inseguridad, etc.
Si tienen acceso a internet,
busquen este mensaje y léanlo en la página de la santa sede.
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