Seguimos
con la lectura continuada del evangelio según san Marcos. El domingo pasado
contemplamos a Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, enseñando y liberando al
pueblo del espíritu de la impureza. Ahora lo vemos en casa de Simón y Andrés.
Ahí estaba la suegra de Simón. En aquellos tiempos lo más normal era tener
suegra. El primer Papa de la Iglesia tenía su suegra y así lo llamó Jesús en su
seguimiento y para ponerlo al frente de su Iglesia.
La
suegra de Simón estaba en cama con fiebre y se lo comunican a Jesús. La
presencia de Jesús en una casa y en un pueblo era transformadora. Las personas
no pueden estar presas de enfermedades o de espíritus inmundos porque Jesús las
sana y las libera. Esta transformación del entorno de Jesús desde luego que la
tenemos que ver de manera integral y profunda. Jesús sana a las personas no
sólo por fuera, las transforma desde dentro, y a los pueblos, no sólo a
personas en lo individual. Cafarnaúm era una aldea pobre de pescadores. La
presencia de Jesús en esa aldea y en toda Galilea fue de una transformación
radical. Lo vemos enseguida: a la puesta del sol le trajeron los habitantes de
Cafarnaúm a todos los enfermos y poseídos por espíritus inmundos. Este pueblo
contempló la expulsión de un espíritu inmundo que obró Jesús en la sinagoga, en
sábado, y saliendo de la sinagoga no se atrevieron a quebrantar el descanso del
sábado, por eso se esperaron a que se pusiera el sol. Buscar la salud, les va a
enseñar Jesús a todos, no es quebrantar el sábado. Pero los judíos sí lo
consideraban así, y eso le traería posteriormente muchos problemas a Jesús.
Pero Jesucristo no se va a detener en ningún momento por las normas judías.
Brindar la salud y la salvación a estas pobres gentes, será su misión y él la
cumplirá fielmente.
De
madrugada, nos dice el evangelista, Jesús salió de casa y se fue a un lugar
solitario para hacer oración. Jesucristo compaginará la misión con la oración.
La suya no es una oración devocionista, rezar por rezar. La de Jesús es una
oración contemplativa, una oración de discernimiento, una oración que acompaña
su labor pastoral. Ya había pasado una buena temporada, pensamos que larga, en
la soledad del desierto. Ahora en la actividad no dejará la oración de lado, lo
vemos en varias ocasiones en este evangelio: después del milagro de los panes,
en el monte de la transfiguración, en el huerto de los olivos, etc.
Este
debe ser un hábito en todo cristiano. Salir a trabajar, vivir en familia, dedicarle
tiempo a los quehaceres cotidianos y a las preocupaciones, estar con los amigos,
pero en medio de todo eso, el cristiano se ha de dar tiempo, un buen tiempo
para estar en oración, para la misa dominical, para la escucha de la Palabra de
Dios. No puede haber vida cristiana sin ese recurso tan rico y tan provechoso.
Sin esta oración profunda de escucha y contemplación, más que de rezo, la vida
cristiana se va quedando vacía, se va haciendo superficial y estéril. ¿Cómo
hacer para que todos nuestros católicos vayan entrando en este hábito que nos
enseña Jesús con su ejemplo? Todos los que estamos aquí debemos promover una
Iglesia orante.
Y
después de la oración, Jesucristo no se dejará atrapar por los requerimientos
inmediatistas de la gente; él, con toda claridad, les dice a los discípulos que
tiene que ir a los otros pueblos, a predicar el Evangelio, porque para eso ha salido.
Y esta es la misión de la Iglesia, predicar el evangelio a todas las gentes, a
nuestra sociedad, para eso estamos aquí, para eso nos ha llamado Jesús. No es
lo mismo invitar a las gentes a actos de devoción que anunciarles la buena
nueva de Jesús. Desde el principio lo leímos en el evangelio: Jesús llamó a
estos pescadores para hacerlos pescadores de hombres. También a nosotros así
nos llama: para salir al encuentro de nuestra sociedad y evangelizar a todos,
partiendo de los más pobres, como Jesús; que la gente conozca a Jesús, que
acoja la salvación de Dios que se obra en él, que rectifiquen sus vidas y sus
caminos de acuerdo a sus enseñanzas, que se entreguen a los demás así como nos
lo enseña Jesús. Eso es evangelizar. San Marcos es lo que hace al dejarnos este
escrito tan maravilloso, evangelizarnos. El evangelio que escribió la comunidad
de san Marcos, no es un conjunto de devociones, o de normas morales o
cultuales. No. El evangelio es la buena noticia de una Persona: Jesús.