EL BUEN PASTOR DA SU VIDA
Domingo
22 abril 2018, 4º de pascua. Del buen Pastor
Juan 10,11-18.
Carlos
Pérez B., Pbro.
En este capítulo 10 de san Juan contemplamos a nuestro señor Jesucristo
discutiendo acremente con los fariseos por causa de la curación de un ciego de
nacimiento en sábado. A ellos directamente van dirigidas sus duras palabras. A
nosotros nos parece muy tierna la comparación de él mismo con un buen pastor de
las ovejas, y sí es una figura cargada de ternura, pero también de denuncia
contra los dirigentes de este pueblo pobre tan maltratado y despreciado como
mal atendido por quienes debían hacer todo lo contrario.
Primero les ofrece la parábola de la puerta por donde entran los
pastores. Parábola que proclamamos el año pasado, los versículos del 1 al 10.
En ella les llamaba ladrones y salteadores. Enseguida les dirige la parábola
del buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas, el asalariado en
cambio las abandona, ¿por qué? Porque no le interesan para nada las ovejas,
sólo su salario. El buen pastor conoce a sus ovejas y ellas lo conocen a él. El
buen pastor sale a reunir a las otras ovejas, las que se han extraviado, como
lo leemos en otro evangelio, la parábola de la oveja perdida. El buen pastor
reúne al pueblo en un solo rebaño, imagen bellísima del futuro de nuestra
humanidad, viviendo en la armonía de Dios.
Ahora que estamos en tiempos de campañas políticas, en que muchos, para
diversos puestos en diversos niveles y poderes, se ofrecen para dirigir al
pueblo de Dios, habría que preguntarse: ¿de veras tienen intenciones de
conducir al pueblo a mejores condiciones de vida, de seguridad pública; de
veras pretenden brindarle al pueblo empleo, vivienda digna? ¿Tienen
en su mente contribuir para la creación de una sociedad más justa, igualitaria? Crasamente pensamos que la política del poder sirve para hacer dinero y prestigio para uno mismo. ¿Algún político del poder termina despojado como nuestro buen Pastor?
¿Y la Iglesia? La misión de nosotros los que formamos activamente la
Iglesia, es llevarles a Jesucristo a todas las personas, a todas las naciones.
¿Qué les llevamos? Una buena noticia, les llevamos la paz de Dios, la justicia
de Dios, el amor de Dios, todo esto hecho persona, Jesucristo. El título de
‘buen pastor’ puede ser una figura plástica, una comparación que nos ayuda a
entender el cuidado que tiene Dios, en su Hijo, por todos los seres humanos,
por todos los pueblos de la tierra. Pero hay otros títulos o adjetivos que le
podemos adjudicar a Jesús: la puerta, el pan, el agua de vida, la luz, etc.
¿Estamos convencidos de que Jesús es todo eso y más para este mundo? Entonces
¿por qué no se lo hacemos llegar a todos? Sepamos hablar del Jesús de los
santos evangelios, encarnemos a Jesús cada uno de nosotros en lo personal y
todos juntos como Iglesia. Que las gentes no vean simplemente a un católico o a
una Iglesia, sino que vean a Jesucristo, que a través de nosotros lo conozcan,
que les llegue como un buen pastor que ama a los seres humanos y da la vida por
ellos.
Es una desgracia enorme que los católicos y la Iglesia en su conjunto,
especialmente su jerarquía, proyectemos hacia el mundo una imagen mucho muy
distinta de Jesucristo. ¿Cómo proyectamos a Jesucristo buen pastor si nos
engolosinamos con celebraciones fastuosas o con meros actos de piedad? ¿Cómo,
si somos indiferentes al mundo, si somos legalistas, fariseos, moralistas,
rezanderos, autoritarios, mundanamente poderosos, etc.? ¿Cómo, un católico o
una Iglesia narcisista o autista, encerrada en sí misma?
El Cristo verdadero, el de los santos evangelios, es completamente
diferente a todo eso. Jesucristo es el que se acerca a las personas y las
levanta, las convierte, las sana, las llena de vida, las fortalece, las
ilumina, las orienta, las conduce a los buenos pastos y a las aguas tranquilas.
Así el católico y la Iglesia: si nos acercamos a los más maltratados de la
sociedad les estaremos llevando a Jesucristo.
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