¿ACEPTAS A JESÚS ASÍ COMO ES?
D. 3 febrero
2019. 4º ordinario
Lucas 4,21-30.
Carlos
Pérez B., Pbro.
Los invito a que en su casa, a fin de que vayan conociendo mejor los
santos evangelios, comparen este pasaje de Lucas 4, con Marcos 6,1 y Mateo
13,53. Los tres traen diversos detalles que enriquecen esta escena de Jesús.
El relato es curioso, quizá sea una síntesis o una mirada sinóptica de
la vida toda de Jesús. Primero (recordemos lo que escuchamos el domingo pasado)
leyendo en la sinagoga de su pueblo Nazaret al profeta Isaías, Jesús hizo la
presentación de sí mismo con este pasaje: "El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres
la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los
ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del
Señor”.
Todo esto es una buena noticia. Pero, ¿qué reacción provocó entre los
suyos? Nos dice san Lucas que en un primer momento "todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras
que salían de sus labios”. Pero luego se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?”
Si sólo escuchamos la pregunta de ellos nosotros no nos damos cuenta si
de la admiración habían pasado a la desilusión. En los otros evangelios sí nos
quedamos con esa impresión. Sin embargo, aquí en san Lucas como que es Jesús el
que les pica la cresta, el que les alebresta los celos al mencionarles a su
posible rival vecina Cafarnaúm, aludiendo para ello a pasajes del antiguo
testamento donde los profetas Elías y Eliseo hicieron milagros en tierra
extranjera y no en Israel. ¿Fue Jesús el que los hizo enojar? Sea como sea, el
resultado es el que escuchamos: lo sacaron no solamente de la sinagoga sino de
la ciudad y lo querían desbarrancar, pero él se escabulló por en medio de
ellos. Tomemos nota de estos momentos de Jesús. Aquí son los pobres, sus
paisanos, lo que se cierran a su mensaje y a su persona salvadora. No siempre
los pobres están dispuestos a seguir a su auténtico liberador. Muchos prefieren
seguir en su pobreza, en su esclavitud, en su opresión. ¡Cuántas veces el pueblo de la antigüedad quiso regresar a la esclavitud en Egipto!
Jesús se va pero continúa firme en su misión expresada en el pasaje de
Isaías, de que ha venido a evangelizar a los pobres y a liberar a los
oprimidos. Cualquier otro podría cancelar su proyecto de liberación de los
pobres arguyendo que éstos no quisieron entrar en él. Así ha sucedido en muchas
ocasiones, en muchas personas o líderes mesiánicos cuando no se entiende a
profundidad, con radicalidad la misión. Jesucristo sí la entendía y la vivía.
Él había venido a liberar a las clases oprimidas (y a toda la humanidad a
partir de ellas) aunque estas mismas clases y toda la humanidad se resistieran
a ello. Porque la voluntad de Dios era salvadora a toda costa, y lo sigue
siendo. Así vemos pues a Jesús a lo largo de todo este evangelio. Ni el riesgo de
la cruz lo hará cambiar de rumbo o de misión.
San Lucas se distingue por ser el evangelio de los pobres, entre otras de
sus notas distintivas. Recordemos pasajes como el pesebre de Belén (cap. 2), las
‘bienaventuranzas’ (cap. 6), el pasaje de Lázaro el pobre y el rico epulón
(cap. 16), la renuncia a los bienes que les pide a sus discípulos (caps. 9, 10
y 14), etc.
¿Qué nos dice pues a nuestro tiempo el rechazo que encontró en su
pueblo? Jesucristo, desde el comienzo de su misión, no trata de quedar bien con
aquellas gentes. Él habla claro y sin rodeos. El Cristo del que nosotros somos
portadores no es una perita en dulce o una monedita de oro que les caiga bien a
todos. Su mensaje, su misión, su obra, su evangelio es un llamado de Dios para
cambiar muchas cosas en nuestra vida, un llamado a la conversión, sólo así será
buena noticia de salvación para todo nuestro mundo.
Nosotros tenemos que poner a todas las personas frente a los santos
evangelios. No se vale vivir de meras imágenes que no nos hacen llegar las
palabras y las propuestas de Jesús. Es necesario que todo católico y toda
persona se plante frente a frente con Jesús. ¿Lo aceptas así como él quiere
presentarse o preferirías que Jesús fuera de otra manera, que te siguiera la
corriente y te dejara tal cual has estado siempre?
La evangelización se realiza a partir de los pobres, de los oprimidos,
de los últimos, los pequeños, de abajo
hacia arriba. ¿Por qué? Porque Dios es compasivo. No es porque los pobres sean
más buenos que los ricos, sino simplemente porque son pobres, porque están
abajo en la escalera social y económica. Así son las cosas de Dios, Jesucristo
lo entiende perfectamente y así lo vive. ¿Y la Iglesia? ¿Y cada uno de
nosotros?