BENDITO EL REY QUE VIENE
D. 14 abril
2019. De ramos
Lucas 19,28-40 y Lucas 22,14 - 23,56.
Carlos
Pérez B., Pbro.
Repasemos todo el evangelio de San Lucas para llegar al
momento que estamos celebrando ahora:
Jesucristo
nació en Belén, fue recostado en un pesebre como el más pobre de los pobres.
Sus invitados al ‘Baby shower’ fueron los pastores que cuidaban sus rebaños en
el campo. Su infancia la vivió en Nazaret, un pueblo de Galilea, apartada del
centro religioso y de poder que era Jerusalén.
Después de un
tiempo de desierto, Jesucristo volvió a Galilea para realizar ahí su obra de
salvación-liberación integral de aquellas pobres gentes, expresada en la
lectura de ese texto maravilloso del profeta Isaías que leyó en la sinagoga de
su pueblo Nazaret: "El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena
Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lucas 4,18-19).
En Galilea dictó
sus profundas enseñanzas por medio de discursos y de parábolas. Les hizo llegar
de manera palpable y salvadora a pobres y a pecadores el amor que Dios siente
por ellos. En Galilea realizó sus bellos milagros en bien de los enfermos y
marginados. Posteriormente resumiría su praxis liberadora en estas pocas
palabras: "Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a
los pobres la Buena Nueva” (Lucas 7,22).
En Galilea vivió sus encuentros con personas y grupos, incluso con personas
ligadas al poder religioso. Llegado el momento, se afianzó en su decisión de ir
a Jerusalén para confrontarse con la estructura de poder, legalista y
cultualista, concentrada en el templo. En esta confrontación, aparentemente él
sería el perdedor al ser condenado a morir en una cruz. En realidad esta
entrega de la vida ha sido el triunfo del Dios de la vida, del proyecto de vida
que se llama Reino de Dios que Jesucristo vino a iniciar y a establecer
misteriosamente implicando en ello toda su persona.
Nosotros
conmemoramos esta llegada no como un hecho del pasado, sino como un
acontecimiento salvador para nuestro mundo. Nosotros somos sus seguidores en
medio de esta sociedad. Jesús ha llegado para confrontarse con el poder, con
los egoístas, con los que se apegan a sí mismos y que con ello causan la
perdición propia y de los demás. Jesús continúa llegando a nosotros con su
propuesta del Reino, ese reinado del amor de Dios, de su paz, de su justicia,
de la armonía de los seres humanos, de la reconciliación ante tantas divisiones
que padecemos. Por eso seguimos aclamando a nuestro rey con todo nuestro
entusiasmo.
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