Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





YO LAS CONOZCO Y ELLAS ME SIGUEN

4º domingo de pascua. 12 mayo 2019

Juan 10,27-30.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

En el Apocalipsis hemos contemplado una bella imagen de la Iglesia: "una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca y llevaban palmas en las manos”. Todos los que hemos sido bautizados hemos sido revestidos de una túnica blanca porque hemos sido purificados en la sangre del Cordero. Para la vigilia pascual los convocamos a venir así revestidos. En la primera Comunión y en su bautismo de los niños del catecismo así los queremos ver. Y queremos que así, en esa pureza de vida, vivan siempre.

 

El capítulo 10 de san Juan es el discurso fuerte y sacudidor que les dirige Jesús a los judíos por la polémica suscitada por la curación-transformación integral de un ciego de nacimiento. ¿Por qué se molestan ellos ante una obra tan grande? Porque a ellos no les interesa la gente, porque no son ni han sido nunca pastores cuidadosos del rebaño. Se han encerrado en el culto y en los rezos y han descuidado lo más importante, a los pobres, a los desamparados, a los enfermos. (Cualquier semejanza con sacerdotes y obispos de hoy, desgraciadamente no es mera coincidencia).

Del breve pasaje que hemos proclamado hoy, yo quisiera abordar estos puntos:

1- Mis ovejas escuchan mi voz.- Nosotros, gente de la ciudad, ya no tenemos la experiencia de la crianza de animalitos, quizá alguna mascota. Los niños saben bien que la mascota escucha la voz de su dueño, especialmente los perros, que son más entendidos. Pues ésta es una imagen del catolicismo que Jesucristo quiere vivir con nosotros. ¿Trabajamos en la Iglesia católica por fomentar en nuestros católicos la escucha de la voz de Jesús? Escuchar la voz de nuestro pastor consiste en leer y conocer los santos evangelios. ¿En qué lugar nos encontramos con más claridad con la palabra de Jesús si no es en estos cuatro escritos que están en la Biblia? Cómo deseamos que todos nuestros católicos estén ya leyendo diariamente el Evangelio de Jesús. Dedicar unos pocos minutos cada día no es mucho pedirles, y sin embargo, es algo que produce mucho fruto. Hemos inculcado en nuestros católicos muchas otras devociones. ¿Por qué no mejor ésta que es la que nos pide nuestro Pastor? En la medida que los católicos van conociendo los evangelios, en la medida que se van familiarizando con sus enseñanzas, entonces se dejarán conducir por esa Palabra en la vida, e irán construyendo un mundo de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. ¿No es esto lo que Jesús nos está pidiendo?

2- Yo las conozco.- De que Jesús nos conoce, no tenemos duda. Y no está hablando el Maestro de un conocimiento superficial, sino de un conocimiento en sentido bíblico, íntimo. Este conocimiento debe ser un afán de todos los que tenemos algún ministerio pastoral: sacerdotes, papás, mamás, maestros, catequistas, coordinadores, asesores, obispos. Un sacerdote, lo digo mirándome a mí mismo, como para empezar a pasar lista, ha de conocer a sus feligreses, a los niños, a los jóvenes, a los enfermos, a las mujeres, a las familias, a los viejitos, poco a poco a todos. Lo que dice el Papa Francisco sobre los obispos, bien se lo debemos exigir a los sacerdotes: que tengan olor a oveja, es decir, que se junten con sus gentes, que no vivan retirados de ellas. ¡Sacerdotes!: ¿aman a las ovejas que están a su cuidado? Muchos sacerdotes, triste es decirlo, son indiferentes a sus gentes.

3- Ellas me siguen.- Las ovejas siguen al pastor. De esta imagen campesina se vale Jesús. Los cristianos no somos meramente devotos de Jesús como para que sólo le recemos. Él no nos pidió eso, aunque sí nos invitó a orar junto con él. Su invitación permanente es a que lo sigamos. Desde el principio del evangelio hasta el final: ‘sígueme’ les dice a los primeros discípulos en el cap. 1; ‘sígueme’, escuchamos el domingo pasado que le dijo a Simón Pedro.  ¿En qué consiste seguir a Jesús? Es una pregunta cuya respuesta toda persona que ha sido llamada por Jesús tiene que dilucidar progresivamente. Lo que está claro es que hemos de ser colaboradores en la Obra de Jesús, su obra de transformación radical de este mundo, de esta humanidad. Como ejemplo de esta transformación integral y profunda tenemos al ciego de nacimiento.

4- Yo les doy la vida.- Jesucristo no vino al mundo para que le tributáramos culto, él no pensó en sí mismo, él pensó en las ovejas, vino a dar su vida por ellas. No pensemos sólo en la vida del más allá, pensemos en la vida que Jesucristo quiere que tengamos hoy en abundancia. La Iglesia ha de llevar la vida al mundo, no tanto rezos y devociones, sino la vitalidad del Hijo de Dios. Esto es lo primero, lo demás es secundario.

5- El Padre y yo somos uno.- Hay una sintonía perfecta al interior de nuestro Dios en el programa de la salvación de la humanidad. El Hijo hace todo por esa obediencia que distingue a un hijo.

 

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