Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





JESÚS VINO A ESTABLECER EL REINADO DE DIOS

D. 24 noviembre 2019. Jesucristo rey del universo

Lucas 23,35-43.

Carlos Pérez B., pbro.

 

A lo largo de este año litúrgico hemos hecho un recorrido por las páginas del evangelio de san Lucas. La lectura ha sido continua en los domingos del tiempo ordinario, pero incluso en los tiempos litúrgicos fuertes hemos leído preferentemente el testimonio que nos da de Jesús esta comunidad evangélica. Qué bella presentación de Jesús nos brinda esta comunidad de san Lucas: Jesucristo es la revelación de la misericordia de Dios, el que sale al encuentro de los pobres, de los pecadores, de todos los excluidos, como este malhechor crucificado que se coló primero que todos al paraíso con Jesús. Jesucristo nos revela en toda su persona el proyecto de la inclusión de parte del Padre.

Ahora concluimos el año litúrgico con esta fiesta y con este pasaje. Hay que hacer notar que no estamos en viernes santo, ¿por qué vemos a Jesús crucificado? La Iglesia nos ofrece ahora esta imagen de Jesús para que contemplemos a Jesucristo rey, no sólo de los judíos, sino al rey y soberano de toda la creación. Pero no es un rey con un cetro de oro, sentado en un trono de mármol, coronado de piedras preciosas. Es que definitivamente no es un rey mundano, que viene a dominar a la humanidad, que está para ser honrado, adorado y servido. Todo lo contrario, es un rey que ha venido a servir, a dar su vida y a dar vida.

Jesucristo no vino para dejarnos una religiosidad, aunque su obra venga acompañada de ella. Jesucristo vino a proclamar y a establecer el reinado de Dios: el reinado de la paz, de la justicia, de la liberación, del amor de Dios, de la fraternidad y sororidad de todos los seres humanos, el reinado de la gracia o gratuidad de Dios. En otras palabras, vino a transformar radicalmente (de raíz) a este mundo y a esta humanidad. Dios no quiere este mundo que estamos viviendo: un mundo de violencia, de injusticia, de guerra, de odio, de egoísmo, de animalidad entre los seres humanos. ¿Podemos pensar que ésta es la grandiosa creación que ideó el Creador supremo? El que es todo amor y armonía desde luego que no creó todas las cosas para la destrucción.

Si la obra de Jesús se llama reino, entonces lo que requiere es seguidores, no meramente devotos o gente que se encierra en una religiosidad. Los cristianos somos los llamados a trabajar en la construcción de este reino que comenzó Jesús y que continúa operando en nosotros. Acorde con la propuesta de Jesús, no lo vamos a hacer desde el poder, desde la riqueza mundana, desde el honor, ni poniendo nuestra confianza en las armas o los recursos materiales como lo hace nuestro mundo y nuestra sociedad. Lo haremos siguiendo los pasos de Jesús: con la fuerza del Espíritu de Dios, viviendo y anunciando su amor, renunciando a nosotros mismos, sirviendo desde abajo como sirvió Jesús, dando nuestra vida como lo hizo nuestro Salvador. Para seguir los pasos de Jesús es necesario estudiar diariamente, página tras página, los santos evangelios.

 

 

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