Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





LA OBEDIENCIA DE LA NAVIDAD

D. 22 diciembre 2019, 4º de adviento

Mateo 1,18-24.

Carlos Pérez B., pbro.

 

El evangelio según san Mateo nos presenta a san José como el protagonista del anuncio del ángel sobre el nacimiento del Hijo de Dios en la carne. En san Lucas la que recibe el anuncio es María. Sólo estos dos de los cuatro evangelios nos hablan del preludio de la llegada del Salvador a este mundo. Conviene que todos los católicos vayamos creciendo en nuestro conocimiento de los santos evangelios.

San José y la virgen María estaban desposados según los usos y costumbres (como se dice hoy día) del pueblo judío: primero se celebraban los esponsales y cada quien se iba a su casa. Entre nosotros hasta hace unas pocas décadas, los novios católicos se casaban por la Iglesia y de la fiesta se iban de luna de miel. Ahora sólo se ponen de acuerdo, después de tres meses de noviazgo, y se van a vivir juntos. En aquellos tiempos el novio preparaba los festejos y luego iba con su comitiva por la novia o esposa para traerla a su casa en medio de numerosa compañía, tal como lo leemos en las parábolas de nuestro Señor, por ejemplo en Mateo 25, las muchachas que estaban esperando con sus lámparas la llegada de los novios para la fiesta.

Fue después del desposorio, antes de que José fuera por María cuando ella resultó que estaba esperando un hijo. ¿Qué le tocaba hacer a José? No veamos las cosas como en las películas o canciones mexicanas en que el macho despechado va a hacer perjuicio y medio con la novia. No. José era un hombre justo, nos dice el evangelista. No nos dice que era bueno, o buenazo, o bonachón. Lo que nos dice es que José era un judío que cumplía con la justicia de Dios. ¿Cuál era la justicia de Dios? Muy claro está expresada en la ley de Moisés. Consistía en denunciar públicamente a la mujer que había fallado y lapidarla (ver Deuteronomio 22,20). Ésta era la justicia drástica que José estaba obligado a cumplir. Pero pensándola mejor, decide repudiar a María en secreto, como era el derecho de todo varón judío, repudiar a la mujer hasta por un motivo cualquiera.

Sin embargo, más allá de lo que estaba escrito, José recibe del ángel cuál es la voluntad de Dios, no sólo cuál es su voluntad en ese momento sino cuáles son sus planes. Así el evangelio se sitúa por encima de la ley de Moisés. "No temas”, es lo que el ángel le dice a José (el leccionario traduce "no dudes”). No apela el ángel a su celo masculino, porque José no estaba reaccionando como un macho sino como un creyente dispuesto a acatar la ley de Dios. Así es que más bien el ángel se refiere a: ‘no temas violar la ley de Dios’ porque la voluntad de Dios es otra: recibe a María por mujer. ¿Por qué? Porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Este ‘no temas’ habría que hacérselo llegar a todos los varones, porque en realidad Dios está haciendo a un lado al sector masculino en la encarnación de su Hijo. ¿Ustedes, machos de todos los tiempos, se creen los dueños del devenir de esta humanidad, los autores de la vida? Pues Dios ha decidido prescindir de ustedes. En aquellos tiempos, que no se conocía la existencia del óvulo femenino, los varones pensaban que ellos eran los que sembraban la vida en el vientre de la mujer, y ésta como tierra fértil hacía germinar esa semilla y hacerla madurar.

José, modelo del creyente, además de que es un ‘cristiano’ de profundidad espiritual, capaz de discernir y acoger la voluntad de Dios, se pone a la obediencia de la verdad revelada. Y éste es el llamado que nos hace la Palabra en relación con la navidad. No nos vayamos por otras navidades, acojamos en la obediencia de la fe la navidad como Dios la ha dispuesto: el nacimiento de su Hijo en el más completo desamparo social y la más extrema pobreza. ¿Ahí está la salvación de esta humanidad? Claro que sí. No esperemos que Dios actúe con el poder humano. La Salvación no será obra de los hombres sino de Dios.

 

 

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