DIOS NOS
LLAMA A LA PAZ
Miércoles 1 enero
2020
La Maternidad
de María, Jornada Mundial por la paz, Año Nuevo
Lucas 2,16-21.
Carlos Pérez
B., pbro.
Estamos
en el tiempo de navidad, continuamos celebrando y alegrándonos por el
nacimiento del Salvador en la carne, en un portal de Belén, como un pobre. La
fiesta de año nuevo no se sobrepone a nuestra gran celebración. Para nosotros
lo más importante es el tiempo de navidad, el tiempo de Jesús.
Hoy
celebramos tres cosas: La maternidad de María, en el marco de la navidad de
Jesús; la jornada mundial por la paz a la que el Papa nos convoca cada año; y
desde luego que también el final de un año civil y comienzo de otro.
San
Lucas es el que nos ofrece el más bello retrato de la madre de Jesús. Una mujer
que abre su corazón a los planes de Dios, que entra en ellos con toda
obediencia, con toda su persona. Es el modelo del discípulo, el modelo del
creyente. La que no entiende a cabalidad lo que Dios le propone, lo que Dios le
dice a través de los acontecimientos que le está tocando vivir, más sin
embargo, no los desecha sino que los acoge en su corazón, los medita
pausadamente. ¿María comprendió desde un principio y a cabalidad todo el
mensaje del ángel Gabriel? Podemos estar seguros de que no, pero si ella se da
cuenta que es Dios el que le pide entrar en su plan, ella desde luego que
accede. Muchas cosas le sucederán con las que ella quedará sorprendida, incluso
le esperan dolores muy grandes como la pasión de su Hijo. Ahí estará ella para
asumir su papel de discípula del Señor, de sierva del Señor.
Con
el espíritu de obediencia con que María acogió las propuestas de Dios, así
nosotros queremos situarnos ante los acontecimientos vividos en el 2019 y
estamos dispuestos a que Dios cumpla su voluntad en nosotros. El domingo pasado
los invité a que hicieran un recuento del 2019, mental o de preferencia por escrito.
Espero que lo estén haciendo. Es un ejercicio espiritual, un trabajo creyente,
porque se trata de guardar en la memoria y en la vida el paso de Dios por
nuestras vidas. No dejemos que se nos quede en el olvido este paso. La sagrada
Escritura, particularmente los santos evangelios, son la memoria del paso de
Dios por nuestra historia. Qué agradecidos hemos de estar con las comunidades
evangélicas que se dieron a la tarea de dejarnos por escrita su memoria acerca
de Jesús.
El 1 de enero el Papa nos convoca cada año a trabajar y orar por la paz
del mundo. Qué necesaria es la paz. Se la debemos pedir a Dios porque es un don
inapreciable suyo, y nosotros debemos trabajar con todo nuestro ser por ella. La
guerra y la violencia no nos traen ningún beneficio, queremos la paz para todos
los pueblos, especialmente para los más pobres, queremos dejarles a nuestros
niños un mundo de paz. La paz es lo más compatible con nuestra condición
humana. La paz es el saludo que nos dejó Jesús de encargo y de herencia: "En la
casa en que entren, digan primero: Paz a esta casa” (Lucas 10,5). La paz es el saludo del
Resucitado: "se presentó Jesús en medio
de ellos y les dijo: La paz con ustedes” (Juan 20,19).
Este año el Papa nos ofrece el siguiente mensaje. Les ofrezco sólo
algunas frases de su mensaje de este año:
« La paz… es un bien
precioso, al que aspira toda la humanidad.
El mundo no
necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz
abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede
realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y
mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones
diferentes. La paz «debe edificarse continuamente», un camino que hacemos
juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra
palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también
pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el
rostro de un hermano.
El proceso de paz es un
compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y
la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a
una esperanza común, más fuerte que la venganza.
La paz, camino de
reconciliación en la comunión fraterna.
La paz, camino de
conversión ecológica. »