VAYAMOS A GALILEA
Domingo 12 abril 2020
Vigilia Pascual
Carlos Pérez B., pbro.
Ahora
que estamos encerrados en nuestras casas, podríamos leer pausadamente los diversos
relatos de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Los evangelios no nos
relatan el momento preciso de la resurrección sino el encuentro de los
discípulos con el Resucitado. San Juan nos habla del encuentro emotivo y
fascinante de una sola mujer, María Magdalena, la discípula que lo amaba como
ninguno. San Mateo nos habla de dos mujeres que fueron al sepulcro, María
Magdalena y la otra María. San Marcos nos habla de tres mujeres: María
Magdalena, María la de Santiago y Salomé. Y san Lucas, nos dice que era un
grupito de mujeres, ciertamente más de tres: María Magdalena, Juana y María la de
Santiago y las demás que estaban con ellas (Lucas 24,10). Total, que son mujeres las que viven en primer lugar lo que nos hace ser Iglesia... y se han quedado en un segundo lugar en ella.
El encuentro con Jesucristo resucitado es lo
que le da sustento a nuestra fe, a nuestra espiritualidad; lo que le da sentido
a nuestra vida, a nuestra manera de estar en el mundo. No solamente leemos en
los santos evangelios los encuentros que tuvieron los discípulos y las
discípulas con Jesucristo, sino también en las cartas. Por ejemplo está el
encuentro impactante que vivió san Pablo en el camino de Damasco.
¿Cómo nos platica san Mateo este encuentro?
Era el primer día de la semana. Por eso
nosotros lo llamamos domingo, que significa día del Señor.
Fueron dos mujeres muy temprano al sepulcro.
No fueron ellos sino ellas. Esto ya es mucho decir, repito, y es muy de tomar en cuenta
en nuestra Iglesia. No vieron a Jesús ahí a las puertas del sepulcro sino a un
ángel. Éste la hace apóstoles, enviadas a anunciar la resurrección de Cristo,
ésa es la misión del apóstol. Les dice que vayan a decirles a los discípulos
que se vayan a Galilea, que allá lo van a ver.
Ellas corrieron con miedo y con gozo. Qué
curioso, dos sentimientos muy encontrados pero presentes en ellas. En su
carrera por cumplir con la misión que habían recibido, vivieron el encuentro
con Jesús resucitado. La presteza es la actitud del creyente. El saludo del Resucitado aquí no es ‘la paz con ustedes’,
sino ‘alégrense’, que ni el leccionario ni nuestras Biblias traducen bien: Xáirete. Ellas
se postran y se abrazan a sus pies. ¡Qué bellísima imagen del verdadero cristiano! Por si no hubiera sido suficiente, el mismo
Jesús las constituye en sus apóstoles: ‘vayan’, y les renueva el aviso. ¿Por
qué ir a Galilea? Porque Galilea es el lugar de la gracia de Dios, de los
milagros, de sus encuentros con los pobres, los enfermos, los pecadores; ahí
quedó el sermón de la montaña, como tantas de sus enseñanzas, su proclamación
de la Buena Noticia; es el lugar donde se hizo bien palpable la llegada del
reino de Dios para esta gente considerada pecadora y contaminada por las gentes
del poder religioso.
Jesucristo, ¿continúa siendo una buena
noticia para nuestro mundo? Vayamos también nosotros a esa Galilea a vivir el
Evangelio en seguimiento de los pasos de Jesús resucitado.