(Puede
hacer click en la imagen de la capilla de cantera para que se desplieguen los
demás artículos)
UNA MARAVILLOSA VIVENCIA DEL REINO
Domingo 2 de agosto de 2020
18º ordinario
Carlos Pérez B., pbro.
Jesucristo venía explicándonos, en los tres domingos pasados, el reino
de los cielos, invitándonos a formar parte de ese proyecto del Padre. Ahora, en
el evangelio de hoy, ya no nos hablará en parábolas sino que nos hará probar
ese reino fantástico por medio de una acción sorprendente, darle de comer a
muchas gentes con tan solo cinco panes y dos pescados. Qué felices aquellos
pobres que tuvieron la dicha de ver y experimentar la gracia de Dios de manera
tan palpable (vean Mateo 13,16).
Para empezar, el profeta Isaías nos habla de la gratuidad de Dios, una
gratuidad que sólo contemplamos en él pero que resulta en realidad una
convocatoria para que los seres humanos creemos una sociedad según su voluntad,
tan claramente expresada en esta palabra que hoy proclamamos, en la primera y
segunda lecturas, en el salmo y en el evangelio.
Qué
bella convocatoria escuchamos: "Todos ustedes, los que tienen sed,
vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen
vino y leche sin pagar”.
Permítanme comentar la triste realidad que estamos viviendo en esta pandemia,
además de los muertos y los fallecidos. A las autoridades civiles les ha
resultado muy fácil cerrar los negocitos y empleos de la gente que trabaja en
la economía informal y vive al día. También a las grandes empresas, pero sus
dueños gozan de un estándar de vida muy superior y tienen sus ahorros, no así
los más pobres. Cerraron negocios, con la mano en la cintura, pero hasta el
momento no les han dado una indemnización. Incluso los vuelven a amenazar con
cierres si volvemos a la luz roja del semáforo epidemiológico, como si ellos
fueran los culpables de la presente pandemia. Ni ellos ni nosotros somos los
directamente culpables (aunque después se sabrá cuáles son las cosas que estamos
haciendo mal como humanidad), y por eso el peso de la enfermedad la deberíamos
sobrellevar todos con mucha solidaridad, ya no digamos gratuidad. Por eso, la
acción milagrosa de Jesús resulta ser de suma actualidad. Yo me permito
denunciar la grave injusticia que se ha cometido con esta pobre gente, con
tanta insensibilidad por parte de los de arriba, con crueldad. Pero la deuda
permanece, quizá nunca les caiga el veinte a nuestras autoridades, pero eso no
los exime de la deuda que pesa sobre ellos, sobre todo los que tienen salarios
tan altos y no los han dejado de percibir en estos cuatro meses.
Contemplemos
a profundidad el milagro de los panes. No es un acto de magia, como ninguno de
los milagros de Jesús.
Primero,
Jesucristo se encuentra con la multitud y, algo tan propio en él, siente
compasión por ellos y cura a sus enfermos. San Mateo no menciona aquí por qué
se le hizo tarde a Jesús con aquella gente. San Marcos 6,34 sí lo hace: sintió
compasión por ellos porque los vio desamparados como ovejas sin pastor (ver
también Mateo 9,36) y "se puso a
enseñarles muchas cosas”.
Vienen
los discípulos y le dicen: "Despide a la gente para que
vayan a los caseríos y compren algo de comer”.
Sorprendentemente Jesús les responde: "denles
ustedes de comer”. ¿Cómo le van a dar de comer a tanta gente? Aquí san
Mateo pasa pronto a la acción, por eso me vuelvo a san Marcos que se detiene en
esto: "¿Vamos nosotros
a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? Él les dice:
¿Cuántos panes tienen?” (Marcos 6,37). Dos veces los discípulos hablan de ‘comprar’ porque, al
igual que nosotros, ya no sabemos pensar en otros términos más que en vender y
comprar, esa es la sociedad que hemos construido desde hace algunos milenios.
Jesucristo se niega a pronunciar esa palabra porque él trae en su mente y en su
corazón la gracia, la gratuidad de Dios. Sólo habla de dar y de panes. El
dinero no se come. Miles de millones de años antes de que se inventara el
dinero, Dios ya le daba de comer a todas sus criaturas, ¡gratis!, como lo recitamos en el salmo responsorial. Entonces,
volviendo a san Mateo, el evangelio nos ofrece estos maravillosos pasos: 1-
mandó que la gente se sentara sobre el pasto (Marcos habla de que les mandó que
se sentaran por grupos de cien y de cincuenta. 2- Tomó los cinco panes y los
dos pescados (miremos este gesto de delicadeza de Jesús, con sus manos santas),
3- Pronunció la bendición (san Juan dice que dio las gracias, ‘eucaristesas’,
en griego), 4- Partió los panes (no los multiplicó, los partió), 5- Se los fue
dando a los discípulos para que los distribuyeran a la gente (bonita imagen de
los discípulos servidores de la gente). Para no alargar más este comentario,
sólo menciono los pasos, pero cada uno de ellos habla por sí mismo.
Qué bella probadita o probadota del reino. Dichosos ellos. Todos comieron
y se saciaron y hasta sobró. En esta pandemia muchos se han quedado sin comer
porque no sabemos ser solidarios empezando por nuestras autoridades (Cáritas y
las parroquias, y muchos grupos, sí han pensado en las personas).