Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     




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LLAMADOS A CONSTRUIR LA IGLESIA Y EL MUNDO

Domingo 23 de agosto de 2020

21º ordinario

Mateo 16,13-20.

Carlos Pérez B., pbro.

 

Esta pregunta de Jesús sobre su identidad y sobre su misión, la leemos en tres de los cuatro evangelios. Convendría que consultáramos los tres para hacernos una idea más completa y honda acerca de la persona de Jesús. En Mateo, Jesucristo hace la pregunta en tierra de paganos; en Marcos, en el camino, porque caminando se tiene que responder; en Lucas, la hace en ambiente de oración, porque también ahí se tiene que responder.

La pregunta nos la tenemos que hacer los cristianos con cierta frecuencia para replantearnos nuestra fe y nuestro seguimiento de Cristo. ¿Por qué soy cristiano, lo soy como Jesucristo quiere que yo sea o lo soy a mi manera? ¿Quién es Cristo para mí? ¿Qué quiere él de mí? Estas u otras preguntas parecidas se las tenemos que hacer llegar a todos nuestros católicos, porque la verdad, de antemano, hay que reconocer que no somos un catolicismo aceptable; los católicos no vivimos, hablo también de nosotros los sacerdotes y obispos, nuestro cristianismo como un seguimiento de Jesús, con un conocimiento progresivo de su persona, con un compromiso creciente con él, con su programa del Reino de Dios.

¿Quién es Jesús? Que responda primero Simón Pedro. En san Marcos, Pedro dice que Jesús es el Mesías, nada más. En san Lucas, Pedro dice que Jesús es el Mesías de Dios. Y en san Mateo, lo acabamos de escuchar, que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Cada evangelista tiene su propia manera de presentarnos a Jesús, cada comunidad evangélica tiene su manera muy propia de vivir su fe en Jesucristo. Esto nos sirve para ir aclarando nuestra respuesta a esa fundamental pregunta.

Ahora nosotros. Yo comenzaría por preguntarles a nuestros católicos si conocen los santos evangelios, si los han leído y si los están leyendo. Es una pregunta que lanzo con demasiada frecuencia: en los funerales, en los bautizos, en las bodas, en las entrevistas o encuentros personales, también, de vez en cuando, en las misas dominicales.

Nosotros hemos educado a nuestros católicos en la devoción. Ven en Jesús a un santito milagroso, y es que de veras realizó muchos milagros, los evangelistas nos dan cuenta de ello. Pero Jesucristo era mucho más que sus milagros, ahí están sus enseñanzas que la mayoría de los católicos desconocen, y ya no digamos que superficialmente, sino con hondura, con la luz del Espíritu Santo. Jesucristo tenía como asunto central de toda su persona al reino de Dios, y este programa requiere, no de devociones, sino de un compromiso muy serio y estrecho con Jesús. Bueno, esto nos lo dirá san Mateo más adelante. El próximo domingo nos toca escuchar que Jesucristo nos pide seguirlo, como una condición para ser de él.

Mientras tanto, en san Mateo, no así en los otros evangelios, Jesucristo felicita a Pedro porque ha recibido una revelación muy especial de parte del Padre eterno. Cuántas flores le echa Jesús a Pedro: le llama dichoso, le llama la piedra sobre la cual él edificará su iglesia, que le dará las llaves del Reino de los cielos, que lo que él ate o desate aquí, será atado o desatado en el cielo. Y sin embargo, unos versículos más adelante, nos damos cuenta que Pedro había respondido con los labios pero no con la vida, como todos nosotros tenemos que responder. No acepta el camino que ha de seguir el Maestro, el del rechazo, el de la cruz, el de la muerte como entrega de sí mismo. Por eso Jesucristo, después de haberle llamado dichoso, enseguida le dirá ‘satanás’, evangelio del próximo domingo.

Lo que hoy escuchamos no es un cheque en blanco que Jesucristo le da Pedro. No puede hacer y deshacer a su antojo, claro que no, siempre será discípulo del Maestro, siempre tendrá que ir siguiendo sus pasos en esa labor de edificar la Iglesia de Cristo con personas, como un albañil va colocando piedra sobre piedra hasta hacer el edificio. Es que Pedro era una piedra frágil, con muchas resistencias, igual que nosotros, pero con estas piedras Jesucristo quiere construir su Iglesia para recrear este mundo. Lo que está claro es que Jesucristo nos llama en su seguimiento formando una iglesia, una comunidad, una familia, un equipo de trabajo. No se vale ser cristianos cada quien por su lado, como si dijéramos: Jesús y yo, y váyanse los demás. Jesús nos llama en comunidad porque somos constructores de la comunidad humana.


 

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