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JESUCRISTO NO SE PRONUNCIA SOBRE LA
SEPARACIÓN IGLESIA-ESTADO
Domingo 18 de octubre de 2020
29º ordinario
Mateo 22,15-21.
Carlos Pérez B., pbro.
Celebramos el domingo mundial de las misiones para recordarnos que somos Iglesia misionera, o no somos la Iglesia de Jesús, la enviada en cada uno de sus miembros, a llevar a todo el mundo el Evangelio de Jesucristo, él en persona es la buena noticia, tan fantástico que aparece en cada uno de los pasajes evangélicos, como el de este domingo.
Continuamos
contemplando a nuestro Señor Jesucristo en los atrios del templo de Jerusalén,
discutiendo conflictivamente con los dirigentes del pueblo judío. Ahora se le
acercan los discípulos de los fariseos y algunos simpatizantes de Herodes, es
decir, del poder romano. Después de algunas frases lambisconas y llenas de
hipocresía, le plantean la pregunta de si es lícito pagar o no el impuesto al
emperador romano. Con esto ponían a Jesús entre la espada y la pared: si
contestaba que no, se ponía en mal con el gobierno impuesto, y ahí estaban los
herodianos para acusarlo delante de las autoridades romanas. Y si contestaba
que sí, pues se ponía en mal con el pueblo judío, porque ninguno estaba de
acuerdo en pagar ese impuesto, aunque lo pagaban a fuerza, porque estaban
sojuzgados por los soldados romanos, y los publicanos eran sus cómplices.
Ellos
no se esperaban una respuesta tan sabia de parte de Jesús. No es solamente una
salida inteligente de la trampa que le querían poner, sino una respuesta que
pretende llegar al corazón de las personas. ¿Cuál es esa respuesta? Es una
frase muy conocida y muy utilizada por intelectuales de la sociedad, por
periodistas, escritores y no se diga por políticos mismos que la usan de manera
muy convenenciera. En realidad son ellos los que están dando su propia
respuesta a esta pregunta. Y también nosotros estamos invitados por Jesús a dar
nuestra propia respuesta. Porque la respuesta de Jesucristo es una respuesta
abierta, una respuesta que deja las cosas para que cada quien dé la suya de
manera muy personal.
La
respuesta de Jesús es: muéstrenme una moneda con que pagan ese impuesto. Ellos
le muestran un denario que trae la imagen del emperador Tiberio César, y la
inscripción "el divino Tiberio”, como se hacía llamar él mismo. Hoy día son
pocos los gobernantes que se atreven a poner su propia imagen en las monedas y
billetes de su país; ahora acostumbran poner a personajes históricos o héroes
de la política.
Cuando
ellos le contestan que la imagen y la inscripción son del César, Jesús les
dice, "pues denle al César lo que es del
César, y a Dios lo que es de Dios”. Nosotros debemos de poner atención a
estas palabras: no está diciendo Jesús que le den al César o a los políticos o
gobernantes de hoy todas las cosas, ni les está diciendo que le den a Dios
tales y cuales cosas. No. Tampoco está declarando Jesús la separación de la
Iglesia y el Estado, algo que vino propiamente con el liberalismo, con la
revolución francesa, cosas de plano muy lejos de la mentalidad de los judíos,
como los musulmanes hoy día, para quienes no puede haber separación entre Dios
y la vida de los creyentes.
A
ellos y a nosotros nos está diciendo Jesús que le demos a cada quien lo que le
pertenece. ¿Y qué le pertenece al César o a los gobernantes? ¿Y qué es lo que
le pertenece a Dios? Eso lo tienes que discernir tú y dar tu propia respuesta.
Ahí está la sabiduría de Jesucristo. Te está dejando para que tú des tu propia
respuesta. Si tú piensas que la vida les pertenece a los gobernantes, pues
permíteles que ellos lo plasmen en sus leyes y así lo ejecuten. Si tú piensas
que los derechos humanos les pertenecen a quienes nos gobiernan; el agua, las
tierras y todo el patrimonio de los pueblos indígenas, de los campesinos, y
demás habitantes; y los trabajos, conocimientos y los recursos del país, pues estás
aceptando los estados totalitarios. Si tú piensas que la vida de los que aún
están en el vientre materno les pertenece a otras personas, menos a ellos
mismos, pues respétales ese derecho a los intelectuales, o a los políticos;
déjales que ellos digan si les permiten nacer o no. ¿Y tú piensas que a Dios le pertenecen
propiamente los rezos y las devociones y los sacramentos? Pues vive una
religión adentro de las cuatro paredes de los templos, no salgas a vivirla
afuera.
Por
nuestra parte, nosotros los creyentes respondemos que todo le pertenece a Dios,
toda la creación llamada a la existencia por él; todas las personas nacidas y
aún no nacidas, le pertenecen a Dios. A Dios le pertenece la vida, la familia,
el matrimonio, los pobres, los niños, los jóvenes, los discapacitados, la
naturaleza, la economía, la justicia, el amor, la misericordia, el perdón,
etc., etc. ¿Y a los políticos qué les dejas? Pues yo creo que casi nada, aunque
ellos piensen lo contrario.