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BENDITO EL REINO QUE VIENE
Domingo 28 de marzo de 2021, de
ramos
Marcos 11,1-10 y Marcos caps. 14 y
15.
Carlos Pérez B., pbro.
Nuestro
señor Jesucristo apareció en Galilea con una proclamación: "el Reino de Dios está
cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva”. (Marcos 1,15). Con esta consigna y convicción profunda recorrió esa
región de pobres, pecadores, endemoniados, marginados de la sociedad judía tan
religiosa. Su proclamación del reino se hizo presente a través de sus milagros,
sus enseñanzas tan profundas como sencillas, sus encuentros con personas y
multitudes, incluso con sus conflictos con escribas y fariseos. Pero tenía que
llegar el momento de confrontarse definitivamente con los dirigentes de la
religión, los sumos sacerdotes y el sanedrín. Curiosamente, su obra no estaría
completa sin ese final trágico pero colmado de gracia.
Convencido
de que lo suyo era la inauguración del reinado de Dios, entró en la ciudad de
Jerusalén como un rey, pero un rey humilde. No ingresó como un conquistador,
cabalgando en un lujoso corcel y rodeado de ejércitos, sino montado en un
burrito, rodeado de los pobres que los acompañaban desde Galilea, cantando y
gritando festivamente: "¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las
alturas!” (Marcos 11,10),
palabras que escuchamos hoy al comienzo de la celebración.
Este gozo se iría al pozo de manera temporal con la crucifixión del
Maestro en quien tenían puestas todas sus esperanzas. Pero ese fracaso es sólo
aparente, porque los reinos del mundo pasan, y el reinado de Dios como programa
o proyecto, sigue plenamente en pie.
A
tono con esta entrada triunfal, los cristianos hemos de tomar conciencia de que
no se trata de una escena romanticona que nos traslada a la fantasía en la que
se engolosinan algunas religiosidades. Me refiero a que si las cosas en nuestro
entorno no son como las queremos, entonces nos refugiamos en una espiritualidad
intimista. Para nosotros los cristianos sigue en pie el programa iniciado por Jesús
en Galilea: hemos de transformar nuestro mundo en un reino donde los pobres
adquieran su lugar concedido por Dios, y a partir de ellos, todo ser humano sea
parte de la nueva creación ‘recreada’ por la vida, la obra, la pasión, la
muerte y la resurrección del Hijo de Dios.
Éste
es nuestro domingo de ramos.