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LA BUENA NOTICIA DEL DIOS DE LA VIDA
Vigilia pascual y domingo de resurrección,
4 de abril de 2021
Marcos 16,1-8
Carlos Pérez B., pbro.
"¡Vayan a Galilea,
allá lo verán!”
Si realmente nos
hemos convertido en seguidores de Jesucristo, para nosotros es una noticia
formidable que haya resucitado de entre los muertos. Sería una fatalidad si
nuestro Maestro y Señor de la vida se hubiera quedado muerto, fracasado frente
a los proyectos y afanes mezquinos de los hombres. Esta noticia la vivimos
nosotros y se la queremos comunicar a todo nuestro mundo, porque Jesucristo es
una Persona Universal, es salvación para todos.
Al igual que lo
vivió nuestro Señor, ésta no es una mera noticia que deba resonar verbalmente,
es ante todo un testimonio de vida: con toda nuestra vida manifestamos la vida
resucitada de Jesús. Los evangelistas así nos lo hacen ver, especialmente san
Marcos. Si nuestro mundo no se ve transformado en un mundo de vida,
especialmente para los pobres, entonces la resurrección no es la buena noticia
de Jesús, el Evangelio de la vida.
En la Vigilia Pascual hemos
proclamado el primer final del evangelio según san Marcos. En esos primeros 8
versículos del capítulo 16, nos comenta el evangelista que nadie vio a Jesús
resucitado, no se encontró con ninguno de sus discípulos o discípulas, como sí
lo mencionan los otros evangelistas, incluso el segundo final de este evangelio
según san Marcos, 16,9-20. San Marcos tiene una finalidad mucho muy interesante
y profunda. Un joven vestido con túnica blanca les comunica a las tres mujeres
que habían ido muy temprano al sepulcro, la gran noticia de que Jesús de
Nazaret había resucitado. Pero, además, les da este encargo: que vayan a decir a sus discípulos y
a Pedro que irá delante de ellos a Galilea; allí le verán, como les dijo. En
Marcos 14,28 así lo leemos: "después de
mi resurrección, iré delante de ustedes a Galilea”. Con esto, son las
mujeres las primeras apóstoles (enviadas), testigos de la resurrección de Jesús.
¿Qué significa
este envío a Galilea? ¿Por qué no lo vamos a ver en Jerusalén sino en Galilea?
Hay que volver a la primera página de este evangelio, al comienzo del ministerio
de Cristo; hay que volver sobre los pasos recorridos, por esos pueblos de
pobres, enfermos y pecadores, volvamos sobre cada uno de sus milagros, sus
parábolas, sus enseñanzas, volvamos sobre sus encuentros con las personas y las
multitudes. ¿Qué vamos a ver después de haber vivido su pascua de resurrección?
Con una mirada iluminada por su vida resucitada, vamos a comprender más a fondo
que él era y, ahora resucitado, continúa siendo la buena noticia de la vida de
Dios, de la alegría del pueblo humilde, de la inclusión de los excluidos, la
salvación de los condenados, la salud de los enfermos, la gracia para los
pecadores. Si en un primer recorrido por las páginas del evangelio no lo
comprendimos, como no lo comprendieron tampoco los discípulos, ahora iluminados
por la vida de Dios todo se nos hace más claro. Y cada vez que volvamos y
volvamos por estas páginas sagradas, iremos comprendiendo mejor la obra y la
persona de Jesús, el Hijo de Dios, la buena noticia para todo nuestro mundo, de
todos los tiempos. Se nos irá abriendo la mente, el corazón y la mirada como lo
hacía Jesús con aquellos ciegos.
Es necesario que
localicemos dónde es ahora Galilea, no sólo geográficamente sino sobre todo
social y religiosamente, para volver sobre los pasos de Jesús. Estamos seguros
que a Jesús no lo vamos a encontrar vivo ahí donde habitan el poder humano y el
dinero, entre los orgullosos y autosuficientes, sino entre los pobres de
nuestro tiempo, los marginados, los impuros de hoy día. A partir de ellos,
iremos haciendo resonar la buena noticia de que Jesucristo sigue vivo,
actuante, salvador para todos. A todos los que buscan la vida y la felicidad, salir
de sus problemas, a todos los que buscan un mundo nuevo, digámosles: ¡vayan a
Galilea, allá lo verán!