Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





(La intención de compartir estos comentarios es promover e incentivar en clérigos y laicos el gusto por estudiar a nuestro Señor Jesucristo en los santos evangelios)

 

LA ESPERANZA DE UN AÑO NUEVO

Sábado 1 de enero de 2022, LA MATERNIDAD DE MARÍA

Lucas 2,16-21.

Carlos Pérez B., pbro.

 

El primer día del año celebramos la maternidad de María, fiesta que nos hace permanecer en el espíritu de la navidad, para seguir contemplando y celebrando el nacimiento de Jesús. La navidad no es cosa de un solo día. Litúrgicamente es un tiempo, dos semanas y días. Se extiende hasta la fiesta del bautismo del Señor, este año el domingo 9 de enero. También este día se celebra la jornada mundial por la paz, tan anhelada como lejana que la vemos hoy día. Y desde luego que la mayoría de la gente, alrededor del planeta, lo que celebra es el año nuevo. Es el comienzo del año civil. No es nuestra fiesta litúrgica pero de todas maneras nos unimos al entusiasmo de la sociedad que renueva su esperanza de que las cosas pueden ser nuevas y mejores. Nosotros los creyentes tenemos nuestro corazón en el futuro de Dios que es su santo reino. Hay que decir que el año nuevo astronómico, para los que vivimos en el hemisferio norte, ya comenzó, el 24-25 de diciembre, cuando el sol empezó a remontar su camino hacia este hemisferio y los días a crecer. Desde luego que este movimiento es de la tierra y no del sol. 2022 es una cuenta cristiana de los años, a partir del nacimiento de Jesús. Los chinos, los musulmanes, los judíos, los mayas, etc., tienen su propia cuenta, pero se unen a nosotros en el comienzo de este año.

De cualquier manera, sea el comienzo de un año civil o un año astronómico, nosotros los creyentes lo hemos de vivir con profunda espiritualidad. Es necesario hacer un recuentro de lo que fue este 2021. Tenemos que ir educando a nuestra gente católica en este ejercicio tan creyente. No se nos pueden ir los días y los años como se escurre el agua de las manos. Hemos de aprender a mirar la presencia de Dios en cada día, con humildad, con gratitud. ¿Cuáles fueron nuestros yerros más notables en este año, cuáles nuestras alegrías, cómo se hizo Dios presente, con su gracia, con su salvación? 365 días son muchos como para recordarlos. Si no recordamos nada o muy poco, eso puede ser un motivo para que nos vayamos animando a tomar nota en este año que comenzamos. La memoria es propia del pueblo creyente. Eso es la sagrada Escritura, eso son los santos evangelios, una mirada de fe sobre nuestro caminar. Precisamente es la mirada de la virgen María, como nos lo relata san Lucas: "María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”.

¿Qué fue del 2021? La muerte o el nacimiento de un familiar, el matrimonio, la graduación, la ordenación. El clima de violencia, el crimen organizado… ¿Nos hemos dado cuenta que hemos emprendido un camino sinodal en nuestra Iglesia católica? ¿Hemos aprendido a manejarnos responsablemente en esta pandemia? ¿Hemos crecido en el conocimiento de Jesucristo en el Evangelio? ¿Somos más o menos respetuosos de los derechos humanos en la sociedad? Son muchos los puntos en los que nos hemos de revisar (volver a ver).

En el evangelio contemplamos a los pastores que se fueron a toda prisa, como buenos creyentes, a Belén a ver lo que el ángel les había revelado. Repasemos en lo personal todo el pasaje, los 21 primeros versículos de este capítulo 2 de san Lucas. Dos semanas del tiempo de navidad es muy poco tiempo para ahondar en este misterio tan grande de la encarnación del Hijo de Dios. Si en nuestra revisión del año hemos resultado positivos o negativos, hay que decir que el Hijo de Dios ha venido a insertarse plenamente en nuestra realidad. Jesucristo nació en un portal de Belén, fue recostado en un pesebre, sus primeros convocados fueron los pastores, quienes no tenían buena fama en aquellos lugares, y también lo fueron unos paganos, como lo celebraremos mañana, según san Mateo. El Verbo se hizo pobre para ser salvación para toda esta humanidad a partir de los pobres, de los últimos. Este movimiento es de Dios para todas sus empresas. Este movimiento, estar abajo en comunión con los de abajo, lo hemos de conservar siempre nosotros como Iglesia.

Finalmente, también este día celebramos la jornada mundial por la paz. ¿Queremos la paz o nos gusta vivir peleando, nos encanta el clima de violencia? ¿Cuándo aprenderemos los seres humanos a buscar la paz? El Papa Francisco nos ha enviado un mensaje para llamarnos al diálogo entre generaciones, y a servirnos de la educación y el trabajo como instrumentos para construir una paz duradera. Nos dice:

"¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del mensajero que proclama la paz! (Isaías 52,7). Las palabras del profeta Isaías expresan el consuelo, el suspiro de alivio de un pueblo exiliado, agotado por la violencia y los abusos, expuesto a la indignidad y la muerte… Para este pueblo, la llegada del mensajero de la paz significaba la esperanza de un renacimiento de los escombros de la historia, el comienzo de un futuro prometedor.

Por mi parte, les sigo deseando Feliz Navidad, feliz año nuevo.

 


 

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