Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     




(La finalidad de estos comentarios es motivar a todo mundo a estudiar a nuestro Señor Jesucristo en los santos evangelios. Conocer a Jesucristo lo es todo, decía el p. Chevrier. El conocimiento de Jesucristo hace al sacerdote, y a todo cristiano. Así es que nos leemos y nos escuchamos unos a otros).

 

EL PROGRAMA PARA ESTA CUARESMA

Domingo 6 de marzo de 2022, 1° cuaresma - C

Lucas 4,1-13.

Carlos Pérez B., pbro.

 

Cada año, el primer domingo de cuaresma, proclamamos esta buena noticia de la postura de Jesús ante las tentaciones que el diablo le presentó en el desierto: un año lo escuchamos en san Mateo, al año siguiente en san Marcos, y ahora en san Lucas. Mateo y Lucas nos ofrecen la versión detallada de cada una de las tres tentaciones. Ellas hablan de la perfecta humanidad de nuestro Señor, el Hijo de Dios que ha querido hacerse débil y frágil como todo ser humano.

Fijemos nuestra mirada sobre el texto, antes de que se nos vengan otras cosas o comentarios a la mente. Bellamente nos dice el evangelista que Jesucristo, lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto. No fue el diablo el que se lo llevó al desierto, sino el Espíritu Santo. Veámonos a nosotros mismos. Nuestro Señor no vino a hacerle al supermán, al superhombre: ‘me las puedo de todas todas’. No. Él se dejó conducir dócilmente por el Espíritu. El cristiano es aquel que se deja conducir por el Espíritu Santo.

Dicen los que saben, que una persona sana y joven es capaz de vivir 40 días sin comer nada, sólo agua, y un poco de miel del campo. A los 40 días llega el hambre verdadera, el hambre biológica, no el hambre sicológica que nos hace comer a cada rato. Consumidas sus reservas, el cuerpo necesita alimentarse porque de lo contrario se deterioran sus órganos vitales. Muchas personas han vivido esta clase de ayunos prolongados, a lo que se le llama ‘huelga de hambre’, para protestar contra alguna situación, generalmente de origen gubernamental.

¿En qué consiste la tentación que sufrió Jesús? Comer no era una tentación, porque alguien que tiene 40 días sin hacerlo, no peca. Pero el diablo no le presenta una comida atractiva, sino que tienta su divinidad, dos veces: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan… Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo”. Estas tentaciones las tendría Jesucristo a cada momento en su ministerio: ‘Como Hijo de Dios no voy a pasar hambre, porque a cualquier cosa la puedo convertir en pan, incluso en una buena comida; como Hijo de Dios no tendré que sufrir: me aviento a este mundo de cabeza y no me va a pasar nada’. Pero Jesús no vino a hacer alarde de su divinidad. Sus milagros serán más bien un derroche de caridad, una manifestación de la gratuidad de Dios Padre. Ni le da gusto al diablo, ni se lo dará a los fariseos cuando le pidan una señal del cielo (Lucas 11,16). Esa tentación de que "nada te va a pasar porque los ángeles te tomarán con sus manos”, es la tentación que le planteó Simón Pedro ante el anuncio de su pasión: "¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!” (Mateo 16,22). Por lo mismo, nuestro Señor lo llamó "satanás”. Y así contemplamos que al Hijo de Dios le pasó de todo cuando lo condenaron en Jerusalén.

¿Cómo experimentamos nosotros estas tentaciones? Cuando vivimos nuestra fe, nuestra oración, nuestra religión con sentido mágico: Dios me tiene que conceder esto y lo otro, porque soy muy católico, porque le rezo mucho, porque voy a misa, etc. Y si no me lo concede, pues hago a Dios a un lado.

Además de la comida, nosotros sentimos la tentación de exigirle a Dios toda clase de seguros. Nada me va a pasar, ningún accidente, ninguna enfermedad, ningún problema familiar, laboral, económico. Para eso soy cristiano.

Y no se diga la tentación del tener y del poder. Quizá nunca hemos pensado ser los soberanos de este mundo, pero a nuestro nivel, sí nos da por dominar a los de más cerquita y soñamos con llegar a ser medianamente ricos. ¿Apoco el dinero no es una tentación, y los bienes de consumo? Convendría que hiciéramos un buen repaso de los santos evangelios para constatar la resistencia de los discípulos a entrar en el camino de Jesús, el camino de la pasión y de la entrega de la vida. Esa resistencia es también la nuestra.

Nuestra respuesta ha de ser la de Jesús. En las tres ocasiones recurre a frases de la sagrada Escritura: "no sólo de pan vive el hombre” (Deuteronomio 8,3). San Mateo transcribe más completa esta respuesta en labios de Jesús: "sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Es posible que san Lucas deje abierta esta respuesta a más cosas y no restringirla a la sola Palabra de Dios, que de todas maneras es algo grande. Está también el sacramento, la oración, y muchas otras cosas que son alimento para el crecimiento espiritual de todo ser humano. Permítanme decir que no debemos vivir como si fuéramos animalitos de engorda. Alimentemos nuestra espiritualidad, no sólo nuestra corporalidad.

El Hijo de Dios se niega a acceder a la propuesta del diablo quien recurre también a la Palabra de Dios, en este caso al salmo 91: "Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos para que tus pies no tropiecen con las piedras”. ¿Qué nos parece?, el diablo sirviéndose de la Palabra de Dios para poner tentaciones. Por eso decimos que la voluntad de Dios se ha de discernir en una lectura integral de la misma, especialmente a partir de los santos evangelios. La respuesta de Jesús es también una cita del Deuteronomio 6,16: "No tentarás al Señor tu Dios”. Así nos enseña el Maestro a vivir nuestra vida cristiana: no tentemos a Dios con nuestras aspiraciones, intereses y deseos personales, primero está su santa voluntad: "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Éste es un buen programa para nuestra cuaresma, camino de la pascua.

 

 


 

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