(Conocer a Jesucristo lo es todo, decía el p. Chevrier. El conocimiento
de Jesucristo hace al sacerdote, y a todo cristiano. El mejor lugar para
conocer a Jesucristo son los santos evangelios. Qué fantástico aparece Jesús en
toda la sagrada Escritura. Son tantos los pasajes proclamados en esta vigilia y
día de la resurrección que los invitamos a repasar. - Nos leemos y nos
escuchamos unos a otros).
CON JESÚS, PARTIDARIOS DE LA VIDA
Sábado 16, Domingo 17 de abril de 2022, de
resurrección
Lucas 24,1-12
Carlos Pérez B., pbro.
Hemos
celebrado la terrible y dolorosa muerte de nuestro amado Jesucristo, el regalo
que el Padre nos ha enviado por su Espíritu para traernos, con sus enseñanzas y
toda su persona, la buena noticia de su misericordia, de su amor, de su gracia,
de su vida, la vida plena. Pero este mundo, del que nosotros formamos parte, lo
ha recibido con una cruz, símbolo, por un lado, de la muerte, del odio, la
envidia y el egoísmo, y, por otro lado, el lado de Dios, símbolo de la vida,
del amor, de la entrega de sí mismo.
Jesucristo
resucitó la noche anterior al domingo, después del anochecer y antes del
amanecer. No sabemos a qué hora ni de qué manera. Mientras que los santos
evangelios nos ofrecen muchos detalles de su muerte en la cruz, incluida la
hora; en cambio, de la resurrección sólo nos cuentan los encuentros que tuvo el
Resucitado con sus discípulas y sus discípulos, ese domingo y posteriormente.
Convendría que nosotros los católicos los fuéramos conociendo poco a poco,
tanto los relatos de los cuatro evangelios como los que encontramos en las
cartas de los apóstoles.
Para
que vayamos creciendo en nuestro conocimiento de los santos evangelios, les
insisto, como cada año, en la diversidad de esos relatos del encuentro con el
Resucitado: san Juan nos dice que sólo una mujer se encontró con él muy
temprano al amanecer de ese primer domingo de toda la humanidad, María
Magdalena, un encuentro escalofriante, un encuentro de amor profundo. Los otros
evangelios nos hablan de dos mujeres (san Mateo), de tres (san Marcos) o de un
grupo más numeroso de mujeres, como lo escuchamos en el pasaje evangélico de
san Lucas, la vigilia pascual de este año ("las
mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que
decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre
de Santiago) y las demás que estaban con ellas”).
Ahora
tenemos que presumir, contrariamente a aquellos y estos tiempos misóginos, que
la buena noticia (evangelio) de la resurrección de Jesucristo, ha partido de la
experiencia de las mujeres en su encuentro con el Resucitado. El evangelio, de
principio a fin, continúa resonando a partir de los pobres, de los pequeños, de
los excluidos, de los ninguneados.
En
la vigilia pascual y el día domingo nos toca proclamar y escuchar una amplia
variedad de lecturas de la Sagrada Escritura. En el principio Dios creó la
vida, en sus múltiples formas, y vio que todo era bueno y bello. Pero el ser
humano, el único que ha gozado de plena libertad entre todas las criaturas
creadas, ha sembrado la muerte, desde Caín hasta nuestros días, se ha dejado
atrapar en su egoísmo, se ha dejado mover por el odio, que es propio del
espíritu del mal. No obstante, Dios ha continuado persistente en brindar la
vida. Primero nos ha enviado profetas, los escuchamos en las sagradas
escrituras, y finalmente nos ha enviado a su Hijo. Jesucristo encarnó
maravillosamente el amor, no el odio, que el Padre tiene por todos sus hijos,
preferentemente por los que se le descarrían, los que se pierden, los
pecadores.
En
este mundo nuestro en el que se enfrentan los peores impulsos de la muerte
(violencia doméstica y social, hostigamiento, asesinatos, secuestros,
corrupción gubernamental, privada y eclesiástica, guerra, destrucción y muerte)
con los mejores impulsos del amor, de la donación, del apostolado, del
consuelo, perdón, reconciliación, etc., nosotros, al celebrar la pascua de
resurrección del Hijo de Dios, nos declaramos firmemente partidarios de la
vida.