Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
El Misterio del Tiempo  

EI fin de un año y el principio de otro hacen revivir en el ser humano el sentido de la fugacidad de la vida que transcurre en el tiempo. Entonces, éste aparece como un misterio dificil de explicar y definir. Se tiene la experiencia de lo que es y, simultáneamente. no se sabe cómo explicarlo.
 
San Agustín responde a la pregunta sobre el tiempo diciendo: "Si nadie me lo pregunta, lo sé Pero si tengo que explicárselo a quien me lo pregunta, entonces no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado, y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente”. La experiencia humana del tiempo trae consigo la seguridad de un acontecimiento que pasó y la incertidumbre del futuro que escapa al control humano. En los mitos, el dios Cronos mueve el tiempo en la rueda del destino.
 
En la Biblia, en cambio, el tiempo se inscribe dentro de la historia de la salvación que está abierta al futuro, en el que Dios es eterno por ser el Señor de todo el tiempo. Las primeras palabras de la Biblia hablan del tiempo: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1, 1). Las últimas también lo hacen: "Sí, pronto vendré” (Apocalipsis 22, 20). Con la creación surge el tiempo, y el sucederse de las cosas en el tiempo está determinado por Dios: "llamó Dios a la luz ‘día’ ya las tinieblas ‘noche”.
 
Todo se realiza en el tiempo y cada cosa tiene su tiempo: "Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa; tiempo para nacer, y tiempo para morir” (Eclesiastés 3, 1-2). El tiempo es efímero y fugaz como lo describe el salmo 90 a la luz de la experiencia humana que compara a los seres humanos con la hierba que a la mañana brota y florece, por la tarde se amustia y se seca... Los años de nuestra vida son setenta años u ochenta si hay vigor, mas son la mayor parte trabajo y vanidad, pues pasan presto y nosotros volamos” (Salmo 90,4-6.10).
 
La gran novedad es que Dios mandó a su hijo al tiempo: "al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva (Gálatas 4,4-5).
 
Para los cristianos, con Jesús llegó el fin hacia el que estaban orientados los tiempos preparatorios. Jesús aceptó todo el proceso de crecimiento humano en el tiempo y vivió la experiencia del mismo. En su predicación invitó a comprender lo que Dios va manifestando a lo largo de la historia a través de los acontecimientos que se dan en el tiempo. Cristo también habló del final del tiempo; sin embargo, no dio a conocer la fecha en la que ha de verificarse la consumación de los siglos. El ser humano se va realizando en el tiempo. En él se suceden alegrías y penas, esperanzas y realizaciones, búsquedas y encuentros.
 
El cristiano sabe que "los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que ha de manifestarse” en el futuro (Romanos 8, 1) y, por ello, vive su vida de cada día con una esperanza activa que lo compromete en el trabajo por un mundo más justo y más humano. Al recordar los años que pasan, la Biblia nos invita a mirar hacia lo definitivo porque Dios nos ha enseñado, por medio de Cristo, que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia y cuya dicha es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. HORIZONTES de Espiritualidad y Valores.
 

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