ASUMIR
LA CRUZ DE JESÚS
Domingo 19 de junio de 2022, 12° ordinario
Lucas 9,18-24.
Carlos Pérez B., pbro.
Volvemos
ahora a la lectura dominical continuada del evangelio según san Lucas que
venimos haciendo en el tiempo litúrgico ordinario este año. Hoy, domingo 12°,
estamos en el capítulo 9, en un punto crucial en el ministerio de Jesucristo
nuestro Maestro. Él nos lanza la pregunta sobre su identidad, sobre su misión,
sobre su mesianismo. Porque no se puede caminar detrás de él y con él sin tener
cierta claridad sobre su misión en este mundo.
Permítanme
decir esto para ir creciendo en nuestro conocimiento de los santos evangelios: san
Lucas nos ofrece esta pregunta en ambiente de oración; san Mateo (16,13), en
tierra de paganos; san Marcos (8,27), en el camino.
"¿Quién dice la gente que soy
yo? … Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, es la
pregunta que todos hemos de contestar, y que como Iglesia les hemos de hacer
llegar a todos nuestros católicos, porque, al igual que aquellos discípulos,
hemos venido caminando detrás de Jesús, o mejor dicho, tenemos años siendo
católicos sin habernos detenido para responder pausadamente esta crucial
pregunta. ¿Quién es Jesús para ti? ¿Una mera imagen plástica que se cuelga en
la pared o en el cuello del ‘creyente’? ¿Un nombre muy pronunciado por todos
pero que no hemos llegado a conocer personalmente? Para mejor respuesta, nos
podríamos preguntar si hemos leído los cuatro evangelios, si estamos estudiando
a Jesús cada día en esos escritos sagrados.
La gente de aquel tiempo no pensaba que Jesucristo era un sacerdote,
porque desde luego que no lo veían oficiar en el templo. Tampoco pensaban que
Jesucristo fuera un candidato a reinar en el pueblo, por más que él mismo
predicaba la buena noticia del reino de Dios, y sabían que era descendiente del
gran rey David. Lo veían sobre todo como un profeta, de la talla de los
grandes. Y es que les hablaba de Dios y de parte de Dios con tanta autoridad,
no como sus escribas. En verdad que Jesucristo estaba inserto en la corriente
de los profetas. Sin embargo, era mucho más que un profeta.
La respuesta de Pedro es variada en los cuatro evangelios: Marcos = "tú eres el Cristo”. Lucas = "Tú eres el Cristo de Dios”. Mateo = "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.
Y, en otro contexto, Juan = "Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú
eres el Santo de Dios” (Juan 6,68). Cada evangelista nos ofrece esta respuesta según su propio
plan, según su manera particular de presentarnos a Jesucristo. Precisamente
aquí vemos que no es una respuesta académica o de memoria, que nos salga de la
cabeza, sino que hemos de responder con toda nuestra propia vida. Es necesario que cada uno de nosotros dé su propia respuesta porque no
se trata de ser católicos de nombre, sino de seguirle los pasos a Jesús, de
comulgar con su obra, con su misión.
Nuestro Señor tiene mucha claridad en su camino, en la obra de la
salvación de Dios, en la manera como hay que realizar esta obra. Por eso, a
renglón seguido, les revela la suerte que le espera en Jerusalén, en su
confrontación con la religiosidad institucional de su pueblo judío, con los
dirigentes de la religión. Le espera el sufrimiento, la reprobación, la muerte.
Y de parte de ellos no le espera la resurrección, sino de parte del Padre. ¿Y
hasta ahí llegó la cosa? Claro que no. Jesucristo involucra a sus seguidores en
ese camino, en esa suerte: "Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”.
Permítanme que tome la traducción de mi Biblia porque es importante que vayamos
entendiendo y entrando en el camino de Jesús tal como él nos lo propone. No se
trata meramente de hacerle compañía a Jesús, sino caminar en pos, detrás de él.
Jesucristo sí es compañero de camino, pero él camina adelante. Sólo él sabe
cuál es el camino de la salvación de esta humanidad.
"Que no se busque a sí mismo” lo escuchamos en el leccionario, o "niéguese
a sí mismo”, lo leemos en la Biblia. Negarse a sí mismo es una expresión
más fuerte, que ciertamente está en confrontación con las ideologías actuales
que promueven la afirmación en el ‘yo’ de cada quien. La negación de uno mismo
es la afirmación de uno en Jesús, en Dios, y a fin de cuentas es la mejor afirmación
en uno mismo. No es juego de palabras, es algo que tenemos que aprender de
Jesús contemplándolo crucificado. A uno como sacerdote le ha brindado mucha
claridad sobre esta enseñanza de Jesús el trato con muchas personas, parejas,
familias, colectivos, eclesiásticos, etc. El Papa Francisco nos ha hablado y
advertido sobre la "autoreferencialidad”. Uno lo comprueba en el narcisismo, en
el egocentrismo, en el culto al Ego, de tantas personas, incluido uno mismo. Si
quieres caminar detrás de Jesús, es necesario salir de uno mismo. Si este mundo
quiere acceder a la salvación de Dios, es necesario que salgas de ti mismo, que
todos aprendamos a entrar en el Otro, y en los otros.
Y, finalmente, no es lo mismo decir "toma tu cruz de cada día” (leccionario)
que "toma cada día tu cruz”. Porque las cruces de cada día son los afanes, las
preocupaciones, los problemas que nos vienen de por sí, que la vida trae por sí
misma. También esas hay que tomarlas cristianamente. Pero, en cambio, la cruz
de Jesús, porque es la verdadera cruz, la hemos de tomar cada día. Él no quiere
ser el único sino que todos carguemos la cruz de la salvación de este pobre
mundo que se nos desmorona.