Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





(Hay que tener el espíritu de la oración, nos dice el p. Chevrier, porque se puede orar sin tener el espíritu de la oración (VD 365).

 

JESÚS, ENSÉÑANOS A ORAR

Domingo 24 de julio de 2022, 17° ordinario

Génesis 18,20-32 y Lucas 11,1-13.

Carlos Pérez B., pbro.

 

Los hijos aprenden lo que ven en sus padres, los discípulos aprenden lo que ven hacer a sus maestros. Jesucristo era un hombre de verdadera oración, y por eso nosotros, junto con aquellos discípulos le pedimos que nos enseñe a orar.

Es que hay varias maneras de rezar. Está la oración repetitiva, la oración de memoria, la oración que se recita en algún librito o folleto, la oración en silencio, la oración en que se habla espontáneamente, la contemplación, la escucha orada de la Palabra.

Les recomiendo que en sus tantos repasos que hacen de los santos evangelios, en uno de esos se propongan fijarse especialmente en los momentos de oración de Jesús. Les pongo un ejemplo:

-          Lucas 6,12.- "Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios”.

-          Lucas 8,28.- "Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba…”

-          Lucas 9,28.- "Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar”.

-          Lucas 11,1.- "Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos. Él les dijo: Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre…”.

-          Lucas 18,1.- "Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer”.

-          Lucas 18,9.- "Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces… En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”

 

Ustedes pueden seguir con este listado para que así aprendamos a orar según el ejemplo y las instrucciones del propio Jesús. También, en otro pequeño estudio de evangelio, podemos entresacar las oraciones verbales de Jesús que nos ofrecen los cuatro evangelistas. Les presento aquí algunas pero es un trabajo que cada quien debe realizar en lo personal.

-       El Padre nuestro (Mateo 6)

-       Aquella oración que le salió espontáneamente: "Yo te bendigo, Padre…”  (Lucas 10,21).

-       La oración del huerto de los olivos: "¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.” (Marcos 14,36).

-       Ante la inminencia de su pasión: "¿¡Padre, líbrame de esta hora!? Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre”. (Juan 12,28).

-       La oración de la última cena: "Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti…” (Juan 17).

Cuando uno se hace de esa mirada de conjunto de la oración de Jesús, es cuando puede sacar los acentos o constantes:

Jesús se retira frecuentemente a orar en silencio, en lugares solitarios.

Jesús se dirige a Dios como ‘Padre’, y así nos enseña a hacerlo nosotros.

La de Jesús es una oración de escucha. Cuando habla, su oración es breve.

La oración de Jesús tiene que ver con su misión: el establecimiento del reino.

La oración de Jesús es humilde, tan humilde que nos enseña a pedir sólo el pan de cada día.

La oración de Jesús sobrepone la voluntad del Padre a la propia.

Jesús trae al pueblo y sus necesidades en su corazón, por eso le pide al Padre que envíe obreros a su mies.

Jesús encuentra en su oración la fortaleza del Padre.

Jesús nos enseña y nos motiva a pedir el Espíritu Santo.

 

Vale la pena proponernos aprender a orar, aprender del mismo Jesús. Nuestra gente casi no sabe hacer oración. Se están perdiendo de un recurso que aporta tantos beneficios.

 


 

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