("Me decía a mí mismo: el Hijo de Dios ha
bajado a la tierra para salvar a los hombres y convertir a los pecadores. ¿Y
qué vemos, sin embargo? ¡cuántos pecadores hay en el mundo! Los hombres siguen
condenándose. Entonces me decidí a seguir más de cerca a Nuestro Señor
Jesucristo, para hacerme más capaz de trabajar eficazmente en la salvación de
las almas, y mi deseo es que también ustedes sigan de cerca a Nuestro Señor”.
P. Chevrier, Escritos Espirituales, pag. 12).
UNA
SALVACIÓN QUE CAMBIA PROFUNDAMENTE A TODA PERSONA
Domingo 30 de octubre de 2022, 31° ordinario
Lucas 19,1-10.
Carlos Pérez B., pbro.
Jesucristo se dirige a Jerusalén para vivir su pascua, su entrega
definitiva de la vida. Como caminante pobre, va requiriendo que le brinden
hospedaje. ¿Quiénes? Pues no precisamente los notables y las gentes de bien del
pueblo. Primero pidió hospedaje en un pueblito de samaritanos (Lucas 9,53), lo
que no harían los ‘buenos’ judíos que odiaban a los samaritanos. Luego se fue a
quedar a casa de unas mujeres (Lucas 10,38), cosa que tampoco haría un
magistrado judío. Y ahora, en Jericó, ya para subir al monte de Jerusalén,
decide quedarse, antes de que lo inviten, en casa de un publicano. ¿Por qué así
las cosas? Estos hospedajes me remiten a mis años de cura rural. En algunas
comunidades distantes de la cabecera parroquial era obligado ser recibido por
alguna familia para compartir la mesa y pasar la noche. Había curas de antes
que sólo llegaban a la misma casa. Otros preferíamos una casa distinta en cada
visita. Una bella experiencia que nos conducía a conocer a las personas más de
cerca, tener contacto con sus vidas más al interior que sólo ver caras en las
bancas de la capilla.
No veamos el pasaje evangélico de hoy de manera aislada. Es necesario
que recorramos los santos evangelios para tener un conocimiento más integral de
nuestro Maestro. ¿A qué mundo pertenece
Jesús el Hijo de Dios encarnado? ¿Al mundo de la gente más religiosa o la más
alejada de la religión? Pareciera que él le tira más hacia el lado contrario de
nosotros que a nuestro favor, que es el lado del rezo y de la devoción.
Tan sólo si le damos un vistazo a este evangelio según san Lucas, nos
confirmamos en esta apreciación:
Jesucristo bajó al Jordán a bautizarse en medio de los pecadores, que
eran los que buscaban al Bautista (Lc 3,21). / Llamó a un publicano llamado
Leví en su seguimiento (Lc 5,27). / Va a comer con publicanos y pecadores (Lc
5,30). / Habla bien de los publicanos porque acogieron el llamado de Juan a la
conversión, y habla mal de los fariseos y los legistas porque se cerraron a la
justicia de Dios (Lc 7,29). / Jesucristo tenía fama de ser un comilón y un
borracho, amigo de publicanos y pecadores (Lc 7,34). / A un maestro de la ley,
persona notable en la religión judía, Jesús le pone de ejemplo, en una
parábola, a un samaritano compasivo (Lc 10,30). / Algunos decían que Jesús expulsaba
los demonios con el poder de Beelzebul (Lc 11,15). / También iba a comer con
escribas y fariseos, pero frente a ellos mismos les echaba en cara su
religiosidad (Lc 11,39). / Acogía a los publicanos y pecadores que se acercaban
para escuchar sus enseñanzas, y, al contrario, los escribas y fariseos los
criticaban por eso (Lc 15,1). / Nos pone como ejemplo de agradecimiento a un
samaritano leproso que, además de otros nueve, había sido purificado (Lc
17,18). / En sus parábolas, nos pone como ejemplo de oración a un publicano (Lc
18,14). / Ante el escándalo de los judíos de ‘buenas costumbres’, va a
hospedarse a la casa de un publicano (Lc 19,2). / En vez de ir a rezar al
templo, fue a ponerse en conflicto con los notables del pueblo, los sumos
sacerdotes, ancianos del sanedrín y fariseos (Lc 19,47). / Y, finalmente, lo
vemos crucificado en medio de dos malhechores (Lc 23,33).
Aunque esto le pudiera acarrear mala fama (¿y volver a su evangelio
contraproducente?), en realidad sólo él sabe por qué hace y vive así las cosas.
Qué bella conversión contemplamos en Zaqueo. Es la respuesta (él no tomó la
iniciativa) ante tan arriesgado acto de Jesús. En cuanto rico, Zaqueo decide
dar a los pobres la mitad de sus bienes; y en cuanto publicano (que tenían fama
de corruptos), restituir cuatro veces lo que haya defraudado. Por ello podemos
decir que esa religión de Jesús sí salva, sí es buena noticia de salvación para
nuestro mundo. La otra religiosidad, no. Precisamente así concluye el pasaje
evangélico de este domingo: "Hoy ha
llegado la salvación a esta casa”. Y puntualizamos nosotros, la salvación
en persona que es Jesús. Y así lo vivimos todos los creyentes: Jesucristo vino
a hospedarse a este mundo para ser salvación para toda la humanidad. ¿Por qué
resistirse a tan bella visita?
En consecuencia, ¿cuál es la Iglesia y los discípulos que Jesucristo
quiere? La que sale de sí misma, de su religiosidad intimista, excluyente como
es nuestra sociedad, la que no se encierra en el culto y la devoción, la que se
abre al mundo, la que asume la condición de los colocados al margen de la
comunidad, y precisamente ahí, la que brilla con la salvación de Dios.