(Escuchemos cómo expresa el p. Chevrier su
experiencia de aquella noche de navidad de 1856: "Meditando la noche de navidad
sobre la pobreza de Nuestro Señor y su abajamiento en medio de los hombres,
tomé la resolución de dejarlo todo y vivir lo más pobremente posible… me convirtió
el misterio de la Encarnación…” Escritos
Espirituales, pág. 11).
OBEDIENCIA A LA NAVIDAD DE DIOS
Domingo 18 de diciembre de 2022, 4° de
adviento
Mateo 1,18-24.
Carlos Pérez B., pbro.
A una semana de celebrar el nacimiento del Hijo
de Dios en la carne, la Iglesia nos ofrece esta bella imagen de su anuncio a
san José. La comunidad evangélica de san Mateo pone su mirada en el padre
legal, más acorde con la mentalidad judía, a diferencia de san Lucas que nos
presenta el anuncio del ángel Gabriel a la virgen María. Vayamos conociendo los
evangelios más y más.
Esta imagen evangélica (san José recibiendo en
sueños los planes de Dios) es una devoción muy vivida y promovida por el Papa
Francisco. Hay que decir que también es una espiritualidad muy cristiana. Todo
creyente, ya sea dormido o despierto, ha de estar atento a lo que Dios le
quiere revelar. No pensemos que Dios se comunicaba con José como quien recibe
una llamada telefónica. El evangelio, que relata las cosas con tanta brevedad,
no lo dice, pero debemos ver, en este santo varón, todo un momento o conjunto
de momentos de profundo discernimiento. ¡¿Cuántas noches serían de dudas,
preguntas, de darle vueltas y vueltas al asunto?! No nos lo dice san Mateo. Es
lícito pensar que no fue algo inmediato, al menos así lo debemos acoger para
nosotros. La oración, largos ratos de discernimiento no nos han de faltar hasta
que recibamos esa luz de lo alto. El mismo Dios, mediante su Espíritu, nos irá
abriendo sus caminos.
José, dice el evangelio, era un hombre justo.
Ordinariamente nosotros usamos esa palabra para referirnos a las personas
honestas en las cosas humanas, los que no hacen trampas, los que no cuentan
mentiras, que eso también tenía san José. Pero en la sagrada Escritura, esta
palabra se refiere a la justicia de Dios, es decir, su santa voluntad. José era
un hombre que ponía sus propias decisiones en sintonía con esa voluntad. Veamos
cómo el evangelio infunde en nosotros algo más que buenas costumbres o comportamientos.
Si José es un ejemplo de creyente para nosotros, es porque trata de vivir de
acuerdo con los planes de Dios. El creyente no toma decisiones apresuradas,
porque de esa manera ‘se mete la pata’ muy fácilmente. No. El creyente trata de
escudriñar la voluntad de Dios. Se pregunta, ¿qué es lo que Dios quiere en esta
cuestión tan importante, en los momentos más decisivos de mi vida y de la
historia de la humanidad? Aprendamos. Todos hemos de aprender poco a poco,
hemos de ejercitarnos en la oración de discernimiento. Sus catequesis de los
miércoles, desde agosto hasta diciembre, el Papa las ha dedicado precisamente a
diversos aspectos de esta cuestión. Convendría repasarlas.
¿Qué le pedía la ley de Moisés a un judío
practicante como José? Dice la nota de la Biblia de Jerusalén: "La justicia de
José consiste sin duda en que no quiere encubrir con su nombre a un niño cuyo
padre ignora, pero también en que, convencido de la virtud de María, se niega a
entregar al riguroso procedimiento de la Ley” (ver Deuteronomio 22,20). José
quiere cumplir con Dios y Dios le revela su plan, la encarnación misteriosa de
su Hijo por obra del Espíritu Santo.
En el
caso de nosotros, hay algunas cosas que nos llaman a la obediencia al igual que
a José. La encarnación del Hijo de Dios se ha efectuado en una jovencita no
distinguida entre la sociedad, en un pueblito desconocido hasta entonces,
llamado Nazaret. Vamos a celebrar el nacimiento de este Hijo que sucedió en un
portal de Belén. A pesar de que pertenece a la familia real judía, ha tenido
que ser recostado en un pesebre, en el portal no en las habitaciones de una
casa. Los primeros invitados a contemplar al Recién Nacido serán los pastores
de los campos de Belén. Debemos saber que esos pobres pastores no gozaban de
buena fama en aquellos lugares y tiempos. Nuestras celebraciones navideñas se
tupen de muchos adornos: luces de colores, figuras muy bonitas, regalos,
comidas, bebidas. Pero Dios nos llama a la obediencia, a acoger como su
Salvación a este Niño que ha nacido entre las pajas. Y a partir de ese momento,
el derroche de su misericordia para con los enfermos, pecadores, marginados,
pobres, excluidos, extranjeros, los pequeños, los de abajo; hasta terminar
crucificado como un malhechor.
"Cuando
José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”. Nosotros vivamos nuestra vida cristiana, en
todas las cosas, a tono con la voluntad de Dios nuestro Padre.