(El nacimiento de nuestro Salvador nos
impacta profundamente. Hace como 800 años, san Francisco de Asís montó el
misterio del nacimiento de Jesucristo en una gruta, con personajes vivientes. El
p. Chevrier también se dejó impactar por este misterio: "Me decía a mí mismo:
el Hijo de Dios ha bajado a la tierra
para salvar a los hombres y convertir a los pecadores. ¡Y qué vemos, sin
embargo? Los hombres siguen condenándose. Entonces me decidí a seguir más de cerca
a Nuestro Señor Jesucristo, para hacerme más capaz de trabajar eficazmente en
la salvación de las almas y mi deseo es que también ustedes sigan de cerca a
Nuestro Señor”. Escritos Espirituales,
pág. 12).
LA GRAN NOTICIA DE TODA LA HISTORIA
Sábado 24 - Domingo 25 de diciembre de 2022,
NAVIDAD
Lucas 2,1-14.
Carlos Pérez B., pbro.
Conviene que todos los católicos vayamos
conociendo los santos evangelios. Sólo dos de los cuatro nos hablan del
nacimiento de Jesucristo. San Mateo nos platica primero que un ángel del Señor le
anunció a José la encarnación del Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo en
el seno de María. Y, de una manera muy breve, sólo nos refiere: "Despertado José
del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su
mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre
Jesús” (Mateo 1,24-25).
Enseguida pasa a narrarnos la visita de los magos del oriente para adorar al
recién Nacido, y la intención del rey Herodes de matar al Niño Jesús, así como
el exilio en el país de Egipto.
San Lucas, por su parte,
nos habla del anuncio de la encarnación del Hijo de Dios por parte del ángel
Gabriel a la virgen María. El diálogo entre ambos es sumamente revelador.
Enseguida nos relata la visita de María a su parienta Isabel, y el encuentro de
ambas y de sus dos criaturas aún no nacidas, en una explosión de alegría. Es
Lucas el que nos dice que José y María tuvieron que trasladarse a Belén por
causa de un censo ordenado por las gentes del poder. Sólo san Lucas nos habla
del pesebre, de que no encontraron posada en el pueblo, de los pastores de los
campos invitados por Dios a contemplar a su Hijo recién nacido.
San Juan, evangelio que
también se puede escuchar en las celebraciones de navidad, no nos da detalles
del nacimiento de Jesús, pero sí nos dice: La Palabra "no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y
la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado
su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad” (Juan 1,13-14).
La encarnación del Hijo de Dios y su posterior
nacimiento entre nosotros, es un acontecimiento que marca tan profundamente
nuestra humanidad que, -nosotros los creyentes lo decimos-, debería ser
celebrado por todos los seres humanos. Nosotros creemos que se trata del Hijo
eterno de Dios, los demás, al menos deberían reconocer que Jesús es un ser
humano extraordinario como jamás nadie lo ha sido: tan gratuito y lleno de
gracia, tan libre, tan misericordioso, tan espiritual, tan encarnado en su
realidad, tan enteramente entregado a la salvación-liberación de los demás, tan
amoroso, tan abierto a los excluidos, con una sabiduría plasmada en los santos
evangelios, tan limpio y transparente como nadie, en fin, un modelo para todo
ser humano. Nosotros, la Iglesia, hemos opacado la luz de este ser
humano-divino tanto que los no creyentes confunden a la Iglesia con Jesucristo.
Nosotros somos servidores de la salvación, humildes, frágiles, limitados.
Pues ésta es la alegría de la navidad, la gran
noticia de toda la historia y de todo el devenir de la creación. Tristemente
las sociedades hemos ido perdiendo de vista al que es el centro de estas
festividades. Vivamos intensamente lo que es nuestro, pregonemos, como los
ángeles que aparecieron en Belén: ‘Les traemos una buena
noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, el
salvador de este mundo, el Mesías, el Señor’. Invitemos a todo mundo a entrar
en los santos evangelios para que lo conozcan integralmente.