(En el cuadro de Saint Fons, contemplando a Jesús
en la pobreza del pesebre, el p. Chevrier nos dejó escrito: "el sacerdote es un
hombre despojado. Cuanto más pobre se es, más se glorifica, se ama a Dios y uno
se hace más útil al prójimo”).
GUARDAR LOS ACONTECIMIENTOS EN EL CORAZÓN
Sábado 31 diciembre - Domingo 1 enero 2023, MATERNIDAD
DE MARÍA
Lucas 2,16-21.
Carlos Pérez B., pbro.
Estamos viviendo el tiempo litúrgico de la navidad. Para muchas gentes,
la navidad es un día que ya pasó, ahora la expectativa es iniciar el año nuevo.
Pero la verdad es que nuestra atención está puesta en Jesús, nuestro Salvador,
el Hijo de Dios que ha nacido en la carne. Este tiempo va, en este año, del 24
de diciembre en la noche, hasta el domingo 8 de enero. Si hay personas a las
que no les han deseado feliz navidad, denle su abrazo todavía, antes de
desearles feliz año nuevo.
Lo del año civil que inicia, es en realidad algo meramente
convencional, es decir, nos pusimos de acuerdo en iniciar los años en este día,
pero si sabemos algo de astronomía, tenemos que reconocer que el año, para el
hemisferio norte, terminó el miércoles 21 de diciembre a las 3:48 pm, en el
horario del centro de México, que fue el punto del solsticio de invierno,
cuando el polo sur de nuestro planeta tocó su punto máximo en dirección al sol. Y en navidad,
el sol empezó a surgir de nuevo hacia el norte. Es el sol naciente. Jesucristo
es nuestro verdadero "Sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla y sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz” (ver Lucas 1,78).
Jesús es el centro de todo este tiempo. Para permanecer en este
espíritu navideño, la Iglesia nos ofrece varias fiestas: san Esteban, el primer
mártir cristiano; san Juan, el discípulo amado de Jesús; los santos niños
inocentes; la Sagrada Familia, que celebramos el viernes; la Maternidad de
María, que celebramos el 1 de enero; la fiesta de la Epifanía o Manifestación
de nuestro Señor, conocida como día de los magos del oriente. Todos estos días
contemplamos sin cansarnos esta imagen navideña: el Niño Jesús flanqueado por
José y María.
¿Qué nos dice san Lucas aquí de la virgen María? Tuvo que dar a luz a
su Niño en un portal de Belén y acostarlo en un pesebre. El Niño Jesús ni
sintió, en ese momento, la pobreza en que había nacido, porque su madre lo
arropó en pañales y ambos le brindaron su calor de madre y padre. Pero ellos sí
sintieron la carencia de recursos materiales para brindárselos al recién
nacido. Nosotros nos hemos compadecido de esta pobre pareja de desamparados,
como los migrantes que vemos hoy en día que se apiñan en el río Bravo.
María, nos sigue diciendo san Lucas, ante la visita de los pastores y
escuchar lo que ellos decían, "guardaba
todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. ¡Qué bella imagen de la
virgen! Una verdadera creyente. No hablamos de esas o esos creyentes que se
echan muchas creencias a la cabeza, incluidos algunos fanatismos. No. María había
escuchado con mucha atención al ángel Gabriel que le anunció la encarnación del
Hijo de Dios en su seno virginal, por obra del Espíritu Santo y, ante ese
anuncio, asintió con toda obediencia, porque ésa es la verdadera fe, la que
escucha la Palabra y pone en ella toda su vida en sintonía. Y ahora, ante la
visita de los pastores, ella escucha con atención y, seguramente sin entender
gran cosa, no desecha lo que no entiende, sino que lo guarda en su corazón. Es
el ejemplo para nosotros los creyentes.
El domingo pasado los invitaba a cultivar en nosotros ese corazón
creyente de María, los invitaba a realizar durante la semana un recuento o
repaso de lo más significativo del 2022, a nivel personal, familiar, social,
nacional, universal: ¿Cuáles fueron nuestros yerros más notables en este año, cuáles nuestras
alegrías, cómo se hizo Dios presente, con su gracia, con su salvación, cómo nos
ha hablado a través de los acontecimientos? Hemos de
aprender a hacer esos recuentos en nuestra calidad de creyentes. Nos podemos
ayudar de fotos, apuntes, conversaciones. Volvemos a pasar por esos hechos para
pedirle perdón, para darle las gracias en esta eucaristía, para ponernos en sus
manos para este 2023.
Finalmente, no dejemos pasar el mensaje que cada año nos
ofrece el Papa para convocarnos a una jornada por la paz del mundo. Este año ha
titulado así su mensaje: "Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19
para trazar juntos caminos de paz”.
El Papa nos invita a hacer un recuento de los saldos de la
pandemia: causó la muerte de muchas hermanas y hermanos nuestros; nos sumió en
períodos de aislamiento, agravando la de por sí soledad que han traído los
tiempos modernos para muchos seres humanos; restringió en mucho nuestras
libertades; acentuó nuestras desigualdades sociales y económicas, dejando a
muchos sin empleo por largos períodos.
Después de tres años, ha llegado el momento para
cuestionarnos, para aprender, crecer y dejarnos transformar. El Papa nos ha
insistido que de los momentos de crisis nunca se sale igual: o salimos mejores
o peores. Hemos de responder esta pregunta: ¿ahora somos mejores después de
esta pandemia?
Uno de los frutos de esta pandemia, es el haber tomado
conciencia de que nos necesitamos unos a otros. Nuestro mayor tesoro, aunque
frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra común filiación divina.
Hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la
tecnología y la globalización, no solamente ha sido excesiva, sino que se ha
convertido en una intoxicación individualista e idolátrica, y lo que ha quedado
en suspenso ha sido la justicia, la paz y la armonía.
Hemos descubierto que la injusticia, la marginación y la
pobreza generan conflictos y guerras.
Pero, por otro lado, son un fruto el retorno a la humildad,
la reducción de nuestros hábitos de consumo, ha aumentado el sentido de
solidaridad saliendo de nuestro egoísmo y mirar las necesidades de los demás.
Cuántas personas no escatimaron esfuerzos por ayudar a los demás en esta
pandemia.
Quizá todos hemos comprendido que juntos (ésa es la palabra
colocada en el centro) es como podremos construir la paz, garantizar la
justicia para salir de estos momentos tan dolorosos. Sólo la paz que nace del amor
fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales,
sociales y mundiales.
Pero el Papa
anota: aunado al problema del Covid, se nos ha venido el problema de la guerra:
Rusia que invade Ucrania, con tantos efectos económicos y hasta alimentarios
para lugares muy distantes, como el suministro de trigo y el abasto y los
precios de los combustibles. ¿Qué se nos pide entonces? Que todos los seres
humanos nos dejemos cambiar desde el corazón. Es nuestro deber de llamarnos
unos a otros a la conversión, pero también renunciar radicalmente a la
venganza. Lean el mensaje del Papa en la página web de la Santa Sede. Búsquenla
así "Santa Sede”.
Sigan
pasando felices este tiempo de navidad. Les deseamos un 2023 colmado de
bendiciones y de paz.