Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





 

CONVERTIRSE O LLEVAR UNA VIDA MUY RELIGIOSA

Domingo 26° del tiempo ordinario, 1 octubre 2023

Ezequiel 18,25-28; Mateo 21,28-32.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

El 2-3 de octubre la familia del Prado celebramos la memoria de nuestro fundador, el beato Antonio Chevrier (fallecido el 2 de octubre de 1879, beatificado el 3 de octubre de 1986 por el Papa Juan Pablo II). Lo queremos hacer desde las misas de este domingo, con nuestra gente. Los invitamos a todas y todos a que se unan a nuestra celebración. El padre Chevrier es el que nos ha enseñado a estudiar a Jesucristo en los santos evangelios. Quiero comenzar este comentario precisamente invitándolos a estudiarlo a nuestro estilo. Lo hacemos con estas preguntas, después de leer atentamente la parábola de los dos hijos y la conclusión que saca Jesús. Pueden responder antes de leer el comentario.

¿Qué clase de Dios manifiesta Jesús con esta parábola, qué atributos suyos nos da a conocer?

¿Qué clase de discípulos o cristianos son los que él quiere?

¿Qué modelo de Iglesia nos propone Jesús? ¿Qué clase de dirigentes quiere para su Iglesia?

¿Qué nos revela Jesús acerca del ser humano con esta parábola?

¿Cómo se muestra Jesús a sí mismo con esta parábola y su conclusión?

¿Cuál es el Reino que anuncia?

 

Según como nos relata san Mateo las cosas, Jesús, acabando de llegar a Jerusalén, se puso a expulsar a los vendedores que encontró en el templo, lo cual molestó fuertemente a sus encargados, los dirigentes del pueblo, los sumos sacerdotes y los ancianos del sanedrín. Al día siguiente, se le presentan para cuestionarlo: ¿con qué autoridad haces esto? Jesucristo no responde directamente a su pregunta, pero les dirige tres o cuatro parábolas muy duras, como la que escuchamos hoy.

Presentar a Dios como un Padre, es algo muy natural y espontáneo en Jesucristo. Este Padre tiene hijos que son muy religiosos (con actos de devoción, rezos, prácticas de cumplimiento de la ley, como lo hacen los personajes que tiene enfrente en ese momento), pero que no lo obedecen, no cumplen su voluntad, se quedan en el ‘sí voy’, pero no van. Este Padre tiene también hijos que, en su vida, no han sido tan religiosos, pero ante la palabra de los profetas que anuncian su Palabra, como Juan Bautista y no se diga el mismo Jesucristo, son capaces de convertirse, de cambiar su vida. No se quedan en el ‘no voy’, sino que sí van. ¿Cuál de las dos cosas es mejor? ¿Es mejor una vida de actos religiosos o terminar obedeciendo la voluntad del Padre? Esto último es lo que hemos de fomentar en nosotros, católicos de hoy (pero tardamos en ponernos las pilas).

Según este criterio de Jesús, aquellas personas que estudiando la palabra de Dios se deciden un buen día, con la fuerza del Espíritu de Dios, a dejar su vida de mundo que habían llevado y se ponen a servir a Dios en la caridad y en el apostolado. Esto está mejor, a los ojos de Dios nuestro Padre, que infinidad de católicos de actos externos, de clérigos cargados de ceremonias, como los ancianos de aquel tiempo, pero carentes del amor y la caridad, de la conversión que Dios les pide a los suyos.

Jesucristo llegó a Jerusalén como un simple galileo, un artesano, un jornalero. No tenía ninguna función en el templo, era un rabino del pueblo por no un rabbí distinguido como los escribas y fariseos. Pues lo vemos extraordinario en este pasaje: entero, transparente, no atado a convencionalismos religiosos o culturales, directo, claridoso, ¿ofensivo? Nosotros no nos atreveríamos a lanzar una denuncia tan fuerte y clara como la que hemos escuchado en la proclamación del evangelio: "Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios”. Podemos asegurar que estas palabras les calaron hasta el fondo de su interior, porque nadie antes los había comparado con los y las pecadoras que ellos tanto despreciaban.

Ya desde el comienzo de su ministerio, Jesucristo nos había hecho este llamado: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado” (Mateo 4,17). No solamente nos llama a que nos portemos bien, que seamos piadosos, sino que nos convirtamos en salvación para los demás, que cambiemos en dirección al Reino de Dios nuestro Padre, a su proyecto de una nueva humanidad, una nueva sociedad, una nueva religión, incluyente, acogedora, que sale a buscar a las personas para acercarlas a Dios, a ese Padre que los ama como a sus hijos, y no quiere que ninguno se le pierda (ver Mateo 18,14).


 

Copyright © 2024 www.iglesiaenchihuahua.org by xnet.com.mx
Mapa del Sitio | acceso |