Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     




EN ESTOS DOS MANDAMIENTOS ESTÁ TODA NUESTRA VIDA CRISTIANA

Domingo 30° del tiempo ordinario, 29 octubre 2023

Mateo 22,34-40.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

Recordemos que nuestro señor Jesucristo había llegado a Jerusalén a confrontar su proyecto del reino de Dios con la religión de la clase dirigente del pueblo judío, una religiosidad fincada en una estructura material, el templo, y en una legislación antigua, la de Moisés. Esa religiosidad era estéril, como la declara Jesús con el ejemplo plástico de la higuera seca (ver Mateo 21,19). La novedad de Jesús era una vida y espiritualidad que sí salvaba.

Varios grupos religiosos comparecen ante este galileo pobre que no tenía ninguna autoridad, al menos humana, en este templo y en esta ciudad. Por ello, en plan conflictivo se le han acercado los sumos sacerdotes y los ancianos del sanedrín, los fariseos y los herodianos, los saduceos. Ahora el que se le acerca es un especialista en la ley de Moisés, la Biblia judía. Su pregunta es la que nos hemos de hacer también nosotros, y la que debería hacerse también nuestra sociedad, para no perdernos entre las ramas, porque, la verdad, con frecuencia hacemos primero las cosas secundarias en vez de las más importantes. Cada quien revísese a sí mismo. Nuestra salvación y la de todos, es la prioridad en la vida y en el ministerio de nuestro señor Jesucristo.

¿Cuál es el más importante de todos los mandamientos?

Jesucristo siempre responde más de lo que se le pregunta, como lo vimos la semana pasada, no sólo nos cuestionó qué le pertenece al César, sino sobre todo, qué le pertenece a Dios. Ahora también, no sólo responde cuál es el mandamiento más importante, sino cuál es el segundo, porque no se puede cumplir con el primero si no se cumple con el segundo.

Hay que decir que nuestro Señor, ante este magistrado judío, recurre a dos pasajes muy conocidos por ambos, en la ley de Moisés: el primer mandamiento está tomado del libro del Deuteronomio, es el muy conocido y citado ‘Shemá’. Y el segundo, está tomado del libro del Levítico. Ahora nosotros ya no acogemos estos dos mandamientos con la autoridad de Moisés, sino con la autoridad del Hijo de Dios. Son ahora nuestros dos principales mandamientos cristianos.

El primero, san Marcos 12,28 lo transcribe más completo. Los judíos recitaban el Shemá dos o más veces al día, de manera que este maestro de la ley que pregunta, lo conoce mucho muy bien: "Escucha, Israel, el Señor tu Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6,4s).

A muchos católicos nos gusta decir cosas bonitas religiosas pero quedarnos en el aire. ¿Qué implica amar a Dios con todo? Implica escuchar su Palabra en la Biblia, implica comprometer toda nuestra persona en sus proyectos, en su santa voluntad que es el Reino, la salvación de todos; implica cumplir el segundo mandamiento, implica dedicar mi tiempo en las cosas de Dios.

El segundo mandamiento debe producirnos escalofrío, pero también mucha felicidad. Jesucristo lo vivió enteramente, en toda su persona. Permítanme transcribirlo más completo: "No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con pecado por su causa. No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahveh” (Levítico 19,17s)

¿Y nosotros? Pues hagamos un recuento de todo lo que hacemos cada uno por nosotros mismos: cómo cuidamos nuestro cuerpo, cómo lo alimentamos, cómo lo queremos (a veces hasta el grado del narcisismo). Le compramos ropa, calzado, le compramos aquel aparatito que se nos metió a la cabeza, o aquel aparatote a colores (como lo vamos a ver ahora en el Buen Fin), hasta un auto le compramos. Buscamos salud y bienestar. Y también, hay que reconocerlo, le concedemos muchas atenciones espirituales, lo llevamos a Misa, lo evangelizamos, tenemos a nuestro yo en la oración. ¿No podríamos hacer todo eso por nuestro prójimo, el más necesitado?


 

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