EL ESPÍRITU ES LO QUE ESTE MUNDO NECESITA
Domingo 2° de adviento, 7 de diciembre de 2025.
Isaías 11,1-10; Mateo 3,1-12.
De nueva cuenta escuchamos de un poeta, cantor
y profeta, Isaías, un cántico que nos invita a soñar y trabajar por un futuro
que tendrá su cumplimiento cabal con la venida del Hijo de Dios. Hoy lo
escuchamos en el capítulo 11, el domingo pasado en el capítulo 2. Alimentemos
nuestro deseo ardiente de su venida con estas palabras: "Sobre él se posará el
espíritu del Señor… defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará
sentencia al pobre… Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con
el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas El león comerá paja con
el buey… El niño jugará sobre el agujero de la víbora; la criatura meterá la
mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi
monte santo, porque así como las aguas colman el mar, así está lleno el país de
la ciencia del Señor”.
¡Qué bello mundo nos
espera, el reino de Dios! ¡Nadie hará daño a nadie! ¡Qué fantástico! ¡Ven, Señor
Jesús! ¿La razón de este cambio? El conocimiento de Dios. Conocer a Jesucristo lo
es todo. Él es el que bautiza con el Espíritu del Señor Yahveh, es decir, que
se lo quiere infundir a toda persona, a toda la humanidad.
San Mateo como san Juan Bautista nos anuncian
la llegada de nuestro Señor Jesucristo. Pero la manera como lo hacen, nos deja
pensando: ¿será la mejor manera en este tiempo previo a la navidad? Porque
navidad son buenos deseos, cánticos dulces, abrazos, reuniones, comidas,
bebidas, regalos, aguinaldos, compras, etc.
Pues es la palabra evangélica, ahí la
encontramos en el capítulo 3 de san Mateo, y lo mismo dicen los otros
evangelistas. Juan primero nos sacude con un epíteto que nos sacude: "raza de víboras”. Dice san Mateo que
propiamente san Juan le dirigió esta invectiva a muchos fariseos y saduceos que
se acercaban a bautizarse. Pero san Lucas nos dice que se la dirigió a toda la
gente. Sería bueno que todos los que nos acercamos a los sacramentos, nos
pusiéramos el saco. Este llamado tan fuerte es precisamente para nosotros,
católicos que nos aprestamos para celebrar el nacimiento de Jesús. Y también, y
especialmente para todas aquellas personas que se preparan para celebrar la
navidad ignorando o haciendo a un lado que la navidad es la conmemoración del
nacimiento de un galileo tan pobre que hubo de nacer en un portal, en Belén,
fuera de casa, y quien, a partir de los pobres viene a ser salvación para toda
la humanidad, una salvación que no es superficial sino profunda, de raíz.
En nuestros ambientes ordinarios cualquiera se
ofende cuando le llaman de esa manera. Pero ninguno de los proclamadores
originales de la buena noticia de la salvación de Dios tiene pelos en la lengua:
nuestro señor Jesucristo, en primer lugar, tampoco los evangelistas ni san Juan
Bautista; y, hay que decir que tampoco los verdaderos profetas de nuestro
tiempo.
El llamado es pues: "conviértanse, porque ya está cerca el reino de los cielos”. Más
adelante, escuchamos este mismo llamado en boca de Jesús: "Conviértanse, porque el
Reino de los Cielos ha llegado”. (Mateo 4,17). Precisamente
éste es el llamado a la salvación de raíz, no cosmética. Desde luego que la
cercanía del reino se refiere a la persona de Jesús, por eso él dice "ha llegado”. El reino de Dios nos llega
en él, el futuro mejor de esta humanidad, el reino del amor de Dios, de la paz,
de la justicia, de la fraternidad. Como todo esto no es un mero buen deseo al
estilo de los humanos, es necesario convertirnos, cambiar desde el corazón,
cambiar todo lo que haya que cambiar: cada persona, cada grupo, toda la
sociedad, nuestra economía, nuestras leyes, nuestras costumbres, este mundo tan
injusto, violento, corrupto que estamos viviendo. O lo cambiamos, o nos
seguiremos perdiendo.
A toda la Iglesia, Juan, y Jesús mismo, nos
dirige este llamado a tomarnos en serio las cosas: "Hagan ver con obras su conversión”. Es cierto, ciertísimo, tanto
en la sociedad como en la Iglesia. Estamos llenos de expresiones elegantes,
declaraciones que se quedan en el aire. Por ejemplo, ‘queremos llegar a ser una
Iglesia sinodal, donde todos caminemos juntos’. Eso es en el discurso, pero en
la realidad no hacemos cosas concretas que nos vayan encaminando a serlo.
‘Estamos en misión permanente’, fue la declaratoria de hace algunos años, pero seguimos
igual, haciendo las cosas de la misma manera que antes; realizando una pastoral
de eventos, sacramentalista, de rezos y devociones. ¿Así va a cambiar nuestro
mundo? ¿Así hará llegar su reino nuestro Señor Jesucristo?
Con este comentario de fondo, nos vamos a
seguir atreviendo a decir: "Feliz Navidad” a todos.
Su
hermano: Carlos Pérez
B., Pbro.